Violencia en Platja d'Aro
Los abogados adoptamos, a veces, una posici¨®n ecl¨¦ctica ante una controversia al calibrar el pro y el contra de los intereses en conflicto, pero hay situaciones en que al observador imparcial, por sentido com¨²n y por razones de ciudadan¨ªa, no le queda m¨¢s remedio que tomar partido. Los hechos que voy a narrar su cintamente sucedieron en la poblaci¨®n gerundense de Platja d'Aro en la madrugada del d¨ªa 8 de agosto., Me encontraba tomando un refresco en la terraza de la cafe ter¨ªa Montbar cuando de s¨²bito llam¨® mi anteci¨®n un tumulto que se hab¨ªa formado en el interior del establecimiento. Se hab¨ªa entabla do una discusi¨®n entre un grupo de unos cinco j¨®venes y el personal que en aquellos momentos se en Contraba de servicio. Al parecer, se hab¨ªan encrespado los ¨¢nimos por una simple trivialidad, y el fon do de la cuesti¨®n que era objeto de pol¨¦mica (un poco de helado derramado sin querer sobre el mostrador) no hac¨ªa suponer, ni mucho menos, el cariz que iban a to mar los acontecimientos. Mientras que aquellos muchachos se comportaban de una forma correcta y educada, los empleados los iban empujando hacia la calle, demostrando una actitud agresiva y cerril y ampar¨¢ndose en una supenoridad num¨¦rica en unaproporci¨®n aproximada de cuatro contra uno. De repente apareci¨® un se?or, que manifest¨® ser el encargado, que se dirigi¨® a los j¨®venes diciendo: "Por favor, marchaos, que aqu¨ª va a pasar algo". Dicho esto, y al contestar uno de los muchachos ?que "no tiene que suceder nada porque se est¨¢ hablando sin faltar al respeto a nadie", varios camareros agredieron a dos de los j¨®venes. En elmomento en que me dispon¨ªa a intervenir para apaciguar los ¨¢nimos cesaron las agresiones.
No es mi intenci¨®n, en relaci¨®n con estos. hechos, polemizar acerca de la agresividad humana y sus causas. Lo que me interesa resaltar, por una parte, es que es inadmisible que unas personas que trabajan en un establecimiento de servicio al p¨²blico pierdan el sentido y el decoro y no sean capaces de llevar una.situaci¨®n por unos cauces de di¨¢logo cuando la otra parte manifiesta su deseo de hablar pac¨ªficamente. De otro lado, quiero dejar constancia de que hoy d¨ªa, en que se pone a la juventud en la picota poco menos que por nada, la gallard¨ªa y el sentido de la ¨¦tica de que hicieron gala aquellos j¨®venes frente a la raz¨®n de la fuerza me anima a pensar que todav¨ªa hay perso nas que creen en la fuerza de la raz¨®n.
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