Walid Jumblat, el hombre que mantiene en jaque al pres¨ªdente Am¨ªn Gemayel
Hace un a?o, en el oto?o de 1982, Walid Jumblat, el l¨ªder de los drusos de L¨ªbano, parec¨ªa un hombre pol¨ªticamente acabado, sumiso al poder del nuevo presidente, Am¨ªn Gemayel, al que hab¨ªa prometido en octubre ayuda para "restablecer la concordia y la soberan¨ªa nacional", carente de apoyo social tras la disoluci¨®n, en noviembre, del Movimiento Nacional, el reagrupamiento de toda la izquierda libanesa que presid¨ªa, y acosado por sus enemigos de la derecha cristiana, a los que acus¨® de atentar contra su vida.
Hoy todo ha cambiado. Es ahora Walid Bey -mi se?or Walid, como le llaman sus seguidores- quien, gracias al respaldo sirio y a la unidad de los drusos en torno a su persona, tiene en jaque al jefe del Estado, con una milicia, armada por Damasco, que hubiese podido conquistar Beirut de no ser por la intervenci¨®n militar norteamericana, y se permite incluso boicotear las iniciativas, pol¨ªticas del presidente y elegir el lugar donde se re¨²nen los representantes de las diferentes facciones libanesas para intentar reconciliarse.A sus 36 a?os, Walid Jumblat es, desde luego, un hombre fuerte pero para muchos de sus antiguos partidarios ha dejado de ser un hombre libre, al convertirse en un reh¨¦n de su aliado exterior, Siria.
"?Se acuerda usted cuando prepar¨¢bamos su viaje a Roma y discut¨ªamos las compras que le con ven¨ªa hacer?", preguntaba el em bajador de Italia en Beirut, Franco Luciano Ottieri, al l¨ªder de la oposici¨®n contra el jefe del Estado liban¨¦s, Walid Jumblat, en su castillo de Mujtara, a 50 kil¨®metros al sureste de Beirut, en plena monta?a del Chuf. "Eran tiempos felices", prosegu¨ªa el diplom¨¢tico "ahora ya no tiene usted tiempo para dedicarse al ocio, porque se ha convertido en un hombre importante. ?No es as¨ª?". "S¨ª, desgraciadamente, cuando estuve en Roma la ¨²ltima vez, a principio de mes, para entrevistarme con su primer ministro, Bettino Craxi, no me pod¨ªa desplazar sin que me es coltase una divisi¨®n del Ej¨¦rcito italiano", contest¨® Jumblat, mientras su mirada, cansada y exoftalma (de ojos saltones), recorr¨ªa la laderas de las monta?as, sus monta?as, habitadas hasta final del verano por una poblaci¨®n mixta cristiana y drusa, pero drusificadas durante la guerra civil de septilembre con la expulsi¨®n de todos los cat¨®licos maronitas que no fueron ejecutados por los milicianos drusos
Las motos, los autom¨®viles de portivos y el alcohol hab¨ªan sido las tres pasiones de Walid, que se mantuvo alejado de la pol¨ªtica durante 29 a?os, hasta que el 16 de marzo de 1977 su padre, Kamal Jumblat, el prestigioso l¨ªder druso cuyo carisma abarcaba a toda la izquierda libanesa, fue asesinado a pocos metros de un control del Ej¨¦rcito sirio, cuando intentaba un acercamiento pol¨ªtico con sus adversarios maronitas.
Pero en L¨ªbano se heredan los cargos, y aquel joven que sin mucha convicci¨®n hab¨ªa cursado estudios de ciencias pol¨ªticas en la universidad americana de Beirut y que durante la primera contienda civil (1975-1976) ech¨® alguna ojeada distante a los frentes de batalla era para los dignatarios religiosos de la comunidad drusa (Machayekh) el ¨²nico sucesor posible de su malogrado padre. Con menos de 30 a?os de edad, Walid se convirti¨® as¨ª en el jefe del clan de los jumblatis, el m¨¢s poderoso de la monta?a, al tiempo que asumi¨® la direcci¨®n del Partido Socialista Progresista (PSP), fundado por su padre en 1949 e integrado en la Intemacional Socialista, pese a su marcado car¨¢cter confesional.
