Jabany
El cardenal Jubany es que es una mina. Uno no se cansa de glosar respetuosamente a este se?or cura. Ayer lleg¨¢bamos a la conclusi¨®n de que el PSOE no existe, porque, de los diez millones de votos, tres son prestados, cinco son despistados y los dos que quedan imagino que son lumpen, transe¨²ntes, muertos sin sepultura, espa?oles invertebrados y feministas en el cuarto mes. Es como cuando la vida decide hacerse la raya al medio. El PSOE, pues, no existe. El ¨²nico espa?ol que cree en el socialismo y sus peligros es el se?or/monse?or Jubany, cardenal arzobispo de Barcelona, que nos inculca y difunde un cierto se¨¢tido cr¨ªtico ante la televisi¨®n. Ante cualquier intento mal¨¦volo de manipulaci¨®n hay que tener un sentido cr¨ªtico y saber cerrar el interruptor de la peque?a pantalla cuando lo exija la conciencia. A tope, t¨ªo, demasiado para este body. El se?or/monse?or nos convierte en el hombrelrombo, nos mete dentro los famosos rombos morales de la tele, nos romboidaliza por dentro, hace consistir nuestra alma en un rombo como Descartes la hac¨ªa consistir en la gl¨¢ndula pineal. La gl¨¢ndula sigue, que es popular hasta en el seguro, pero del alma nunca m¨¢s se supo. El se?or/monse?or Jubany, pues, da por supuesto que en TVE hay "intentos mal¨¦volos de manipulaci¨®n". Yo no creo que sean tan Estos como para eso. Lo m¨¢s que hacen es manipular alguna mecan¨®grafa, a ver si se la benefician, los m¨¢s enrollados. "Hay que saber cerrar el interruptor de la peque?a pantalla cuando lo exija la conciencia". Yo, la verdad, no sab¨ªa cerrar -ni abrir- el interruptor.Cuando me echan a m¨ª por el invento, pido a mi santa que me lo ponga, porque a uno s¨®lo le sale nieve en la pantalla esa. Y uno aprende mucho vi¨¦ndose a s¨ª mismo. Uno comprende que es un hombre/rombo (como fuimos un hombre 3/R en los cincuenta), o sea, un hombre moral/inmoral, y que hay que mejorar la densidad ¨¦tica de las actuaciones (y el maquillaje de las maquilladoras, por cierto). Ahora estoy tomando lecciones de n¨² santa, ya digo, para cerrar o desenchufar por m¨ª mismo el aparato, cuando me lo exija la conciencia; lo que pasa es que tengo una conciencia poco exigente y el rombo interior, que debe ser un rombo a pilas, s¨®lo me funciona despu¨¦s de que Cary Grant e Ingrid Bergman se han dado el besazo. De todos modos, el se?or/ monse?or Jubany nos ense?a a ver la televisi¨®n, cosa que debemos agradecerle. Con su reciente homil¨ªa o lo que fuere, se ha convertido en el mando a distancia de todos los televisores espa?oles, y uno no tiene m¨¢s que recordar sus ense?anzas para abrir o cerrar. El otro d¨ªa me entraron grandes pesares de conciencia ante la carta de ajuste. ?Me estar¨¦ yo condenando poZ culpa de esta bobada de Turina? Era el rombo interior, que se hab¨ªa despertado con un mal rollo. Este rombo interior no tiene mucha m¨¢s entidad fisiocr¨¢tica que el alma pineal de Descartes, ya digo, o el alma- hep¨¢tica de los griegos, hasta el punto de que s¨®lo es verdad cuando se manifiesta, pero cuando se manifiesta es que le da a uno el d¨ªa. ?Cometo yo adulterio con ella o ella conmigo? ?Qui¨¦n le pone los cuernos a qui¨¦n? Algo hemos progresado, pues que el alma, esa cosa, ha sido sometida a geometr¨ªa. Ya sabemos que la conciencia tiene forma de rombo, y el alma puede que sea un juego de rombos a lo Vasarelly.
Lo period¨ªstico -si sabr¨¢ uno qu¨¦ es lo period¨ªstico- es que un se?or/monse?or acuse gratuitamente a la tele de "manipulaci¨®n mal¨¦vola", que suena a masturbaci¨®n. Pero lo profundo -yo es que soy muy profundo- es que el alma cristiana, que primero fue un pez catacumbal, luego una gl¨¢ndula pineal y, entre medias, un h¨ªgado "abuelo del coraz¨®n", se haya configurado hoy -como la Iglesia misma- seg¨²n la est¨¦tica de los tiempos, y sea un rombo. Y el rombo s¨®lo es de Dios.
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