Un gal¨¦s de 51 a?os suceder¨¢ a Foot como nuevo l¨ªder de los laboristas brit¨¢nicos
Salvo incidentes de ¨²ltima hora, Neil Kinnock, un gal¨¦s de 41 a?os, representante del ala izquierda moderada, ser¨¢ elegido el pr¨®ximo domingo en el congreso laborista brit¨¢nico nuevo l¨ªder del partido y sucesor de Michael Foot. Kinnock ha logrado hacerse con el apoyo de la mayor¨ªa de los sindicatos y comit¨¦s laboristas locales y nadie parece en condiciones de poder hacerle sombra.
La batalla se presenta m¨¢s complicada en el caso del vicel¨ªder, o n¨²mero dos, puesto para el que compiten dos personalidades muy diferentes: Roy Hattersley, portavoz del ala moderada, y Michael Meacher, representante del ala m¨¢s radical. Una eventual victoria de Meacher, que parece dif¨ªcil sobre el papel, podr¨ªa provocar la huida hacia el Partido Socialdem¨®crata de algunos diputados laboristas moderados.El 82? congreso anual del Partido Laborista se re¨²ne en circunstancias muy especiales. La primera de todas, el shock de su estruendosa derrota electoral del pasado mes de julio, que llev¨® a los laboristas a su nivel m¨¢s bajo, en esca?os y en votos, desde la guerra mundial. La segunda, la desaparici¨®n del primer plano de la escena pol¨ªtica de las figuras que durante los ¨²ltimos 15 a?os han marcado la l¨ªnea del partido: Michael Foot, Denis Healey, Tony Benn, Eric Heffer, Peter Shore... Ninguno de ellos, por un motivo o por otro, compite esta vez directamente por los dos puestos clave. Tercera, la conciencia, exacerbada por el fracaso electoral, de la inadecuaci¨®n del programa del Partido Laborista a la situaci¨®n actual de la sociedad brit¨¢nica. Y cuarta, la perpetuaci¨®n de las luchas internas entre el sector m¨¢s radical y el m¨¢s moderado, que dan al elector la imagen de un partido dividido.
Para muchos comentaristas pol¨ªticos el Partido Laborista est¨¢ atravesando la peor crisis de su historia. El primer golpe serio lo constituy¨® la huida en 1981 de cuatro destacados diputados que fundaron el Partido Socialdem¨®crata (SDP), que cuenta s¨®lo con seis esca?os en la C¨¢mara actual, pero ha arrebatado suficientes votos a los socialistas como para que su mera existencia sea considerada como un quebradero de cabeza. La huida -tanto a la alianza liberal socialdem¨®crata como al partido conservador- de uno de cada tres electores que hab¨ªa votado laborista en 1979 es un dato que los futuros dirigentes del socialismo brit¨¢nico tendr¨¢n que tener presente en los pr¨®ximos a?os si pretenden no ya ganar en un futuro pr¨®ximo las elecciones sino simplemente no hundirse m¨¢s a¨²n.
La primera tarea de Neil Kinnock tendr¨¢ que ser apaciguar los ¨¢nimos y unir disciplinadamente a las bases antes de intentar sacarlo del estado de lasitud y de shock en el que parece encontrarse. Su ¨¦xito depende en buena medida de qui¨¦n ser¨¢ el vicel¨ªder elegido por el congreso. Ninguno de los dos candidatos procede de su mismo sector, pero aunque Kinnock se mantiene en un discreto silencio, muchos estiman que preferir¨ªan a Roy Hattersley. Un n¨²mero dos moderado constituir¨ªa una garant¨ªa para el ala que reprocha a los radicales la pr¨¢ctica destrucci¨®n del partido y evitar¨ªa que algunos diputados coquetearan con el SDP. Adem¨¢s, supondr¨ªa una garant¨ªa para los sindicatos que han votado en su ¨²ltimo y reciente congreso un giro a la derecha y una mayor separaci¨®n del partido pol¨ªtico. El Partido Laborista brit¨¢nico se financia fundamentalmente con fondos sindicales, y aunque reclama tambi¨¦n una mayor independencia con respecto a las Trade Unions, no podr¨ªa soportar una desvinculaci¨®n casi total.
Cambios profundos
Aun en el caso de que el congreso decida aupar a lo que algunos llaman ya el dream-ticket (equipo de ensue?o), es decir, a Kinnock-Hattersley, y aunque ambos fueran capaces de colaborar pese a sus evidentes diferencias personales, los problemas de los laboristas no habr¨ªan acabado, porque no se reducen s¨®lo a un problema de liderazgo. Kinnock y Hattersley tendr¨ªan que iniciar un cambio profundo en el programa y estructura del partido y hacerlo adem¨¢s con prudencia a fin de no desorientar a¨²n m¨¢s al electorado. Los aspectos que reclaman un cambio m¨¢s urgente son los relacionados con la pol¨ªtica econ¨®mica y con la pol¨ªtica de defensa. Kinnock es, personalmente, un notorio partidario del desarme nuclear unilateral, mientras que Hattersley defiende el desarme multilateral.
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