'El terrorismo y otros acosos'
Deseo que el porvenir le d¨¦ la raz¨®n al escribir en su art¨ªculo del 23 ,de octubre que "el terrorismo no es una amenaza para la supervivencia de la democracia en Espa?a".Me mueve a desearlo mi amor a la convivencia democr¨¢tica, as¨ª como el temor de que se equivoque usted, porque comparto la opini¨®n que Tarradellas expres¨® hace a?os, al definir a ETA como ,le? c¨¢ncer de la democracia espa?ola", afirmaci¨®n que suscribe Le Monde en su editorial de ayer, escrito con la perspicacia a que, el gran peri¨®dico franc¨¦s nos tiene acostumbrados.
Su an¨¢lisis no tiene en cuenta el contexto de violencia generalizada en que se debate el mundo actual. Acaso piensa usted que ello es consecuencia de la crisis profunda, inevitable cuando agoniza un universo de valores empujado por otro que tiene prisa por nacer. Tal como van las cosas, temo que esa agon¨ªa se prolongue tr¨¢gicamente y que ese parto desemboque en una criatura teratol¨®gica.
Cuando las oposiciones ideol¨®gicas, pol¨ªticas, econ¨®micas y religiosas se radicalizan hasta el punto que hoy las padecemos, hay que temer lo peor, pues queda eliminada toda posibilidad de convivencia ordenada cuando se ense?orea de las mentes de m¨²ltiples grup¨²sculos de fan¨¢ticos un desprecio absoluto hacia la vida humana, en el que no paran mientes quienes energumenizan ante el aborto. Se trata, en realidad, de una "guerra a muerte" para que triunfen los proyectos m¨¢s descabellados, las m¨¢s demenciales utop¨ªas, los disparates monstruosos con que nos obsequia la raz¨®n si se entrega a so?ar, en vez de a su infatigable vigilia. Vea usted c¨®mo pululan por todos los meridianos las torturas, las desapariciones, los secuestros, los asesinatos, las brigadas de uno o de otro color y esos fundamentalismos que no tardar¨¢n en proliferar porque de ellos es el reino de las tinieblas.
Ponga algunos de esos ingredientes al alcance de unas cuantas cabezas fr¨ªas, acompa?adas de devotos juramentados o de kamikazes que desprecian su propia vida, en medio de una sociedad emocionalmente l¨¢bil, como la espa?ola, y no dude usted de que, en cualquier momento, las fuerzas que quieran salvar la m¨ªnima estabilidad exigible a un Estado saltar¨¢n como movidas por un resorte y la convivencia democr¨¢tica se ahogar¨¢ en un mar de sangre. Que el Se?or nos ahorre esa temible prueba. /
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