Andaluc¨ªa y la reforma agraria integral
Nadie puede negar que estamos ante un problema de fondo cuando se contabilizan datos como los que siguen: el 38% de superficie de Andaluc¨ªa est¨¢ repartido en fincas de menos de 500 hect¨¢reas; el 60%, en fincas de 100 hect¨¢reas, con la existencia de 11.400 explotaciones de este tipo. -Como hay muchos propietarios que tienen varias explotaciones, el n¨²mero de ¨¦stos, que dominan m¨¢s de la mitad de las tierras de Andaluc¨ªa, se quedan reducidos a unos cuantos miles, teniendo en su poder alrededor de 5.300.000 hect¨¢reas; sin embargo, de las 434.000 hect¨¢reas de regad¨ªo, s¨®lo un 25% est¨¢ en las tierras de los terratenientes; es decir, ¨¦stos tienen mucho, pero riegan poco; asimismo, el 62% de las tierras que no se labran, monte, dehesa, bosque y matorral -que suponen 2.600.000 hect¨¢reas-, est¨¢ repartido en fincas de m¨¢s de 500 hect¨¢reas, lo que nos da una idea de por qu¨¦ no se repuebla Andaluc¨ªa.Estos datos de la propiedad y del regad¨ªo, junto a la escasa industrializaci¨®n de los productos agrarios y a la disminuci¨®n sistem¨¢tica de los cultivos sociales -algod¨®n, remolacha, olivar, vi?as...-., teniendo enfrente a esa legi¨®n de trabajadores en paro dependiendo para subsistir de la ayuda al empleo comunitario (1.270 pesetas por d¨ªa, cuatro d¨ªas a la semana, cuando se pagan, que esa es otra), indican claramente que se requieren medidas estructurales de transformaci¨®n, no s¨®lo ya por razones sociales -que ser¨ªan suficientes-, sino tambi¨¦n por razones socioecon¨®micas de rentabilidad, eficacia y competitividad en los mercados internos y externos, y sobre todo ante la CEE y nuestro posible ingreso.
Y estas medidas no deben consistir s¨®lo en el simple cambio de la propiedad de la tierra -mediante una pol¨ªtica de cuestionamiento de la propiedad abusiva de la misma- de los latifundistas a manos de los jornaleros, dado que el contenido de la frase hist¨®rica, y quiz¨¢ an.acr¨¢nica, de "la tierra para quien la trabaja" ha sido radicalmente viciado por el capitalismo, cuya actuaci¨®n pr¨¢ctica le ha a?adido "y la producci¨®n, para quien la comercializa". De esta forma, lo esencial se traslada desde la cuesti¨®n estricta de la propiedad de la tierra a todo un sistema m¨¢s eficaz y completo de explotaci¨®n.
Por ello nada m¨¢s cercano a esta estrategia que la subdivisi¨®n de las explotaciones agrarias, que -como hoy vemos en Andaluc¨ªa- permiten a las multinacionales y monopolios obtener el beneficio del trabajo mediante los abastecimientos, por un lado (semillas, abonos, maquinarias, cr¨¦ditos, etc¨¦tera), y la comercializaci¨®n de los productos, cuyos canales dominan y controlan, por otro. No obstante, y con todo, hay que entrar a cuestionar la propiedad como un elemento inicial en todo proceso -de transformaci¨®n en el tema de la tierra.
Transformar el medio ruralEstos elementos de propiedad, abastecimiento y comercializaci¨®n, junto a la financiaci¨®n, el desarrollo de la ganader¨ªa, elevaci¨®n de la cualificaci¨®n profesional y cultura? de los trabajadores, el aprovechamiento de todos los recursos naturales, la elaboraci¨®n e industrializaci¨®n completas de los cultivos, estudios y programaci¨®n agraria comarcal, interesando y correlacionando las com¨²cas en diversos aspectos productivos, una legislaci¨®n ordenadora de la producci¨®n y una legislaci¨®n laboral apropiada para la agricultura, unido todo ello a medidas tendentes a transformar el medio rural -no s¨®lo la agricultura-, tales como la asistencia social y sanitaria, el enfoque ecol¨®gico de los cultivos y agricultura, la formaci¨®n y cultura,. el ocio y el esparcimiento, etc¨¦tera; es decir, a modificar en profundidad el h¨¢bitat rural en la l¨ªnea de igualarlo al nivel de civilizaci¨®n con el medio urbano, es lo que nos lleva a plantear el car¨¢cter de integral en la necesaria reforma agraria, que debe abordarse y es tablecerse si realmente observamos con perspectiva el futuro del problema de la tierra y su soluci¨®n.
