Quini le dedic¨® dos goles a su amigo Maradona
El 4 de junio del pasado a?o Diego Armando Maradona, m¨¢xima es trella de la selecci¨®n argentina que preparaba en Alicante el partido inaugural del Mundial-82, entr¨® en el hall del hotel El Mont¨ªvoli de Villajoyosa, jubiloso y retando a to dos sus compa?eros de equipo, que se lo tomaban a broma. "Mir¨¢, le ganamos la copa de basquet al Real Madrid. Todav¨ªa no firm¨¦ y ya empezamos a ganarlo todo. ?Qu¨¦ grande Maradona, viejo!". De pronto, Daniel Passarella, ami go ¨ªntimo de El Pelusa, sali¨® de de tr¨¢s de un sill¨®n e intent¨®picar a su compatriota dici¨¦ndole: "?Vamos a ver si gana al f¨²tbol, ah¨ª te quere mos ver. Mir¨¢ que ac¨¢, en Espa?a, te van a lustrar fuerte los tobillos!" Uno de esos tobillos, el izquierdo -bueno, h¨¢bil, prodigioso, mortal-, estaba colgado anoche del techo de la habitaci¨®n 201 de la cl¨ªnica Asepeyo. Sin ese pie, sin ese tobillo, el partido de anoche, en el Camp Nou, fue sumamente aburrido, soso, falto de inspiraci¨®n, gracia y salero.Artola mostr¨® anoche la seguridad de El Pelusa. S¨¢nchez, casi su misma estatura. Migueli, su coraz¨®n. Moratalla, su ilusi¨®n. Julio Alberto, su velocidad. V¨ªctor, su camiseta. Schuster, su carisma. Alonso, sus ansias de triunfo. Carrasco, sus botas. Quini, su amistad. Y Esteban, su mismo pelo. Pero ¨¦l no estaba all¨ª y la afici¨®n prefiri¨® quedarse en casa. Maradona, que ni siquiera tuvo ganas de seguir todo el partido por radio, descansaba en la misma habitaci¨®n, donde Enrique Castro Quini se pas¨® toda la noche del s¨¢bado al domingo prometiendo que, si era alineado el mi¨¦rcoles ante el Magdeburgo, perseguir¨ªa los goles con el mismo olfato, ilusi¨®n y carif¨ªo que lo hace ¨¦l. Los pocos que fueron anoche al Camp Nou debieron conformarse con las excelentes paradas de Artola, las galopadas de Julio Alberto, la moto de Esteban, las buenas intenciones de Bernd, el remate de El Brujo, las ganas de Moratalla por quitarle el sitio a Alexanko y el voluntarismo de los alemanes.
Y es posible que el argentino intentara ayer una curaci¨®n milagrosa parecida a la que ide¨® Francisco Platko, aquel excelente portero del Barcelona, fallecido recientemente. Cuentan que un d¨ªa, en 1928, Platko se encontraba con la cabeza vendada en la habitaci¨®n de un hotel de Santander, donde el Barga se hospedaba mientras jugaba la final de la Copa en una serie de tres encuentros. Platko, quehab¨ªa terminado en ese estado el primer partido, quer¨ªa, en contra de la opini¨®n de los m¨¦dicos, jugar al d¨ªa siguiente "sea como sea". Tuvo una idea y les pidi¨® a sus compa?eros que fueran a buscar a Carlos Gardel. "Sus tangos me pondr¨¢n bueno", coment¨® Platko.
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