La participaci¨®n municipal en los Presupuestos Generales de Estado
Nos encontramos as¨ª, en materia de financiaci¨®n de las haciendas locales, con una primera y confusa promesa de incluir en los Presupuestos Generales del Estado la cifra de alrededor de 100.000 millones de pesetas -que luego fueron corregidos en unos 70.000 millones- para atender los d¨¦ficit municipales.La imprecisi¨®n de las cifras y el anuncio de las mimas por un ministro no econ¨®mico (fue el de la Administraci¨®n Territorial) dio la pista para pensar que no iban a ir a misa, es decir, a los Presupuestos.
A pesar de esta impresi¨®n confusa, el permanente estado de necesidad de los ayuntamientos -acentuado ¨²ltimamente y especialmente en los grandes- hizo creyentes fieles hasta a los m¨¢s esc¨¦pticos regidores, que, felices, se pusieron a pensar en nuevas formas de gastar dinero, desembaraz¨¢ndose de la carga de deudas que por su mala gesti¨®n hab¨ªan acumulado; vamos, un desastre econ¨®mico-municipal.
Pero la decisi¨®n socialista rompi¨® la enso?aci¨®n en que los mun¨ªcipes se encontraban, especialmente los correligionarios ideol¨®gicos, y la situaci¨®n real de grave endeudamiento de las corporaciones locales ha vuelto a evidenciarse, y con mala soluci¨®n.
Ante este panorama, cabe hacer algunas reflexiones:
1. Los ayuntamientos, factor clave de la vida social y elemento importante de la vida econ¨®mica -tanto m¨¢s cuanto mayor es su dimensi¨®n-, han de ser piezas integradas y arm¨®nicas de ese mismo sistema econ¨®mico, y en consecuencia, si las circunstancias de la naci¨®n imponen la austeridad, ¨¦sta ha de ser tenida en cuenta por las corporaciones locales. Otra cosa es vivir de espaldas e in solidariamente con la crisis general. Si el d¨¦ficit p¨²blico ha de contenerse, es l¨®gico y preciso que tambi¨¦n se limite el municipal.
2. La mayor participaci¨®n del ayuntamiento en los Presupuestos Generales del Estado ha de venir equilibrada con las competencias asumidas por ¨¦stos. No son v¨¢lidas las argumentaciones que solicitan mayor participaci¨®n p¨²blica para la Administraci¨®n local bas¨¢ndose en los porcentajes superiores al 12% que tienen en las naciones europeas, porque tal cifra hay que valorarla en funci¨®n de las propias competencias, y nuestros ayuntamientos tienen, hoy por hoy, atribuidas menos competencias que en el resto de Europa.
Aunque, si fuera posible, bien venidas sean las mayores participaciones en los presupuestos p¨²blicos a trav¨¦s del Fondo de Cooperaci¨®n, pero anotando que, en todo caso, los antes fustigadores del Gobierno -?eh, se?or Leguina?- por no incrementar ese porcentaje tendr¨ªan ahora que armar alg¨²n alboroto, salvo que la disciplina del partido se les imponga.
Gastos e ingresos
3. Los ayuntamientos han de justificar ante sus ciudadanos la forma de administrar los caudales p¨²blicos y, en consecuencia, atenerse al resultado de dicha administraci¨®n, procurando, si no quieren hacerse gravosos para el resto de la naci¨®n, atemperar sus gastos con los ingresos que dimanan, en su mayor parte, de lo recaudado de sus propios ciudadanos. Luego vendr¨¢n las justas y necesarias distribuciones de los fondos nacionales que ayuden -pero nunca que sustituyan- a sufragar aquellos gastos que, siendo imprescindibles, no se acierten a financiar con la imposici¨®n propia. En resumen: austeridad en el gasto, imposici¨®n propia suficiente y, subsidiariamente y con sentido de redistribuci¨®n nacional, la ayuda estatal.4. Arb¨ªtrense por la v¨ªa legal los recursos suficientes para los ayuntamientos, pero en todo caso, con la contrapartida del control. Y eso no quebranta lo dispuesto en el art¨ªculo 140 de la Constituci¨®n.
La autonom¨ªa municipal se gana por esfuerzo propio: buena administraci¨®n y eficacia, en los servicios, que significa gastar en lo preciso y dentro de las verdaderas posibilidades. Y no implica -como cree el portavoz del PCE en el Ayuntamiento de Madrid, seg¨²n ha explicado en estas mismas p¨¢ginas- que la oposici¨®n recorte en el chocolate del loro, sino el tener un estricto sentido de la justicia, la solidaridad y de lo que supone administrar fondos ajenos; lo que, por otra parte, son valores que dif¨ªcilmente pueden concebirse -a las pruebas me remito- en una Administraci¨®n socialista-comunista.
5. Hay que reconocer que los planes municipales en marcha se ponen en evidente peligro con las medidas adoptadas por el Ejecutivo socialista, pues no ser¨¢n viables, ya que les faltar¨¢ la adecuada financiaci¨®n. De entre ¨¦stos destaca por su importancia el Plan General de Ordenaci¨®n Urbana de Madrid, con consecuencias grav¨ªsimas. Ya venimos advirtiendo desde hace a?os a los empecinados y voluntariosos redactores del plan que no valen audiovisuales brillantes (y car¨ªsimos) ni altaneras exposiciones, que lo primordial era la financiaci¨®n y la coordinaci¨®n.
"No hay dinero en el tiempo oportuno"
Ahora -como estaba previsto, y ustedes lo sab¨ªan, pero han querido enga?ar hasta el final no hay dinero, y sobre todo, no lo hay en el tiempo oportuno, lo que significa, en un plan de urbanismo, que lo que no se hace a tiempo descompensa el resto del plan y desarticula el quehacer del resto de los agentes intervinientes en el plan. ?Han le¨ªdo los redactores del plan las alegaciones de los ministerios inversores, que no pueden sufragar las no previstas ni pactadas obras a ellos atribuidas, especialmente en las labores de infraestructura?Ahora que sabemos que ni el Gobierno ni el ayuntamiento pueden aportar los miles de millones que se les hab¨ªan alegremente asignado -bien que sin su consentimiento-, ?hacemos modificaciones al plan?, ?lo empeque?ecemos?, ?lo hacemos a tirones y descoordinado?, ?seguimos en el ¨ªnterin manteniendo los cientos de millones que cuesta la oficina del plan?
Ustedes nos dir¨¢n; el Gobierno no paga. Viva la solidaridad socialista y la coordinaci¨®n de sus entes p¨²blicos, y el coordinador o vicepresidente, de oyente. Claro.
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