"Estamos en una zona explosiva disputada por la extrema izquierda y la extrema derecha"
El ministro de Seguridad de Costa Rica, ?ngel Edmundo Solano, es un pol¨ªtico controvertido. Algunos le acusan de comunista porque en aplicaci¨®n del principio de neutralidad ha detenido a combatientes antisandinistas, les ha decomisado armas y les ha desmantelado varios campos de entrenamiento. Otros opinan que la presencia en el pa¨ªs de las oficinas centrales de Ed¨¦n Pastora y Alfonso Robelo supone una cierta beligerancia contra el r¨¦gimen nicarag¨¹ense. En medio de una de las zonas m¨¢s conflictivas del mundo, este abogado tiene la responsabilidad de garantizar la seguridad en un pa¨ªs que carece de ej¨¦rcito.Pregunta. ?Cu¨¢les son las amenazas m¨¢s graves a la seguridad de Costa Rica?
Respuesta. Estamos en una zona explosiva donde juegan intereses de extrema izquierda y de extrema derecha, atizados por las superpotencias. El hecho de no tener un ej¨¦rcito, que es un orgullo, ha facilitado la acci¨®n de grupos for¨¢neos. A eso se suma una grave crisis econ¨®mica y social, que ha golpeado a las clases medias y bajas, y que puede ser utilizada por corrientes extremistas.
P. Pero ?no interesa a todos que este pa¨ªs siga como est¨¢, porque al fin y al cabo es el ¨²nico refugio de la regi¨®n?
R. Si yo fuera guerrillero o militar en Centroam¨¦rica creo que me gustar¨ªa que as¨ª fuera. Lo que ocurre es que hay que verlo a la luz de una estrategia global. Lo que determinados intereses quieren para Nicaragua lo quieren tambi¨¦n para nosotros. Y lo mismo se puede aplicara los reg¨ªmenes militaristas. Costa Rica es un mal ejemplo para ambos.
P. Algunos sectores plantean el temor de que Costa Rica se libanice ?Es real ese peligro?
R. Cuando recientemente la fuerza p¨²blica hizo una gran redada en el cant¨®n de Upala, donde se hab¨ªan registrado enfrentamientos entre sandinistas y antisandinistas, es decir, entre nicarag¨¹enses en nuestro territorio, est¨¢bamos tratando precisamente de que eso no sucediera. Mientras las fuerzas de seguridad puedan controlar el pa¨ªs, podremos impedir que ¨¦ste se convierta en campo de batalla de disputas ajenas.
Ah¨ª es donde veo la necesidad de adiestrar y fortalecer a la polic¨ªa, sin necesidad de crear un ej¨¦rcito. Que esto no se convierta en un L¨ªbano depende fundamentalmente de nosotros.
P. ?C¨®mo se compatibiliza el principio de neutralidad que ustedes preconizan con la presencia de Ed¨¦n Pastora en Costa Rica?
R. Hay que entender la tradici¨®n de asilo de este pa¨ªs, que por a?os ha abierto sus puertas a los perseguidos de izquierda y de derecha, de forma que est¨¢ ARDE (Alianza Revolucionaria Democr¨¢tica), pero tambi¨¦n hay un centro del Farabundo Mart¨ª (guerrilla salvadore?a) y otro de los exiliados chilenos. Los de ARDE tienen aqu¨ª espacio pol¨ªtico para criticar, pero no espacio b¨¦lico.
Ed¨¦n Pastora est¨¢ t¨¦cnicamente expulsado del pa¨ªs. Tambi¨¦n tuvieron que salir Fernando Chamorro y el ingeniero Avil¨¦s. La duda que se me plantea es si los partes de guerra constituyen una incursi¨®n b¨¦lica.
P. Pero para nadie es un secreto que hay fincas en Costa Rica que se han convertido en campos de entrenamiento de ARDE.
R. En derecho existe el axioma de que nadie est¨¢ obligado a lo imposible. El principio de neutralidad debe entenderse como la voluntad pol¨ªtica del Gobierno de no permitir que se use su territorio para atacar a Nicaragua. Esta decisi¨®n est¨¢ avalada por los siguientes hechos: una cuarta parte de la fuerza p¨²blica est¨¢ en la zona norte y un 20% del presupuesto de seguridad se ha gastado en atender la frontera, a¨²n a riesgo de desatender la seguridad ciudadana. Los resultados est¨¢n ah¨ª: hace 15 d¨ªas, el Gobierno decomis¨® una lancha de ARDE con m¨¢s de 200 armas, detuvo a 21 personas y evit¨® que se atacara el puesto fronterizo de Pe?as Blancas. A lo largo del a?o hemos desbaratado no menos de 25 campamentos. Cuando le digo que no estamos obligados a lo imposible quiero se?alar que si Nicaragua, con 10.000 soldados en la zona sur, no puede impedir el avance de las fuerzas guerrilleras, ?qu¨¦ podemos hacer nosotros con poco m¨¢s de 1.000 hombres en 320 kil¨®metros de frontera, en su mayor¨ªa inh¨®spita?. Los sandinistas nos acusan de que salen aviones de aqu¨ª. Pastora dice que les hacemos m¨¢s bajas que los sandinistas.
P. Despu¨¦s del revuelo organizado en torno al caso del etarra, al final s¨®lo le han acusado a Gregorio Jim¨¦nez de usa de documentos falsos. ?No podr¨ªan los sandinistas acusarles a ustedes de haberse precipitado antes de tener las pruebas?
R. Ha habido declaraciones que quiz¨¢ no han sido convenientes. Pero la informaci¨®n dada por la polic¨ªa espa?ola sobre los antecedentes de Gregorio Jim¨¦nez, y sus propias declaraciones ante la Direcci¨®n de Seguridad hicieron que se le acusara de ese compl¨®. Lo que ocurre es que este es un pa¨ªs de leyes y la declaraci¨®n ante la polic¨ªa no tiene valor judicial. En este caso ha habido sin duda m¨¢s ingredientes pol¨ªticos que estrictamente jur¨ªdicos. De ah¨ª mi inter¨¦s en pasarlo a la justicia.
P. Estos d¨ªas se ha visto en Lim¨®n el juicio por un atentado entre salvadore?os. El hecho de que este caso levantase un esc¨¢ndalo mucho menor que el del etarra, ?significa que Costa Rica ve en Nicaragua el mayor peligro para su estabilidad?
R. El pueblo costarricense es enemigo de los extremismos y ve con aprensi¨®n lo que ocurre arriba de nuestras fronteras. No ser¨ªa correcto decirle que no existe una preocupaci¨®n especial por la marcha de Nicaragua, sobre todo se si tiene en cuenta que nuestro pa¨ªs se entreg¨® para lograr la ca¨ªda de Somoza. Pero quienes hemos sido simpatizantes de la revoluci¨®n sandinista lo hemos sido del proyecto original. Creemos en la necesidad de cambios en las estructuras econ¨®micas y sociales, pero consideramos tambi¨¦n que deben respetarse los diez puntos del programa: elecciones libres, pluralismo pol¨ªtico, econom¨ªa mixta, respeto de los derechos humanos. Claro que hay temor en Costa Rica ante la posibilidad de que se instale un r¨¦gimen marxista, porque el marxismo es expansivo por naturaleza. Pero igualmente existe el temor de que pueda ocurrir algo similar a lo de El Salvador o Guatemala. No queremos se?alar a Nicaragua como nuestro principal enemigo, ni que ellos lo piensen de nosotros. Porque ese d¨ªa estar¨ªamos en puertas de resucitar el ej¨¦rcito.
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