Cr¨ªtica de la cr¨ªtica
Esta carta no pretende ser m¨¢s que una forma de desahogar un sentimiento de impotencia e indignaci¨®n irreprimible que me invade cada vez que leo las p¨¢ginas de EL PA?S, un peri¨®dico que, en muchas de. sus secciones, es uno de los m¨¢s completos de Europa. Pero cabe preguntarse: ?cu¨¢l es la raz¨®n de que una publicaci¨®n de tanto calibre pueda en la actualidad tener una de las peores, m¨¢s desequilibradas, m¨¢s flojas, menos competentes secciones de Cr¨ªtica y Opini¨®n? Desgraciadamente, creo que, despu¨¦s de darle muchas vueltas, y a juzgar por las impresiones recabadas del contacto con, personas relacionadas o interesadas en el peri¨®dico, he comprendido cu¨¢l es el resorte que funciona en estas secciones: el de las recomendaciones, las amistades de priPasa a la p¨¢gina 16
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mera, segunda o tercera mano, un recurso pretendidamente reservado al franquismo, pero que no ha abandonado ni el pa¨ªs ni EL PA?S.
?C¨®mo se explican si no los siguientes ejemplos?
1. A J. M. Costa, cr¨ªtico enfrentado personalmente con Miguel R¨ªos, se le concede una columna para desahogar de forma visceral sus ya normalmente poco reprimidas furias malayas contra el cantante (muy criticable en varios aspectos por otra parte).
2. ?ngel Fern¨¢ndez Santos, guionista de El esp¨ªritu de la colmena y amigo personal de V¨ªctor Erice, es el cr¨ªtico elegido para comentar (muy imparcialmente, sin duda) las incidencias del rodaje de El Sur, mientras que en la misma p¨¢gina no se incluye ninguna informaci¨®n sobre los criterios o motivacaciones del se?or Querejeta
3. Y para qu¨¦ hablar ya de la sustituci¨®n de J. M. Costa por Luis Antonio de Villena, buen o mal poeta -en eso no entro-, pero, sin duda, persona poco capacitada y no suficientemente informada como para hacer cr¨ªtica musical, si por este apelativo se entiende algo m¨¢s que variaciones po¨¦tico-metaf¨ªsicas sobre lo subliminal en m¨²sica.
Supongo que a estas alturas resultar¨ªa un poco parad¨®jico expresar mi respeto por cada uno de estos tres colaboradores de EL PA?S (con los que incluso a veces estoy de acuerdo), pero no me gustar¨ªa terminar sin poner en evidencia que lo que realmente me preocupa, me ofende, que es constatar c¨®mo este dario -desde hace varios a?os y, desgraciadamente, ¨²nico punto de referencia para un gran n¨²mero de espa?oles- descuida de esa forma dos de las que, en principio, deber¨ªan ser sus m¨¢s ricas y complejas secciones. /
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