Descomposici¨®n
La sensaci¨®n m¨¢s constante que experimentamos algunas personas mayores, desde hace bastantes a?os, es la de "disarmon¨ªa" y "falta de composici¨®n" o si se quiere "descomposici¨®n". Es decir que vivimos dentro de algo que es el "Anticonservatorio" por excelencia. La musicalidad de la vida, si ¨¦sta existe alguna vez, no la experimentamos nunca. incluso la m¨²sica es disarm¨®nica y las Artes poco compuestas. Esto no es lo de menos para los que, en gustos, somos muy italianizantes, aficionados a las melod¨ªas dulces, a los dibujos correctos y a los tonos suaves.Pero la estridencia llega a otros ¨¢mbitos en que se desarrolla nuestra vida. Con la estridencia, la distorsi¨®n absoluta en las proporciones de las cosas. Percibimos una alteraci¨®n total del sentido de la perspectiva: vemos cerca lo que deb¨ªa estar lejos, claro lo que deb¨ªa estar oscuro, grande lo que es peque?o y peque?o lo que es grande. He aqu¨ª unos ejemplos.
Durante d¨ªas y d¨ªas se nos ha servido toda clase de informaciones sobre la cuesti¨®n de los catecismos, la ense?anza, el aborto, las discrepancias dentro de algunos partidos, proyectos sobre acciones posibles en pa¨ªses lejanos y otros "problemas" de distinta magnitud, como si fueran iguales. Bien. Pero de otros asuntos que, a lo que parece por informaciones m¨¢s f¨¢ciles de obtener, son acaso m¨¢s graves, no se habla ni escribe nada o casi nada, o se hace de un modo folletinesco y sensacionalista. Lo m¨¢s corriente es que estos asuntos graves a que aludo queden en el conocimiento de algunos hombres de Ciencia, que viven en la angustia y la desesperanza.
Hace unos d¨ªas tuve la ocasi¨®n de conocer a un joven psiquiatra, encargado de los servicios de lucha contra drogas y similares, en un gobierno aut¨®nomo. Su personalidad me impresion¨® y lo que me dijo a¨²n m¨¢s. Y m¨¢s todav¨ªa al relacionarlo, al conectarlo, con otros datos...
En una tierra superpoblada e industrial de esta pen¨ªnsula, del Estado espa?ol, resulta que la tercera parte de la poblaci¨®n trabajadora es alcoh¨®lica, en grado tan avanzado que tiene lesiones f¨¢cilmente perceptibles. Y esto lo mismo los obreros que los que no lo son. Gente de responsabilidades superiores. Es claro que si esto es as¨ª el problema econ¨®mico de la "Reconversi¨®n" habr¨ªa que empezarlo por una "Reconversi¨®n del h¨ªgado" y de otras v¨ªsceras de esta parte activa de la poblaci¨®n. No van a ser todo, pues, problemas de Econom¨ªa y de Tecnolog¨ªa. Esto ¨²ltimo es de lo que se habla: de lo que se puede discutir en t¨¦rminos "arm¨®nicos" y "racionales", para "componer".
Pero con la cifra de alcoh¨®licos no se cuenta. Tampoco se nos dice nada de c¨®mo se puede reconvertir a nueve mil heroin¨®manos de catorce a veinticinco a?os, que est¨¢n ya a las puertas de la Muerte. Con relaci¨®n a cuestiones estrictamente econ¨®micas habr¨ªa que saber algo tambi¨¦n de c¨®mo nos vamos a enfrentar con hechos como el de que en Marruecos el kilo de hachich valga quince mil pesetas, de cincuenta a setenta y cinco mil en Sevilla... y trescientas mil en Bilbao. Tendr¨ªamos que decidir si esto no ser¨¢ incluso peor que la inundaci¨®n. En t¨¦rminos econ¨®micos hay que se?alar, asimismo, la conexi¨®n del contrabando de m¨¢quinas tragaperras, las monstruosas recaudaciones que se hacen con ellas, y el comercio de drogas: un comercio que, por cierto, tiene grandes bases en pa¨ªses con pol¨ªticos dispuestos a sembrar la paz en el mundo entero. En el caso tambi¨¦n la disarmon¨ªa entre el canto y el acompa?amiento es total. Que en los colegios de adolescentes se encuentren jeringas por todos los rincones, que entre ellos se haga un proselitismo intenso y que la propaganda de la droga, el robo y la compraventa de oro (que ha aumentado de modo terrible) sean hechos conectados, claramente establecidos, lo saben hombres, como mi amigo el psiquiatra y otros de su oficio. ?Pero qu¨¦ pueden hacer? Estos asuntos son profesionales, "t¨¦cnicos". No del dominio de los partidos, de los periodistas, de los pol¨ªticos, de la Iglesia. Un pa¨ªs entero puede estar dominado por estas plagas y puede no querer enterarse y seguir viviendo en pleno "simbolismo", en pleno "seudo-historicismo", en pleno amaneramiento mental en suma. Tanto a la derecha como a la izquierda. Los economistas hablan en t¨¦rminos matem¨¢ticos, otros pol¨ªticos en t¨¦rminos jur¨ªdicos y "morales", Otros en t¨¦rminos patri¨®ticos. En los ayuntamientos se discute una cuesti¨®n como la de las banderas. Todos nos conmovemos e irritamos. ?Piensa alguien en esos cientos de miles de personas que van derechos al alcoholismo, o en los j¨®venes drogados o en "cuestiones econ¨®micas" como la del comercio de hachich, el contrabando de m¨¢quinas embrutecedoras que arruinan en el juego entronizado y el oro robado, comprado y vendido?
La Econom¨ªa es una ciencia l¨²gubre: ya lo dijo Carlyle. Pero hay que volverla del rev¨¦s para ver que los factores que la mueven pueden ser mucho m¨¢s l¨²gubres a¨²n que ella. Porque el amaneramiento ideol¨®gico tapa las realidades m¨¢s brutales y amenazadoras. Los ide¨®logos tienen su recetita para todo. Los psiquiatras en cambio no la tienen: m¨¢s disarmon¨ªa, m¨¢s descomposici¨®n, m¨¢s falsedad no se pueden dar.
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