M¨¢s torero que antes
Lucio Sand¨ªn est¨¢ m¨¢s torero que antes de sufrir el grav¨ªsimo percance, en el que perdi¨® un ojo. El p¨²blico de Madrid le recibi¨® con cari?o en su reaparici¨®n, y despu¨¦s del pase¨ªllo hubo de corresponder montera en mano a la ovaci¨®n que le dedicaba, puesto en pie.Premiaba la casta de un torero cuya vocaci¨®n no ha podido aniquilar la desgracia de una cornada horrible. Por el contrario, ha vuelto m¨¢s reposado y aut¨¦ntico, con un valor sereno que le permite desgranar primorosamente el toreo puro, e interpretarlo sin crispaci¨®n. Lo mismo que si su cuerpo estuviera limpio de heridas y su mente virgen de t¨¦tricos recuerdos, lances y pases se suced¨ªan con suavidad y gusto, hondos en cuanto a t¨¦cnica, virtuosos en cuanto a belleza est¨¦tica.
Plaza de Las Ventas
25 de septiembre.Novillos de Torrestrella, bien presentados, aunque c¨®modos de cabeza y flojos, muy encastados y nobles. Fernando Galindo. Estocada delantera que asoma (ovaci¨®n y salida al tercio). Media baja muy atravesada y dos descabellos (vuelta). Lucio Sand¨ªn. Pinchazo y metisaca atravesada (vuelta). Pinchazo, media atravesada y tres descabellos (aplausos y salida al tercio). Luis Miguel Campano. Estocada corta baja delantera y descabello (petici¨®n y dos vueltas, la segunda protestada). Estocada (vuelta con protestas).
El toreo en lo profundo llevaba Lucio Sand¨ªn cuando creaba su primera faena, iniciada por estatuarios, ganando terreno en los ayudados por alto. Y ya en los medios, ofrec¨ªa el repertorio de las suertes fundamentales, ligadas a los de pecho ech¨¢ndose el novillo por delante, para acabar con trincherazos y pases de la firma and¨¢ndole en retorno hasta el tercio, donde habr¨ªa de cuadrar y matar. Hay torero, m¨¢s torero que antes de la cornada, y tiene camino para alcanzar la gloria, a despecho de percances.
Pero bueno ser¨¢ que ¨¦l y todos olvidemos la tragedia. Lucio Sand¨ªn ha demostrado su torer¨ªa y ahora debe ir en franca competencia con sus compa?eros, sin tratos de favor, ni entre algodones. Ayer el p¨²blico tuvo sensibilidad bastante para dejar que pasaran sin acritud las invalideces de una novillada exquisita, dadas las circunstancias, y no siempre ser¨¢ as¨ª, ni es bueno que lo sea. Sand¨ªn atesora recursos, hombr¨ªa y casta torera suficientes para medirse con algo m¨¢s que un dulz¨®n novillete cornicorto y otro desfondado, que se qued¨® sin resuello. A este lo mulete¨® con decoro e intercal¨® bonitos adornos y pases de repertorio, que era cuanto cab¨ªa.
Tambi¨¦n se emple¨® Lucio Sand¨ªn en quites, ya en el que abri¨® plaza, y lo mismo sus compa?eros de terna. Los tres ofrecieron muestras diversas de lances de capa, con ver¨®nicas cargando la suerte o del delantal, chicuelinas, faroles, gaoneras. Galindo lleg¨® hasta a rematar con las dos rodillas en tierra un quite por chicuelinas. Se les agradece en el alma, pues sus mayores del escalaf¨®n superior son mezquinos, o posiblemente indoctos, en estas suertes de sustancial emotividad y belleza.
Ten¨ªan una novillada excepcional para lucir todas sus habilidades, y as¨ª hicieron, aunque tambi¨¦n salieran a flor los defectos. No son importantes los defectos en un novillero, si sabe descubrirlos y tiene prop¨®sito de enmienda. Por ejemplo, Fernando Galindo dej¨® sin torear de verdad al mejor ejemplar de la tarde, que fue el primero. Por una parte, tiende a dejar retrasada la pierna contraria, con lo que pierde hondura, y por otro no construye la faena, que en su versi¨®n es una sucesi¨®n de series inconexas. Cuando cuajaba una tanda impecable de naturales, cort¨® la faena para cambiar al lado derecho; como baj¨® el tono, volvi¨® al izquierdo, y as¨ª muchas veces. No hab¨ªa unidad, ni sentido del dominio, ni inquietud art¨ªstica. S¨®lo se trataba de pegar pases. Los dio mejores en el cuarto, principalmente los naturales, quiz¨¢ porque el novillo no ten¨ªa tanta calidad y descubr¨ªa menos los defectos.
En otro sentido, Campano ratonea empalmando pases al abrigo del pico, adocena sus intervenciones por culpa de una excesiva afectaci¨®n, pero cuando se relaja y est¨¢ al toro, interpreta el toreo puro como mandan los c¨¢nones y con su pellizco de duende. La faena al nobil¨ªsimo tercero, excesivamente larga -como todas en la tarde- tuvo estos llamativos altibajos y la del sexto no pudo ni existir, pues el animal estaba inv¨¢lido. Lo mejor en esta ¨²ltima fue el brindis, que lo hizo a una chiquitina guapa, la m¨¢s bonita que hab¨ªa en la plaza, y que adem¨¢s se llama Ver¨®nica.
Por los altavoces anunci¨® la empresa que el cartel de ayer se repite el domingo. Corresponde que los novillos sean entonces enterizos, bien armados, fuertes, porque Sand¨ªn est¨¢ torero, m¨¢s que antes, y los tres espadas aspiran a figuras. Y tienen que ganarse el puesto, sin favoritismos; como todos.
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