La democracia parlamentaria en el mundo
El perfeccionamiento de la democracia parlamentaria, que es la ¨²nica arma democr¨¢tica de Gobierno, se hace posible gracias, precisamente, a su actitud modesta de ponerse en cuesti¨®n ella misma en la incesante b¨²squeda de un fr¨¢gil equilibrio entre los valores de la libertad y de la igualdad, que recuerda, como dice Duverger, la t¨¦cnica de la aviaci¨®n, que mantiene en el aire algo m¨¢s pesado que el aire. La democracia es el ¨²nico sistema pol¨ªtico que es capaz de conciliar la eficacia del Estado con su legitimidad, el poder con la libertad individual.Pero la democracia parlamentaria, que funciona desde hace dos siglos, est¨¢ ausente en la mayor¨ªa de los pa¨ªses del mundo y es todav¨ªa m¨¢s un m¨¦todo de representaci¨®n pol¨ªtica que de participaci¨®n social, que se manifiesta m¨¢s en postulados formales que en actuaciones reales.
Del amplio temario debatido en Estrasburgo entresaco los siguientes puntos:
Separaci¨®n de poderes
La separaci¨®n de poderes y el imperio del Derecho son principios fundamentales que deben reafirmarse en la democracia. En cuanto al primero, se constata, sin embargo, que la supremac¨ªa del poder ejecutivo convierte a veces la divisi¨®n de poderes dise?ada por Montesquieu en una distribuci¨®n funcional del poder entre diversas personas que se hallan condicionadas por deber su nombramiento, directa o indirectamente, al Gobierno. Se hace necesario robustecer el prestigio del poder legislativo. Con frecuencia, los ciudadanos se muestran decepcionados cuando constatan que en realidad la toma de decisiones pol¨ªticas se efect¨²a m¨¢s por los bur¨®cratas y los expertos al servicio de los Gobiernos que por los representantes elegidos por el pueblo. Como denuncia Max Weber, los representantes p¨²blicos pueden convertirse en un reba?o disciplinado, si se except¨²a alg¨²n exc¨¦ntrico y los miembros del aparato a quienes corresponde el padrinazgo de la distribuci¨®n de cargos. En el Parlamento es preciso que las actuaciones no se limiten s¨®lo a los jefes de fila de los partidos y se posibilite la intervenci¨®n espont¨¢nea de los parlamentarios en aquellos temas de su inter¨¦s.
La democracia hoy necesita reforzar los controles cl¨¢sicos del poder a trav¨¦s de un fortalecimiento del papel de la oposici¨®n pol¨ªtica que, asumiendo los principios democr¨¢ticos, debe poseer los mecanismos adecuados para ejercer su importante funci¨®n con efectividad. Ten¨ªa raz¨®n Benjam¨ªn Disraeli cuando se?alaba la paradoja de que ning¨²n Gobierno est¨¢ seguro sin una fuerte oposici¨®n.
Control de los poderes p¨²blicos
En cuanto al imperio del Derecho, ¨¦ste debe convertirse en un formidable control de los poderes p¨²blicos, que no podr¨¢n traspasar sus propios ¨¢mbitos de competitividad. La relevancia del Derecho en la democracia tiene su momento cumbre en la exigencia del respeto de los derechos fundamentales de la persona como elemento legitimador de toda acci¨®n pol¨ªtica. Motivo frecuente de conflicto entre poder y Derecho lo constituye el que un aumento de la delincuencia y del terrorismo haga caer a los Gobiernos en la tentaci¨®n de recurrir a legislaciones especiales, desprovistas de las garant¨ªas necesarias exigidas por los derechos fundamentales. Por encima de los acuerdos de las fuerzas pol¨ªticas representativas, que siempre ser¨¢n necesarios en cuestiones muy concretas, la clave de la democracia consiste en hacer posible la participaci¨®n pol¨ªtica de los ciudadanos. Una democracia ser¨¢ s¨®lida cuando no tenga necesidad de tutelas porque su principal soporte lo constituye la participaci¨®n popular.
Los partidos pol¨ªticos, a condici¨®n de que funcionen, son una escrupulosa democracia interna, constituyen el n¨²cleo fundamental de la participaci¨®n pol¨ªtica y ejercen una tarea irremplazable, ya que, desde su ideolog¨ªa concreta, se preocupan de la sociedad en general, al contrario de los grupos o asociaciones de intereses particulares.
Empresarios y sindicatos
Organizaciones sindicales y empresariales son tambi¨¦n elementos indispensables de participaci¨®n social con efectos sobre la vida pol¨ªtica. Sin embargo, deben actuar dentro de los l¨ªmites de su representaci¨®n. A veces, unas u otras intentan imponer su voluntad a la mayor¨ªa de la sociedad, explotando una fuerza de negociaci¨®n desproporcionada a su representatividad.
