Festejos menores

Hay novillada esta tarde en Madrid, pero queda por ver si va a responder el p¨²blico. Mas hubo un tiempo, no muy lejano, en que las novilladas fueron de gran importancia en la fiesta nacional. Era la primera ¨¦poca de Litri y Aparicio, all¨¢ por el a?os 50. El valenciano-ortubense y el madrile?o formaron pareja y torearon en todas partes, llenaron las plazas, y ganaron mucho dinero, m¨¢s incluso que la mayor¨ªa de los matadores de alternativa. El primero desarroll¨® un toreo valiente y tremendista, mientras el segundo era m¨¢s cl¨¢sico y lidiador, y juntos levantaron la fiesta en el per¨ªodo posterior a la muerte de Manolete.Los noveles que les siguieron supieron aprovechar el momento: se formaron otras parejas de novilleros, se dieron muchos festejos menores, y los p¨²blicos acudieron en masa. Las entradas de las novilladas costaban menos que las de las corridas, pero tambi¨¦n eran m¨¢s reducidos los gastos: esto era negocio y, a la vez, una excelente escuela de formar toreros.

Luego, en los a?os sesenta, se cambiaron las cosas. Ahora mandaba El Cordob¨¦s y eran a?os de prosperidad. Los empresarios se apresuraron a montar corridas, que eran mejor negocio y gustaban m¨¢s a los turistas, y se cuidaron menos las novilladas. Los j¨®venes quisieron ser matadores cuanto antes, y muchos llegaron a la alternativa sin conocer el oficio.

Las consecuencias no tardaron mucho en sentirse: como no hab¨ªa cantera, como los empresarios se lanzaron a la nefasta f¨®rmula de la exclusiva, faltaron verdaderas figuras. Y como no se les ofrecieron festejos menores, los p¨²blicos perdieron la costumbre de acudir a las novilladas. Al no acudir el p¨²blico, los taurinos se quejaron de que las novilladas no interesaban, que no las iban a organizar. Un c¨ªrculo vicioso que ha llegado hasta nuestros d¨ªas.