La aventura personal de Claudio Rodr¨ªguez
A los 50 a?os publica su obra po¨¦tica completa
Lo primero que habr¨ªa que decir de Claudio Rodr¨ªguez es que se trata de un hombre de reacciones viscerales (su militancia en el PCE dur¨® s¨®lo unas horas) y totalmente conectado con la vida. Le horrorizan las tertulias y c¨ªrculos de intelectuales ("me aburro mortalmente") y prefiere pasar las horas libres que le dejan las clases jugando a las cartas con los vecinos de su barrio.
A Claudio Rodr¨ªguez le divierten actividades tales como caminar durante un mes sin parar, desde Logro?o hasta Burgos, durmiendo en la calle. O dedicar d¨ªas y d¨ªas a investigar la forma en que los cerrajeros fabrican las distintas cerraduras. "En general, son barbaridades que tengo que hacer yo solo porque no hay nadie que se apunte a tales disparates. Antes, no hace muchos meses, me reun¨ªa todas las noches a tomar copas con otros escritores. Volv¨ªa siempre por la ma?ana y ya me he cansado de eso. Supongo que es una etapa por la que hay que pasar, pero que se agota".
Empez¨® a escribir ("desgraciadamente", dice) a los 17 a?os. Entonces no hab¨ªa le¨ªdo nada de poes¨ªa contempor¨¢nea espa?ola y desconoc¨ªa totalmente la obra de poetas como Aleixandre, Cernuda o Guill¨¦n. "Yo viv¨ªa entonces en Zamora, desvinculado de todo y solamente hab¨ªa le¨ªdo poes¨ªa francesa, algo de Alberti y varias canciones de Lorca".
Valor est¨¦tico y moral
Con los otros componentes de la llamada generaci¨®n de los cincuenta entr¨® en contacto ya en Madrid, cuando se vino a estudiar Filolog¨ªa Rom¨¢nica. "Entonces, como ahora, se escrib¨ªa mucha poes¨ªa; lo que ocurre es que por aquellos a?os surge un grupo importante: ?ngel Gonz¨¢lez, Gil de Biedma, Jos¨¦ ?ngel Valente, Francisco Brines, Carlos Barral, Caba?ero, Jaime Ferr¨¢n, Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo y, entre otros, Caballero Bonald. ?Qu¨¦ tenemos en com¨²n? Yo creo que la valoraci¨®n de la palabra po¨¦tica en s¨ª misma y en sentido moral del arte".Al hablar de su poes¨ªa, Claudio Rodr¨ªguez dice que, para ¨¦l, el valor ling¨¹¨ªstico va unido al contenido moral. "Yo trato de unificar belleza y servidumbre. Adem¨¢s de que el contenido sirva para algo, se trata de decir de una forma bella. Me interesan por igual el para y el c¨®mo".
De todas formas, advierte que no se puede teorizar sobre nada de esto. Y recuerda divertido que cuando public¨® su primer libro, El don de la ebriedad, alg¨²n cr¨ªtico habl¨® de la influencia de determinados poetas ingleses en su l¨ªrica. "Yo no hab¨ªa le¨ªdo jam¨¢s nada de ellos, por lo que la influencia pod¨ªa ser escasa. Le¨ª despu¨¦s y, claro, pueden encontrarse afinidades, pero que son totalmente fortuitas. Por eso considero absurdo teorizar".
La producci¨®n l¨ªrica de Claudio Rodr¨ªguez es muy escasa. Transcurren a?os desde la aparici¨®n de un libro hasta la llegada de otro. "Es que, para m¨ª, la poes¨ªa no es algo vitalicio. Es un don que puede desaparecer y dejas un tiempo de ser poeta. Yo escribo cuando siento un impulso especial. No porque lo necesite o porque espere al Santo Advenimiento. Necesito una cierta temperatura vital para escribir un poema. Pueden pasar a?os y no hago nada y, cuando me pongo, consumo m¨¢s de un mes en terminar algo. A m¨ª me dejaba pasmado mi amigo Blas de Otero. Un d¨ªa, delante de m¨ª escribi¨® un poema en tres cuartos de hora. Yo, eso, no digo que sea malo o bueno, sino que soy incapaz de hacerlo".
Por esa lentitud e improvisaci¨®n creadora, Claudio Rodr¨ªguez se siente incapaz de hablar de proyectos. Se limitar¨¢ a esperar a que la temperatura vital sea la adecuada y volver¨¢ a agarrar la pluma para recrear sus sentimientos en la palabra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.