En las filas del PSP s¨®lo militan drusos libaneses, y las decisiones de su secretario general no se someten a debate, porque Jumblat y sus hombres son, ante todo, drusos, y s¨®lo despu¨¦s socialistas.
Cuando se le pregunta c¨®mo ¨¦l, el hijo de Kamal, se ha asociado con los sirios, responsables del asesinato de su padre, contesta vehemente que prefiere Siria a un L¨ªbano falangista, controlado por las milicias armadas de la Jerecha cristiana.
Claro que es el r¨¦gimen de Damasco el que le ayud¨®, tras la conclusi¨®n, en mayo, del acuerdo Beirut-Tel Aviv, a izarse hasta la direcci¨®n del Frente de Salvaci¨®n Nacional, al que se adhiere la mayor¨ªa de los adversarios del presidente Gemayel. Y fue tambi¨¦n Siria quien proporcion¨® a los milicianos del PSP los ca?ones y los proyectiles con los que bombardearon en septiembre las posiciones de los contingentes militares norteamericano y franc¨¦s en L¨ªbano. Con todo, Walid Jumblat se ha cuidado mucho de enajenarse con el poderoso vecino israel¨ª.
La poblaci¨®n drusa del Chuf s¨®lo opuso una "resistencia pasiva al Ej¨¦rcito sionista" durante la invasi¨®n israel¨ª de L¨ªbano, el a?o pasado, y si el ocupante le someti¨® durante algunos d¨ªas a un arresto domiciliario en su castillo del siglo XVI, Jumblat aprovech¨® la ocasi¨®n para recibir all¨ª a varias personalidades drusas israel¨ªes -40.000 drusos residen en el Estado hebreo- y hasta al propio l¨ªder del Partido Laborista de Israel, Sim¨®n Peres.
La retirada de las fuerzas armadas de Israel, el 4 de septiembre, del Chuf para replegarse al sur del r¨ªo Awali fue un favor hecho a los drusos, porque los experimentados guerreros del PSP pudieron impedir la entrada en su feudo de tropas regulares libariesas, al tiempo que lo limpiaban de civiles y militares cristianos con la colaboraci¨®n de varios centenares de fedayin palestinos.
Bmarryam, Bire, Ras el Metn, Maazer-Beiteddine, Fawara, Ain el Hor, Burjayn, Chartun y Maazer-Chuf son peque?os pueblos de la monta?a en los que, al ritmo del avance de la milicia social progresista, han sido asesinados en septiembre centenares de cristianos maronitas que no optaron a tiempo por la huida.
En menos de dos semanas, 120.000 cristianos se han visto obligados a abandonar unas monta?as en las que hasta la invasi¨®n israel¨ª de 1982 hab¨ªan convivido pac¨ªficamente con los drusos, porque Jumblat, quer¨ªa disponer, de un reducto o cant¨®n confesionalmente homog¨¦neo.
Sentado al lado de una de las fuentes que alegran los patios de su castillo-palacio, Walid Jumblat se irrita cuando el periodista de paso le pregunta sobre su responsabilidad en las matanzas: "?Por qu¨¦ no me interroga primero sobre los asesinatos colectivos de drusos perpetrados por las fuerzas libanesas y el Ej¨¦rcito regular en Kfarmatta, Binayeh, Abaye, Chahar el Gharbe, etc¨¦tera? ?Por qu¨¦ la Prensa en Europa me presenta a m¨ª como el verdugo de los cristianos, y no a Amin Gemayel como el verdugo de los drusos?".
Pero en cuanto se apaciguan los ¨¢nimos, acaba reconociendo que "ha habido exacciones por ambas partes", y en un arranque de sinceridad confiesa: "En el fondo, soy tambi¨¦n indirectamente responsable de algunas matanzas".
Despu¨¦s, mientras, sus milicianos sacan de los s¨®tanos del castillo nuevas cajas de municiones destinadas al frente, Jumblat insiste en que "ha tomado medidas para evitar que se reproduzcan hechos similares" y que "12 responsables de su partido han sido detenidos y ser¨¢n juzgados por las exacciones cometidas".
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