El pa¨ªs es as¨ª
En el Estado espa?ol (?o se trata de la Espa?a estatal?) todos sobrevolamos el techo de nuestra propia incompetencia, incapacit¨¢ndonos los unos a los otros el acceso a la realidad. Baroja hace norma suya la cita de Stendhal, ver en lo que es", pauta rectora de una novela cuya m¨¢xima virtud a la que aspira es ser real como la vida misma, conducta que en este pa¨ªs s¨®lo fue meta de un g¨¦nero al que deber¨ªamos regresar, la novela social, realismo que quisiera reivinidicar tambi¨¦n para el BOE y otros textos oficiales. Vivo al borde de la variante de la autopista que circunda mi ciudad, ?por qu¨¦ los planos del contratista, los del municipio y los de Obras P¨²blicas no coinciden al describir el mismo ¨¢ngulo?El realismo fant¨¢stico, adem¨¢s de producir accidentes, me aburre. Vivimos en las nubes y somos capaces de asesinar a la azafata que anuncie lo de apretarse el cintur¨®n, aqu¨ª nadie quiere tomar tierra en el doloroso realismo de la sociedad cotidiana.
El problema es de escuela (y despensa, claro). Felipe II prohib¨ªa estudiar en el extranjero, y despu¨¦s, los extranjeros, en el primer informe del Banco Mundial (Biblia econ¨®mica para los a?os del desarrollo) nos dec¨ªan cosas tan divertidas como esa de que en vez de construir m¨¢s kil¨®metros de puertos pusi¨¦ramos m¨¢s gr¨²as en cada kil?metro de puerto ya construido, algo menos heroico, pero m¨¢s pr¨¢ctico y barato. De siempre, lo malo en nuestra universidad no es que los ¨¢rboles no dejen ver el bosque a los alumnos, sino que detr¨¢s del aparente ¨¢rbol de la ciencia el bosque no existe. Los profesores son los pir¨®manos que arrasan con cuanta vegetaci¨®n ignoran.
El pa¨ªs es as¨ª. Los ingenieros de minas sienten claustrofobia en las galer¨ªas de carb¨®n de La Camocha. S¨®lo el 5% de los ingenieros agr¨®nomos viven en el campo. Los notarios, tras 100 a?os de oposiciones, se limitan a dar fe de lo que les cuenta un cliente sobre un tema que ignora. Los dentistas pasan de sacamuelas a ser una casta de doctores impenetrable, si no es de la mano del padrino. Los periodistas se especializan en un error contumaz y peligroso: reducir a una frase sencilla el problema m¨¢s complejo. Los jueces se pierden en p¨®liza, plazos y p¨¢rrafos, haciendo caso omiso de la esencia del pleito y de los cumplea?os de los pleiteantes. Los banqueros, a la empresa que les solicita un cr¨¦dito lo ¨²nico que le estudian es un balance te¨®rico, jam¨¢s se les ocurre ver en lo que es con algo tan elemental como enviarun experto a que estudie la f¨¢brica in situ. Etc¨¦tera y moraleja: siendo el quinto pa¨ªs del mundo fabricante de autom¨®viles, no tenemos ninguna marca propia.
Vivimos sobre un solar patrio con siglos de historia y del que ig-
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noramos todo, hasta las piedras. El mapa geol¨®g¨ªco m¨¢s v¨¢lido puede que siga siendo el de Rocasolano, made in 1900. Nos quejamos de sequ¨ªas y riadas, hablamos de trasvases, pero, ?tenemos un mapa de aguas fre¨¢ticas? No sabemos nada de nuestro entorno ni nos interesa. ?Por qu¨¦ son incorruptibles los peces del Adaja s¨®lo a su paso por Ar¨¦valo? ?Por qu¨¦ los pimientos de El Bierzo son picantes hasta los que se siembran con semilla de pimientos dulces? ?Por qu¨¦ el emplasto de San Nepomucena cura infecciones con las que no puede la moderna quimioterapia? ?Por qu¨¦ en los topon¨ªmicos con Espina siempre hay un anticlinal sil¨²rico, como en Vega de Espinareda? Etc¨¦tera y moraleja: parece ser que de la tierra que pisamos s¨®lo se ocupan los ecologistas, pero ?han observado c¨®mo queda la hierba tras una acampada de ecologistas hispanos? Lo de Atila ser¨ªa un ben¨¦volo eufemismo para decribirlo.
El problema es de trabajo. El paro es un invento (los parados no, claro), en Espa?a lo que precisamente sobra es trabajo: Est¨¢ todo por hacer. Lo de trabajar menos para trabajar todos no es una falacia, sino un suicidio. La verdad primera es que debemos trabajar todos y m¨¢s si queremos solucionar nuestros problemas; la verdad ¨²ltima es que no estamos por la labor, que el trabajo no nos va, vaya. Es dram¨¢tico que exista paro en la construcci¨®n cuando el sistema de carreteras secundarias es inexistente o deteriorado, con un patrimonio monumental hist¨®rico-art¨ªstico que se derrumba por momentos, con tan enorme d¨¦ficit de viviendas baratas. Los licenciados en Letras est¨¢n en paro cuando las bibliotecas p¨²blicas est¨¢n por hacer y las hechas por estudiar; son dos turistas los que descubren los c¨®dices de Leonardo da Vinci en la Nacional de Madrid. Le invito a usted, querido lector, a que piense en el ramo de su actividad laboral: ?cu¨¢nto falta por conocer y cu¨¢nto por ejecutar? Usted podr¨ªa a?adir otro ejemplo pat¨¦tico a esta interminable lista de disparates. El trabajo es infinito.
El problema es del sistema socioecon¨®mico que nos atenaza y de la mentalidad individual, que se asusta d e cambiar de sistema; no caigamos, pues, en la demagogia de echarle la culpa en exclusiva a la clase pol¨ªtica, los pol¨ªticos son tan incompetentes y ambiciosos como la masa popular de la que proceden; todos hemos alcanzado nuestro techo de incompetencia y nos asusta el cambio, nos asusta "ver en lo que es", de ah¨ª este grito de alarma (y socorro): no sigamos enfrent¨¢ndonos a los problemas d¨¢ndoles la espalda, aterricemos, por favor, antes de que el aterrizaje tenga que ser forzoso y en campo minado. Para m¨ª que nos queda muy poco tiempo.
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