Pero el monopolio de la participaci¨®n pol¨ªtica no lo poseen ni los partidos pol¨ªticos ni los pol¨ªticos profesionales, sean o no parlamentarios. La vitalidad de la democracia necesita propiciar nuevos cauces de participaci¨®n. En este sentido, no s¨®lo se ha de respetar la actividad de las minor¨ªas, sino tambi¨¦n estar abiertos a sus alternativas. Com6 se?ala Pascal, al final de cada verdad es necesario admitir que se encuentra la verdad contraria. A movimientos sociales tales como los de la paz, del medio ambiente y de defensa de los derechos civiles no s¨®lo se les debe soportar o incluso identificarse con ellos por est¨¦tica, sino tambi¨¦n facilitarles el acceso a los poderes del Estado para que puedan presentar y defender sus reivindicaciones. Siempre que sea sin violencia, incluso las manifesitaciones p¨²blicas de protesta son muestra de la rica psicolog¨ªa de la democracia y no de su patolog¨ªa. S¨®lo una plena participaci¨®n pol¨ªtica permite a la democracia adaptarse a la compleja realidad social y a sus circunstancias cambiantes. Alvin Toffler se?ala que los partidos pol¨ªticos fundados sobre un mundo de movimientos lentos deben transformarse en partidos modulados, adaptables a las fluctuaciones de la realidad social. Los partidos del ma?ana, escribe el autor de La tercera ola, ser¨¢n partidos intermitentes.
La importancia de la informaci¨®n, la propiedad de los media, as¨ª como las ayudas econ¨®micas del Estado son temas que tambi¨¦n se debatieron en Estrasburgo, subray¨¢ndose el que la informaci¨®n, al propio tiempo que veh¨ªculo para la participaci¨®n, es tambi¨¦n un medio indispensable de control del poder pol¨ªtico. Para muchos pol¨ªticos el test democr¨¢tico consiste en la capacidad de encaje de la cr¨ªtica pol¨ªtica. Es cierto que hasta ahora las aportaciones de la democracia han sido m¨¢s brillantes en el campo de la teor¨ªa de las libertades p¨²blicas que en la conquista del bienestar material.
Por ello, el reto de la democracia hoy es ser una democracia eficaz. No debe ser contemplada s¨®lo como el ¨²nico sistema de legitimaci¨®n del poder pol¨ªtico, sino como el m¨¢s capaz para establecer soluciones econ¨®micas equilibradas y justas. No cabe duda que la participaci¨®n pol¨ªtica se encuentra hipotecada en los sistemas democr¨¢ticos por la seria amenaza del paro, de la recesi¨®n econ¨®mica y por el desencanto pol¨ªtico que ello produce, principalmente en los j¨®venes. En la Comunidad Econ¨®mica Europea el paro afecta en un 42% a los menores de 25 a?os. Se hace, por tanto, urgente buscar f¨®rmulas de compromiso entre la libertad de empresa y la actuaci¨®n econ¨®mica del Estado. En Estrasburgo se ha solicitado que se a?ada a la Convenci¨®n Europea de Derechos Humanos un nuevo cap¨ªtulo econ¨®mico y social.
Autoridad moral
La democracia perder¨¢ la autoridad moral que ostenta en el mundo, y principalmente entre los j¨®venes, que no admiten la hipocres¨ªa, si los Gobiernos democr¨¢ticos no condenan claramente los reg¨ªmenes dictatoriales. El caso de Turqu¨ªa, miembro, todav¨ªa, del Consejo de Europa, supone claramente una contradicci¨®n democr¨¢tica. Los pa¨ªses democr¨¢ticos perder¨¢n tambi¨¦n su prestigio si se muestran complacientes con el gran foso que separa el Norte del Sur, los pa¨ªses ricos y los pa¨ªses pobres, y con la situaci¨®n de hambre que afecta a m¨¢s de la cuarta parte del mundo. Incluso en la propia Europa la insolidaridad est¨¢ bien patente, como lo demuestra el hecho, denunciado en Estrasburgo, de las discriminaciones educativas y laborales de los emigrantes, en una, muestra de indudable xenofobia.
Debe quedar bien claro que hoy ninguna naci¨®n, ning¨²n grupo de naciones pueden salvarse por s¨ª solas. Ni hay progreso real a nivel nacional si el progreso mundial no est¨¢ asegurado. Tal es la inevitable realidad de la interdependencia reciente del mundo de hoy. Debemos reconocer, como se?ala Pierre Trudeau, que si el pasado de la humanidad ha sido heterog¨¦neo e inconexo, no habr¨¢ m¨¢s que un mismo futuro para todos.
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