Pues bien, este terna, el de la reforma agraria integral (RAI), es hoy en Andaluc¨ªa no s¨®lo actualidad, sino la meta por la que se movilizan y trabajan jornaleros, peque?os campesinos y propietarios, intelectuales y profesionales y, lo que es muy importante, trabajadores de la industria, la cultura y los servicios, sabedores de que en nuestra tierra, y debido a su especial estructura socioecon¨®mica y dependencia industrial y financiera, la cuesti¨®n de la tieirra, la transformaci¨®n del medio rural y el abordar r¨¢pidamente estos temas son la garant¨ªa de una salida del subdesarrollo, la marginaci¨®n y la dependencia, dado que actuar¨ªa de punta de lanza, dando el tir¨®n de todos los dem¨¢s factor es productivos e industriales.
Este objetivo - es el la RAI es el que impulsa la marcha que emprendieron el pasado d¨ªa 5 de septiembre en Sevilla un grupo de jornaleros y trabajadores de Comisiones Obreras, que durante 40 jornadas,- andando m¨¢s de 1.000 kil¨®metros por siete provincias andaluzas y por 62 poblaciones, pretende llevar a todos los rincones y a todos los grupos sociales la inquietud, la preocupaci¨®n y el debate sobre este tema tan enraizado en la conciencia hist¨®rica de Andaluc¨ªa como demuestran no s¨®lo la extensa bibliograrla que comprende nuestra historia, sino tambi¨¦n el caluroso y masivo recibimiento que acoge a los caminantes por todos aquellos lugares por donde pasan.
Las ilusiones de un puebloQuiz¨¢ algunos se asombren del car¨¢cter mesi¨¢nicia o loco que tiene esta magna empresa (andar 1.045 kil¨®metros seguidos, abrasados por un sol de justicia, desde luego no es recomendable). Sin embargo, lo comprender¨ªa perfectamente si se insertase en las ilusiones de un pueblo harto de la limosna del empleo comunitario y ansioso de dignificar y rentabilizar su trabajo no s¨®lo para s¨ª, sino tambi¨¦n para la econom¨ªa de este pa¨ªs.
El Gobierno, tanto el auton¨®mico andaluz como el central, har¨ªa bien en escuchar estas demandas enraizadas en la m¨¦dula hist¨®rica de Andaluc¨ªa, y no desaprovechar la ocasi¨®n de contribuir al progreso econ¨®mico- social. Si, por el contrario, aborda una reforma agraria de.car¨¢cter tradicional, no acorde con la enorme complejidad multifactorial que incide sobre el medio rural y su ancestral separaci¨®n del medio urbano, sentar¨¢ las bases definitivas de una zona depauperada y tercermundista en el marco de un Estado moderno, y de la dependencia de ¨¦ste en la actual distribuci¨®n de los mercados a nivel internacional, aceptando as¨ª el papel que el gran capital multinacional nos tiene reservado en el concierto econ¨®mico mundial.
No desear¨ªa acabar estas l¨ªneas, finalmente, sin dejar de a?adir que a veces el an¨¢lisis profundo, la l¨®gica y la asepsia de la socioeconom¨ªa debe ceder ante el impacto de lo humano, del esfuerzo y la voluntad de hombres y mujeres que, asent¨¢ndose en los precarios y m¨ªseros medios, abren v¨ªas de progreso no s¨®lo para ellos, sino para todo el conjunto social.
Es este el case de los caminantes por la reforma agraria integral; por ello -su esfuerzo- no cabe m¨¢s que rendir un profundo homenaje a esta cuerda y solidaria locura.
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