Paseo, por el mapa
As¨ª que Kissinger se est¨¢ dando un garbeo por las fincas del extrarradio. All¨¢ en el rancho grande, Reagan advierte que las propiedades adyacentes se encuentran en peligro y, bien provisto de mapas, convoca al hombre que extendi¨® el conflicto de Vietnam y boicote¨® el Chile de Allende: "Vamos a ver si me sacas de ¨¦sta, Hank", le habr¨¢ pedido al compinche, masticando tabaco de Virginia, mientras el otro se entreten¨ªa sac¨¢ndole brillo al Premio Nobel al Humor Negro que tiene en su vitrina, tambi¨¦n llamado Premio Nobel de la Paz.Imaginad que los pa¨ªses no existieran m¨¢s que en los mapas. O que su esp¨ªritu pudiera encerrarse en una caja de madera lacada, para cigarrillos, dispuesta sobre una mesa de despacho en la embajada yanqui de turrio. Ser¨ªa f¨¢cil, y hasta divertido, permitirle jugar a Kiss¨ªnger su astuta partida de doblez. Desde este rinc¨®n de cartulina, atravesado de l¨ªneas continuas y discontinuas, bien sembrado de cifras, podr¨ªamos entretenernos imaginando al antiguo secretario de Estado brincando de un punto a otro, de una chincheta roja a otra amarilla, disfrutando siempre el mismodesayuno de cereal y naranjada mec¨¢nica.
Centroam¨¦rica no ser¨ªa m¨¢s que un caohito peque?o en la bola del mundo un cachito sobre el que los poderosos pueden impunemente orinar. Pero ocurre que las tierras existen y tienen color y olor y sabor, y algunas hasta padecen heridas, hondas heridas que los hombres que viven abocados a los mapas, ajenos al dolor que provocan, no quieren contemplar. Y hay, sobre esas tierras, gentes de cuerpo fr¨¢gil que se rompe contra el impacto de la metralla, que arde en la fogata de los bombardeos, que trata de intervenir en su propia historia, a veces sin conocer siquiera c¨®mo se escribe esa historia en la agenda de hombres como Kissinger.
"A las diez y media, Guatemala. Recordar hablar de defensa de la democracia y valores de la civilizaci¨®n occidental. Mandar al embajador a por bicarbonato. Llamar a Nancy, ?o ser¨ªa mejor enviarle flores? Dictar el memorandum para Ronnie".
Es un espanto c¨®mo se gana la vida alguna gente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.