?Est¨¢n contentos los empresarios con el Gobierno, socialista?
En los ¨²ltimos meses se observa un estado de opini¨®n seg¨²n el cual los empresarios aplauden la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez. Sin embargo, seg¨²n el autor, falta un clima de confianza, y en su ausencia, el grado de satisfacci¨®n de los empresarios ante una determinada pol¨ªtica econ¨®mica ser¨¢ siempre relativo y poco eficaz en el relanzamiento de nuestra econom¨ªa.
Las consecuencias de esta percepci¨®n -sin entrar ahora en si responde o no a la realidad- son variopintas: hay quienes utilizan el contento empresarial como s¨ªntoma de que el Gobierno socialista realiza una pol¨ªtica econ¨®mica moderada y aun conservadora; otros, especialmente desde la ¨®ptica sindical, lo utilizan como arma contra el Gobierno, al considerar -de modo tan simplista corno demag¨®gico- que una pol¨ªtica del gusto de los empresarios tiene que ir forzosamente en contra de los intereses de los trabajadores.Es importante una clarificaci¨®n a este respecto, y a ello van dirigidas las reflexiones que siguen, sin ¨¢nimo, naturalmente, de agotar el tema.
En primer lugar, hay que preguntarse cu¨¢les son los par¨¢metros de contento o descontento empresarial. Simplificando mucho, podr¨ªamos decir que el empresario, para tener motivos de optimismo, necesita dos cosas:
1. Una situaci¨®n, actual o previsible, de reactivaci¨®n econ¨®mica, en que la iniciativa privada juegue un papel preponderante.
2. Un clima de confianza.
Examinemos, someramente, el panorama que se nos ofrece en orden a la reactivaci¨®n. La situaci¨®n ole estancamiento en que nos hallamos es dif¨ªcilmente superable si no hay un renacimiento de los }mercados y unas expectativas razonables de beneficio. En efecto, lo primero que hay que decir es que la falta de inversi¨®n por parte ole los empresarios tiene su profunda ra¨ªz en la debilidad de la demanda que la crisis econ¨®mica mundial lleva consigo y en la espectacular disminuci¨®n de los beneficios empresariales. Es harto elocuente el siguiente dato: entre 1973 y 1981, el porcentaje del beneficio neto sobre los fondos propios, seg¨²n el ¨²ltimo estudio de la Asociaci¨®n para el Progreso de la Direcci¨®n (APD) sobre 206 empresas, cay¨® desde el 23,4% al 3%. Este panorama es ajeno al signo de los Gobiernos que se han sucedido, y esta es, precisamente, una de las matizaciones que el empresario honesto no puede dejar de hacer: la crisis de las empresas es, ante todo, consecuencia de la crisis econ¨®mica, y no culpa del Gobierno.
Ahora bien, ocurre que la contracci¨®n de los mercados obliga a poner especial ¨¦nfasis en la productividad y competitividad de las empresas. Y aqu¨ª s¨ª empieza a ser especial la direcci¨®n en que se mueven la pol¨ªtica econ¨®mica y la pol¨ªtica laboral, decisivas en el comportamiento de los costes empresariales.
?Contribuye la actuaci¨®n de este Gobierno a crear confianza en el sentido expresado? Esta es la pregunta crucial, en cuya respuesta hay que hacer cuidadosas distinciones.
Luces y sombras
La primera de ellas consiste en separar lo que son actuaciones que directamente inciden en la vida econ¨®mica -las que normal mente se engloban bajo la r¨²brica de pol¨ªtica econ¨®mica- de aquellas otras que, sin afectar de manera inmediata a las decisiones empresariales a corto plazo, condicionan su papel en la sociedad futura o, expresado tambi¨¦n en t¨¦rminos al uso, afectan a la filosof¨ªa misma de la libre empresa. Sobre la pol¨ªtica econ¨®mica en curso, podr¨ªamos resumir as¨ª el punto de vista empresarial:1. Los esfuerzos por dominar la inflaci¨®n, como punto de partida para restablecer la posibilidad de crecimiento, merecen una valora ci¨®n positiva por parte de los em presarios.
Merece tambi¨¦n una valoraci¨®n positiva la actual preocupaci¨®n gubernamental -por desgracia, inexistente hace meses y por ello no operante en 1983- de restar protagonismo a la pol¨ªtica monetaria y acrecentar el peso de la pol¨ªtica salarial y de la pol¨ªtica presupuestaria.
2. Frente a lo anterior, el efecto combinado de la presi¨®n fiscal -que empieza a ser no s¨®lo penalizadora del ahorro y de la inversi¨®n, sino tambi¨¦n del trabajo- y del crecimiento desorbitado del gasto p¨²blico -coincidiendo con cotas desconocidas de ineficacia en el funcionamiento del sector p¨²blico- amenazan con echar por tierra los efectos de una pol¨ªtica macroecon¨®mica correctamente orientada.
El crecimiento de los gastos improductivos, el incremento en el n¨²mero de empleados p¨²blicos, la frecuente politizaci¨®n de amplios sectores de la Administraci¨®n y el progresivo deterioro en las cuentas de las empresas p¨²blicas son datos significativos de la falta de racionalidad del sector p¨²blico, convertido hoy en el agente econ¨®mico dominante.
Con este simple balance de aspectos positivos y negativos miente quien diga que los empresarios est¨¢n contentos. Cuesti¨®n distinta es que los empresarios, con absoluta objetividad y al margen de valoraciones pol¨ªticas, alaben cualesquiera esfuerzos que nos permitan, diferenciales de inflaci¨®n y estructuras productivas capaces de alinearnos con los pa¨ªses que inician una cierta reactivaci¨®n.
Hasta aqu¨ª lo que podr¨ªamos llamar diagn¨®stico de s¨ªntesis sobre la pol¨ªtica econ¨®mica. Pero subrayaba antes que en la confianza empresarial tienen un componente decisivo las expectativas de desarrollo futuro de la libre empresa. Y es aqu¨ª donde las incertidumbres, lejos de despejarse, se acrecientan. En efecto, al margen del crecimiento del sector p¨²blico como agente econ¨®mico, el panorama social dista mucho de ser tranquilizador.
Desde la ¨®ptica de las libertades, se predica un desarrollo de ¨¦stas, pero se sigue una pol¨ªtica efectiva de creciente control estatal sobre instituciones y cuerpos sociales, de la que dan fe la constante aparici¨®n de peque?as -o grandes- guerras entre el poder pol¨ªtico y quienes no se someten al cercenamiento de sus libertades, sean individuales o colectivas.
Es en este terreno del papel futuro de la libre empresa donde el empresario no est¨¢, en absoluto, contento, espectador como es de otras facetas de la vida social en que la libre iniciativa sufre mermas, y tambi¨¦n de parcelas de la propia vida econ¨®mica en que se aprecian contradicciones entre lo que se dice y lo que se hace.
Resumiendo, el clima de confianza no existe y, en su ausencia, el grado de satisfacci¨®n de los empresarios ante una determinada pol¨ªtica econ¨®mica ser¨¢ siempre relativo en el grado y poco eficaz en el relanzamiento de nuestra econom¨ªa.
es secretario general del C¨ªrculo de Empresarios.
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