Las damas de anta?o
Tres damas de anta?o ganan el escenario: Isabel II, Eugenia de Montijo, sor Patrocinio; Nati Mistral, Conchita Montes, Aurora Redondo. Isabel, reina de corazones, de L¨®pez Aranda (Cerca de las estrellas, premio Calder¨®n de la Barca), tiene t¨ªtulo d¨¦ revista pero no lo es. Es una obra entre descarada y l¨ªrica sobre el personaje hist¨®rico que tanto ha fascinado a los escritores, Isabel II; unas veces con el br¨ªo m¨¢gico de Valle en Farsa y licencia de la reina castiza, con la que iniciaba ya (1920) el esperpento; otras, con la honestidad hist¨®rica de Gald¨®s, y muy recientemente con De San Pascual a San Gil, de Domingo Miras (premio Lope de Vega). Imagina aqu¨ª L¨®pez Aranda una intimidad entre Gald¨®s y la reina; es un disparate hist¨®rico de gran envergadura, pero el autor es lib¨¦rrimo para organizar su dial¨¦ctica como quiera. A condici¨®n de que haya dial¨¦ctica. Don Benito aqu¨ª es t¨ªmido y silencioso; Isabel se lo dice todo y hasta le sirve para denunciar el cambio: la corrupci¨®n y la inutilidad del cambio, la desagradable figura de los intelectuales pol¨ªticos y la desgracia de los republicanos y los socialistas. Con mucho respeto para el novelista, el coraz¨®n de L¨®pez Aranda est¨¢ con la primera actriz.No parece que fuera as¨ª Isabel II. No era tan inculta, o por lo menos eso me contaba Pedro de R¨¦pide, que alcanz¨® a ser su bibliotecario adolescente en el exilio de Par¨ªs y escribi¨® de ella una biograf¨ªa muy vivida Pero seguimos dentro de la libertad de interpretaci¨®n, y sobre todo de la predestinaci¨®n del chiste. Ya se sabe el mecanismo en este teatro: la profec¨ªa, el anacronismo, la reducci¨®n del mito a la domesticidad. As¨ª, sor Patrocinio, la terrible "monja de las llagas", puede convertirse en una simp¨¢tica y gru?ona religiosa, y la emperatriz Eugenia, en una humorista inglesa. Francisco de As¨ªs, en un orgulloso homosexual que reivindica sus derechos como si militase en una liga gay, y aparece como m¨¢s moral, porque tuvo un solo amante y le fue fiel, que su esposa, de cama abierta. Realidad y ficci¨®n forman un entramado que puede desorientar al espectador no inmerso en el tema. Pero para ¨¦ste siempre quedar¨¢n las alusiones a la crueldad espa?ola, capaz de desmontar estatuas o al br¨ªo con que se habla de la bandera. El c¨¢ntico madrile?ista con que termina el primer acto, metido en chotis, donde la voz -espl¨¦ndida- de Nati Mistral alcanza todos sus tr¨¦molos; el largo final de gloria y eternidad en el que Isabel asciende como hacia el cielo mientras se prolonga, en banda sonora, el himno nacional.
Isabel, reina de corazones de Ricardo L¨®pez Aranda
Int¨¦rpretes: Nati Mistral, A nastasio Campy, Conchita Montes, Victor Valverde, Aurora Redondo, ?ngel Terr¨®n, Roberto Cruz, Vicente Parra, Eugenio Arredondo. Escenograf¨ªa y figurines: Ayonso Barajas. Direcci¨®n: Antonio Mercero. Estreno: Teatro de La Comedia, Madrid.
De todo esto quedan los chistes y la comparecencia esc¨¦nica de las tres damas. El autor, L¨®pez Aranda, parece m¨¢s dotado para lo c¨®mico y lo ir¨®nico que para lo l¨ªrico, donde su prosa se le va hacia el oportunismo. Y Nati Mistral, Aurora Redondo y Conchita Montes sacan sus personajes del Museo de Cera y los animan considerablemente. Son actrices de la escuela de colocar frases; y las colocan. Todo el arranque de la obra parece que va a llevamos por ese camino del desparpajo; pero de pronto hay un forillo, un humo denso y una escena epicol¨ªrica que ya empiezan a destrozarlo todo. Con estas tres damas y el casi mon¨®logo gay de Parra se mantiene la obra.
Mercero coloca las figuras, las entra y las saca, aten¨²a o enrojece las luces, abre y cierra lan decorado de Barajas: es el director.
Un p¨²blico muy seleccionado para el estreno, risue?o y conmovido, aplaudi¨® muchas veces, ovacion¨® al final del primer acto y se multiplic¨® al terminar la obra.
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