Consuelo Berges, la traductora de Stendhal y Proust, recurre a una beca de creaci¨®n literaria de Cultura
Despu¨¦s de haber pasado su vida traduciendo la creaci¨®n de otros, como Stendhal, Proust y Flaubert, Consuelo Berges, de 84 a?os, ha pedido al Ministerio de Cultura una beca a la creaci¨®n literaria en la traducci¨®n para sobrevivir -"no nos vamos a enga?ar, aunque, ya ves, s¨®lo dan medio mill¨®n de pesetas"-, porque, hasta ahora, lo ¨²nico con que se ha premiado su labor ha sido con una medalla de plata y un diploma que ni siquiera ha querido recoger. Porque Consuelo tiene un orgullo grande y un car¨¢cter de mujer de una pieza, que la hizo, en su d¨ªa, exigir y obtener los derechos de autor de la traducci¨®n, "cosa que se da muy poco en esta profesi¨®n, que est¨¢ llena de esquiroles".
Sentada ante la mesa camilla -"la burguesa, pero tan confortable mesa camilla", dice ella-, Consuelo Berges, que se niega en redondo a ser fotografiada "porque desde hace seis a?os no voy a la peluquer¨ªa", exhibe su ancianidad menuda y l¨²cida, que se apoya m¨¢s en los recuerdos que en el bast¨®n y, a¨²n m¨¢s, en la integridad de lo que siempre ha defendido. Tiene, adem¨¢s de su avanzada edad, de su curr¨ªculo impecable de traductora, de su enorme sensibilidad intelectual, una capacidad todav¨ªa intacta para indignarse y mucha memoria.Encerrada en su peque?o piso del madrile?o barrio de Arg¨¹elles, en el que se apelmazan las librer¨ªas hinchadas de ejemplares de sus traducciones, Consuelo, la mujer que ha difundido a Proust y Flaubert, pero que ha sido, sobre todo, el otro yo de Stendhal en nuestra geograf¨ªa, vive hoy en el retiro f¨ªsico a que la fuerzan sus muchas fragilidades -de su decadencia, de su deterioro material, habla con una iron¨ªa malhumorada y divertida a un tiempo- y en la penuria econ¨®mica a que la confinan las deficiencias culturales de un pa¨ªs que, todav¨ªa, prefiere los grandes gestos al reconocimiento del m¨¦rito contra¨ªdo.
Nacida en un pueblo de Santander, autodidacta -aprendi¨® a leer con el peri¨®dico El Cant¨¢brico, y desde entonces fue lectora m¨¢s que estudiante-, su primer trabajo como traductora fue un Saint Simon para la Colecci¨®n Universal, de Espasa Calpe. Pero su amor, fulgurante y enloquecido, fue Stendhal, o mejor, Julian Sorel, el personaje de Rojo y Negro, del que tiene escrito un estudio devolvi¨¦ndole la ternura y la humanidad que muchos cr¨ªticos le hab¨ªan negado. "?Qui¨¦n pod¨ªa dejar de conmoverse por Sorel, en el que hay tanto de todos nosotros?", dice. "De Stendhal", a?ade, "me enamor¨¦ porque es como yo, es de los m¨ªos".
Y se indigna. Como cuando explica que en junio recibi¨® una carta de matasellos rimbombante -"nada menos que de protocolo, del Ministerio de Cultura-, en donde la llamaban ilustr¨ªsima se?ora. "S¨ª, del apartado de recompensas y distinciones. Y yo cre¨ª que me hab¨ªan dado un premio, y era la medalla de plata al M¨¦rito en Bellas Artes. Y me mandaban un oficio que dec¨ªa: 'S¨ªrvase rellenar el formulario y extender el diploma correspondiente'. ?El jolgorio que yo arm¨¦ con eso en el hospital, que es donde estaba entonces! Pensaba haberle escrito una carta a Solana dici¨¦ndole que antes ilustr¨ªsima lo eran los obispos, que la medalla se la pasaran a Lola Flores, que por otra parte ya tiene el Lazo de Isabel la Cat¨®lica, como todo el mundo".
El diploma est¨¢ listo
No llen¨® el formulario, por la enfermedad, ni le escribi¨® la carta a Javier Solana, y por eso hace poco la llamaron para decirle que ten¨ªan el diploma 'listo: "Pues como no me lo enmarquen en oro macizo... Porque ya me dir¨¢n qu¨¦ hago yo con el diploma". Como no hace nada, ha decidido "ponerme a la cola para que me den una beca de medio mill¨®n para una traducci¨®n, que eso es una verg¨¹enza para el pa¨ªs, ?no? Con toda la tremenda obra que tengo detr¨¢s... Que si algo hay que premiar es la difusi¨®n de la cultura, ?no? Y el medio mill¨®n me servir¨¢ para sobrevivir, no nos vamos a enga?ar".
Vive de los derechos de autor de traducci¨®n de sus reediciones y de una pensi¨®n de 23.500 pesetas mensuales de la Mutualidad de Escritores. Y ha legado los derechos para que pueda convocarse el Premio Stendhal de traducciones: "Que para eso he tenido que crear una fundaci¨®n; es escandaloso. Yo pensaba que era muy sencillo: dej¨¢rselo a la Asociaci¨®n de Traductores y que ellos cobraran los derechos y convocaran el premio cuando yo me muriera, a una traducci¨®n del franc¨¦s, desde luego, y resulta que ha sido dificil¨ªsimo, y he tenido que pasar por el aro". Ella, que es an¨¢rquica de toda la vida. "An¨¢rquica; s¨ª, se?ora, y nunca he tenido carn¨¦ de nada". Y se embala a hablar de pol¨ªtica. "Yo, que en la URSS ser¨ªa disidente, estoy indignad¨ªsima con los yanquis, porque, vamos, lo que puedan hacer los rusos no tiene ni punto de comparaci¨®n con lo que hacen los norteamericanos. Y lo que nadie est¨¢ diciendo en este momento es, primero, que los misiles no los ponen los rusos, sino los de Reagan, y alrededor de los rusos. Y segundo, que Estados Unidos hace las guerras para que se enriquiezcan los armamentistas, y Rusia se arma para defenderse, y eso le cuesta pasar penurias al pueblo raso".
Cabecea con melancol¨ªa cuando hablade Felipe Gonz¨¢lez: "Este chico, tan inteligente y tan sensible como parece, y hay que ver c¨®mo est¨¢ yendo de un sitio a otro siempre que los militares celebran algo. Que es lo que yo me digo: que el d¨ªa de la Virgen del Carmen le va a faltar gente para poder mandarla a todos los puertos en donde se celebre la festividad, de la Marina".
Sacude la cabeza, se echa las gotas para el coraz¨®n en un dedo de agua y suspira: "Ay hija, que estamos dando unos bandazos muy tontos". Desde su peque?o piso de Arg¨¹elles, aislada entre libros, Consuelo Berges, a los 84 a?os, no permanece aislada de la vida.
Babelia
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