Memorable despedida de Manolo V¨¢zquez
Por la puerta del Pr¨ªncipe sal¨ªa a hombros Manolo V¨¢zquez, despu¨¦s de haber protagonizado una tarde memorable. Su despedida ha sido una continua apoteosis. Cuando su propio hijo le cortaba la coleta, rodeado de la cuadrilla y fot¨®grafos, lloraba el torero y yo creo que llor¨¢bamos todos en la plaza. La emoci¨®n era incontenible. Las restantes cuadrillas, con Anto?ete al frente, se romp¨ªan las manos de aplaudir. Eramos conscientes de que hab¨ªamos vivido un acontecimiento hist¨®rico y nadie quer¨ªa abandonar los tendidos. ?Qu¨¦ hab¨ªa ocurrido all¨ª?A las cinco en punto de la tarde, hora torera y hora de romance, hab¨ªa comenzado el gran acontecimiento. Hubo un extraordinario tercio de quites en el primer toro. Manolo V¨¢zquez lo hizo por chicuelinas ce?id¨ªsimas; Anto?ete, con ver¨®nica y media belmontina, que le salieron de antolog¨ªa. En la muleta, el veterano maestro de San Bernardo empezaba a magnificar su despedida con un recital del toreo en redondo, mediante tres series de alta escuela, rematadas con su torer¨ªa peculiar. Este recital lo repetir¨ªa en el quinto -el ¨²ltimo toro de su vida- el cual era complicado, violento y manso de los que se van del enga?o, gazap¨®n. Le hizo el toreo de frente que le dio fama en su primera ¨¦poca. Alegraba con la voz, se cruzaba, y convert¨ªa el muletazo en un suave aleteo de fantas¨ªa.
Plaza de Sevilla
12 de octubre.Toros: primero y sexto de Jandilla, encastados; segundo de S¨¢nchez Dalp, manejable; tercero de Manolo Gonz¨¢lez, manso y noble; cuarto y quinto de N¨²?ez Moreno, mansos. Manolo V¨¢zquez, que se desped¨ªa del toreo. Estocada ca¨ªda (oreja). Pinchazo y estocada ca¨ªda (dos orejas, clamorosa vuelta al ruedo y aclamaciones de "?torero!). Pinchazo y media baj¨ªsima (oreja, clamorosa vuelta al ruedo y tres salidas al platillo entre aclamaciones). Anto?ete. Dos pinchazos (ovaci¨®n y salida al tercio). Pinchazo y media atravesada (ovaci¨®n y saludos). Pinchazo y bajonazo (gran ovaci¨®n). Manolo V¨¢zquez sali¨® a hombros por, la puerta del Pr¨ªncipe.
Hab¨ªa brindado ese toro al p¨²blico, en medio de una enorme ovaci¨®n, a la que se sum¨® con los compases del pasodoble la banda del maestro Tejera, y despu¨¦s de la clamorosa vuelta al ruedo, los aplausos no terminaban, sino que iban a m¨¢s y eran por buler¨ªas. Hasta tres veces tuvo que salir al mism¨ªsimo platillo a saludar y la plaza entera le aclamaba "?torero!".
Pero la apoteosis se produjo en el tercero, un cinque?o terciado, manso, que acab¨® nobil¨ªsimo. O nobil¨ªsimo lo convirti¨® Manolo V¨¢zquez en los ayudados por alto ganando terreno y curvando a la cadera la trayectoria del viaje; los remates por bajo en ligaz¨®n; las series de redondos y naturales. Del toreo puro hac¨ªa esencia, y aquello ya no era torear, sino oficiar de pontifical el rito de la tauromaquia. De frente o cargando la suerte, ligando pases de pecho de espeluznante exposici¨®n, pero tambi¨¦n de m¨¢gico dibujo. Lo tendidos se cuajaban de pa?uelos la gente daba brincos y la Maestranza era un clamor: "?torero, torero!". Manolo V¨¢zquez caminaba en majestad; ebrio de torer¨ªa reemprend¨ªa el toreo de filigrana. Y adem¨¢s, pases de pecho en vaiv¨¦n, ligados, del corte de esos que han dado fama al torero de la vertical impavidez; hasta esos dio, a manera de lecci¨®n, y como con desd¨¦n. Un alarde de poder¨ªo, que abandon¨®, porque el toreo aut¨¦ntico, y el dif¨ªcil, es el otro, el que hab¨ªa desgranado y sigui¨® desgranando despu¨¦s, en medio del delirio. La grandeza de la faena de Manolo V¨¢zquez convirti¨® la Maestranza en un manicomio.
Anto?ete le brind¨® el quinto toro. Anto?ete tuvo una actuaci¨®n llena de detalles toreros y la gente le aplaudi¨® a rabiar; pero no redonde¨® su tarde. A¨²n no le ha llegado la hora de la despedida y ojal¨¢ est¨¦ lejana. Tore¨® bien a un toro manejable; no redujo al manso del brindis, que escapaba del enga?o; el ¨²ltimo ten¨ªa mucha casta y no logr¨® someterlo. Su vitola de gran torero, sin embargo, supo entenderla el p¨²blico, que le despidi¨® con una fuerte ovaci¨®n.
Y all¨ª se quedaba la gente, en el grader¨ªo, remoloneando la salida, sin dejar de paladear la tarde memorable de Manolo V¨¢zquez, que ya es un torero para la historia. Yo no s¨¦ si es posible comprender lo que ayer lleg¨® a crear en el albero de la Maestranza. El tiempo, s¨®lo el tiempo, podr¨¢ dar perspectiva a tanta grandeza.
La cuadrilla le sac¨® a hombros
Eran las 19.20 horas cuando el hijo de Manolo V¨¢zquez desprend¨ªa la coleta torera a su padre. Ambos se abrazaron. El torero dio una vuelta al ruedo a hombros de su cuadrilla y ¨¦sta fue relevada para la salida por la puerta del Pr¨ªncipe. Una multitud acompa?¨® al torero por el Arenal.Su primer toro lo brind¨® Manolo V¨¢zquez a un amigo de Madrid, no taurino; el segundo, a su hermana, y el tercero al p¨²blico.
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