Errores policiales
LOS DISPAROS de un miembro de la Guardia Civil contra una pareja de novios en las afueras de Le¨®n cu¨¢ndo los j¨®venes se encontraban en el interior de un coche parecen un desgraciado eslab¨®n m¨¢s en la cadena de infortunios y desaciertos de los que est¨¢n siendo protagonistas las fuerzas de seguridad en los ¨²ltimos tiempos. Tres d¨ªas despu¨¦s de este accidente, que ha provocado la par¨¢lisis de las extremidades inferiores de la joven Felisa de la Varga, de 19 a?os, no existe a¨²n ninguna informaci¨®n oficial que diera cuenta de lo sucedido. Esta historia, que evoca el triste suceso del mes de febrero en Valmojado (Toledo), donde fue muerto por la Guardia Civil un nido de dos a?os perteneciente a una familia que no respet¨® un control sin m¨¢s se?al que la vacilante luz de una linterna, vuelve a poner en cuesti¨®n la seguridad de los ciudadanos ante unas fuerzas no suficientemente adiestradas para cumplir con acierto determinadas misiones de vigilancia.La lista de desatinos a cargo de la polic¨ªa y de la Guardia Civil, junto a acciones certeras que no excusan para nada los errores, sino que los abultan, ha contribuido a crear la sensaci¨®n de qu¨¦ algo importante falta en la organizaci¨®n de las fuerzas de seguridad p¨²blica. Unas veces por exceso y precipitaci¨®n, como han sido los casos repetidos de muertos y heridos en los controles o en circunstancias que hicieron sospechosos y merecedores de disparos a ciudadanos honorables (Almer¨ªa, Trebujena, Valmojado, Le¨®n ahora), y otras por defecto y candidez de las patrullas, el resultado es que el prestigio policial en este pa¨ªs est¨¢ en entredicho. Y con ¨¦l, obviamente, la garant¨ªa de orden que los ciudadanos de un Estado democr¨¢tico deben recibir de los servicios directamente encargados de proporcion¨¢rsela.
Sobre la ineptitud de algunas dotaciones, la bochornosa peripecia de dos fugitivos que se apoderaronde un coche-patrulla zeta y robaron adem¨¢s una metralleta abandonada en su interior, mientras los dos polic¨ªas les buscaban por otros parajes, no ha sido un caso curioso y aislado. Apenas una semana despu¨¦s de esta grotesca experiencia, el hijo del comandante S¨¢enz de Ynestrillas y otros dos ultras arrebataban las armas a dos polic¨ªas nacionales en pleno centro de Madrid. La Inspecci¨®n General de la Polic¨ªa Nacional abri¨® una informaci¨®n interna para delimitar responsabilidades en este ¨²ltimo, caso y ya inmediatamente despu¨¦s varios mandos calificaron esta actuaci¨®n policial de "incorrecta", Otros hechos lamentables, Como los que ha interpretado la polic¨ªa aut¨®noma vasca (Ertzaina) con cuatro personas muertas, entre ellas un ni?o de un a?o y una mujer embarazada, y el burdo truco del cambiazo que permiti¨® una fuga en la prisi¨®n de Carabanchel (v¨¦ase EL PAIS del 17 de septiembre de 1983), conforman un panorama en el que s¨®lo una benevolencia rayana en la ingenuidad puede atribuir al azar o a la mala suerte de los cuerpos implicados. Pero lo m¨¢s notable es la resistencia, ahora y antes, de la Guardia Civil a informar debidamente de hechos como el de Le¨®n, la tendencia a la justificaci¨®n indiscr¨ªminada y la soledad del ciudadano ante el abuso de las armas.
Todas las recientes palabras de reconocimiento y est¨ªmulo a la labor de las fuerzas de seguridad por parte de un ministro del Interior contrito de sus innecesarios e imprudentes desahogos, o por parte de un presidente de Gobierno con prop¨®sitos de concordia espiritual, chocan ahora; para mayor abrumaci¨®n, con el atolondrado comportamiento de unos guardias que hacen correr sangre inocente. Pero la identidad de los culpables sigue sin conocerse, y quiz¨¢ se vuelva a decir que estas cosas pasan y que son gajes del oficio. Ser¨ªa, adem¨¢s, temerario que, con el af¨¢n de no suscitar malestar, la cr¨ªtica de estos siniestros se detuviera en la mera depuraci¨®n de las responsabilidades individuales, que no podemos estar siquiera seguros de que se exijan en forma, a la vista de la tradici¨®n. Una reconsideraci¨®n del grado de eficiencia y cualificaci¨®n de los cuerpos a los que est¨¢ encomendada la persecuci¨®n del delito y su proceso, de identificaci¨®n y detenci¨®n de delincuentes se revela today¨ªa como una labor pendiente de este Estado democr¨¢tico. Los socialistas, que no ahorraron censuras desde la oposici¨®n, son ahora los emplazados a actuar con la prontitud y energ¨ªa que reclama la situaci¨®n. Admitim¨®s que los errores son posibles en la mejor de las polic¨ªas. Pero en la peor de ellas deben pagar quienes los cometan.
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