Las diversas facciones libanesas buscan en Ginebra una v¨ªa para poner fin a la guerra civil en el pa¨ªs

El congreso de reconciliaci¨®n nacional libanesa, que se abre hoy, lunes, en Ginebra, constituye el primer esfuerzo serio por poner t¨¦rmino a nueve a?os de guerra civil en L¨ªbano, y su fracaso, vaticinado por muchos observadores, significar¨ªa probablemente el inicio de un largo y tumultuoso proceso de desmembramiento del pa¨ªs, con imprevisibles consecuencias para todo Oriente Pr¨®ximo.

Bajo la presidencia del jefe del Estado, Amin Gemayel, los dirigentes cristianos del Frente Liban¨¦s, Pierre Gemayel y Camille Chamoun; el l¨ªder de la milicia chiita, Amal, Nabhih Berri; los tres responsables de la coalici¨®n de la oposici¨®n prosiria del Frente de Salvaci¨®n Nacional, Walid Jumblat (druso), Soleiman Frangie (cristiano) y Rachid Karame (musulm¨¢n sunta), y dos personalidades independientes musulmanas sunita y chiita, respectivamente, Saeb Salam y Abdel Osseirane, se reunir¨¢n en el hotel Intercontinental, junto con un observador sirio, Abdel Halim Jaddam, viceprimer ministro, y otro saud¨ª, Mohamed Ibrahim Massoud, ministro de Estado, mientras un emisario norteamericano, Richard Fairbanks, se desplazar¨¢ tambi¨¦n hasta el lago Leman para seguir de cerca los trabajos de la conferencia.Previsto por el acuerdo de alto el fuego, te¨®ricamente en vigor iesde el pasado 26 de septiembre, el congreso ambiciona, seg¨²n el orden del d¨ªa acordado, "propiciar la convivencia nacional", "definir la identidad de L¨ªbano", obtener "la retirada de todas las fuerzas no libanesas", con la excepci¨®n de aquellas solicitadas por "realizar la justicia social y la igualdad".

M¨¢s all¨¢ de este amplio temario, los nueve dirigentes que asistir¨¢n a la reuni¨®n discutir¨¢n, concretamente, dos cuestiones en litigio: el acuerdo Beirut-Tel Aviv de mayo, sobre la retirada de las tropas israel¨ªes del sur de L¨ªbano, cuya abrogaci¨®n exige la oposici¨®n, y la revisi¨®n de la Constituci¨®n de 1943, que otorga la mayor¨ªa del poder pol¨ªtico a los cristianos maronitas, que en los ¨²ltimos 40 a?os han pasado a ser minoritarios demogr¨¢ficamente.

Ni siquiera los adversarios del presidente Gemayel han adoptado una postura homog¨¦nea. Mientras Frangie, ex presidente de la rep¨²blica, no quiere o¨ªr hablar, como buen cristiano, de la modificaci¨®n de unas leyes fundamentales que favorecen a los suyos, y s¨®lo reivindica la suspensi¨®n del acuerdo l¨ªbano-israel¨ª, Jumblat desea, en cambio, que su comunidad drusa tenga mayores derechos en el futuro L¨ªbano, pero hasta ahora no ha hecho especial hincapi¨¦ en la abrogaci¨®n del tratado, al que los drusos residentes en Israel y aliados del Gobierno de Tel Aviv est¨¢n especialmente apegados.

Ni que decir tiene que los cris tianos conservadores, como Pierre Gemayel, padre del actual presidente, descartan de antemano cualquier reajuste en profundidad de la Constituci¨®n, mientras los consejeros de su hijo, Amin Gemayel, se preguntan p¨²blicamente c¨®mo conseguir la evacuaci¨®n israel¨ª e impedir as¨ª la eventual anexi¨®n de hecho del sur del pa¨ªs.

Escaso entusiasmo

Ninguno de los nueve participantes en el congreso ha mostrado hasta ahora un excesivo entusiasmo ante su convocatoria por el presidente liban¨¦s. El propio Amin Gemayel afirm¨®, en una entrevista al rotativo norteamericano The New York Times, que sus interlocutores "no eran libaneses libres", sino sometidos a Damasco, y que el congreso era una "operaci¨®n de diversi¨®n" para distraer la atenci¨®n del principal problema del pa¨ªs: su ocupaci¨®n por fuerzas israel¨ªes, sirias y palestinas.

Jumblat, su principal enemigo, declaraba a¨²n el s¨¢bado que los "resultados, si es que los hay, van a tardar tiempo", y su protector, el presidente sirio, Hafez el Asad" se ha negado a recibir a su hom¨®logo liban¨¦s en Damasco mientras Beirut no renuncie al tratado de paz con Tel Aviv.

Por si no bastasen sus insuperables divergencias pol¨ªticas, un odio exacerbado caracteriza las relaciones personales entre algunos de los jefes de la delegaci¨®n, que no han dudado en fomentar atentados para eliminarse mutuamente, y a los que la seguridad suiza ha advertido que no podr¨¢n entrar en la sala de reuniones armados o acompa?ados por guardaespaldas.

Es m¨¢s, como si diesen de antemano por fracasada la negociaci¨®n, los beligerantes de la guerra civil de septiembre han aprovechado los 36 d¨ªas de alto el fuego, constantemente violado, para reforzar sus posiciones y acumular armas suministradas a las milicias drusa y chiita por Siria, Ir¨¢n y la URSS, y al Ej¨¦rcito regular liban¨¦s por Estados Unidos.

S¨®lo Arabia Saud¨ª y los pa¨ªses occidentales -Estados Unidos, Francia, Italia y el Reino Unido- integrados en la fuerza multinacional de paz establecida en Beirut parecen verdaderamente interesados en el ¨¦xito de un di¨¢logo entre facciones que han alentado hasta el punto de evitar desencadenar represalias contra los autores del atentado que hace una semana caus¨® la muerte de 288 marines norteamericanos y paracaidistas franceses.