La apuesta Carrillo
En los tiempos, menos lejanos de lo que parece, del tardofranquismo, Santiago Carrillo, entonces exiliado en Par¨ªs, vendi¨® con cierta fortuna la imagen de un comunismo renovado e independiente de Mosc¨², que se conocer¨ªa por la etiqueta de eurocomunismo.Santiago Carrillo hab¨ªa dise?ado una transici¨®n con todos los pronunciamientos favorables para su partido: pensaba que su hegemon¨ªa en la lucha antifranquista se traducir¨ªa, a la hora de desempolvar las urnas, en un mapa pol¨ªtico a la italiana, con un partido comunista de primera magnitud. Y fueron muchos, y algunos tan conspicuos como el hoy presidente franc¨¦s, Fran?ois Mitterrand, los que se dejaron seducir por las artes pol¨ªticas de Santiago Carrillo, convencidos de que ¨¦ste ser¨ªa el caballo ganador de la izquierda.
Quien no fue tan sensible a los encantos del entonces secretario general comunista fue el electorado espa?ol, que prefiri¨® poner la llama de la izquierda en manos de un partido socialista renovado y modernizado. Las sucesivas consultas electorales demostraron irremisiblemente que el espacio que el eurocomunismo buscaba estaba cubierto y definitivamente cubierto por el socialismo espa?ol.
El partido comunista entr¨® en estado de crisis permanente, en busca de la identidad perdida. De nada sirvieron expulsiones, dimisiones y cambios directivos: entre el eurocomunismo y los viejos principios se hab¨ªa perdido la carta de navegar. Ahora Carrillo vuelve a la carga. Algunas voces se han rasgado las vestiduras ante este nuevo salto mortal ideol¨®gico de un pol¨ªtico que a lo largo de su carrera no ha dudado en cambiar tantas veces como ha cre¨ªdo necesario. Carrillo lo ¨²nico que ha hecho es ser consecuente con la realidad hist¨®rica del comunismo europeo. Si quer¨ªa seguir fiel a los principios eurocomunistas no ten¨ªa m¨¢s soluci¨®n que irse al espacio al que esta ideolog¨ªa corresponde: el partido socialista. Carrillo sabe perfectamente que los partidos comunistas, hoy por hoy, en estas latitudes no tienen otra salida que volver a su papel hist¨®rico: delegaciones de la III Internac¨ªonal. Y esperar que los socialistas fracasen ante la crisis para poder proponer de nuevo soluciones radicales: la evocaci¨®n de la revoluci¨®n de Octubre como tabla rasa del capitalismo. ?sta es la apuesta Carrillo.
, 14 de octubre
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