Hijos de la ira
Mi vecino D¨¢maso ha dado un recital de poes¨ªa. D¨¢maso (Alonso) ser¨¢ para siempre el autor de Hijos de la ira, y ahora m¨¢s que nunca, ya que su libro, adem¨¢s de, po¨¦tico, result¨® prof¨¦tico, seg¨²n cumple a la etimolog¨ªa de dos, palabras hermanas. Ex presidente de la Espa?ola, o sea, de vuelta de la inmortalidad (que es m¨¢s que ser inmortal de n¨®mina), D¨¢maso anda dando lecturas comentadas por los suburbios de la EGB, como ese Instituto, donde he estado yo mismo, que lleva el poeta Benito de Lucas. Hijos de la ira, las dos o tres generaciones que ven¨ªamos detr¨¢s de D¨¢maso.Me hacen varias entrevistas sobre Don Juan, en sus fechas, y a todos les digo que Don Juan es un terrorista sexual, un hijo de la ira social, que desbarata familias y conventos por ir desbaratando una clase. Era lo que se deduc¨ªa, al fin y al cabo, del Don Juan, de Ma?as/Gades, ya tan remoto. Carmen Gal¨¢n Rodr¨ªguez tiene que hacer u?a tesis sobre m¨ª y me escribe larga y minuciosa carta. Todo lo que escribimos llenos de ira los hijos de aquellos D¨¢masos, sin hijos (¨¦l bien puede decir, como Arthur Miller, "todos eran mis hijos"), se ha convertido en materia de tesis y tesinas, fichas y ficheros.
O sea que de nuestra ira, que estaba entre John Osborne y Blas de Otero, no ha quedado nada. O peor, ha quedado una tesina. Jaime Camino me manda un tal¨®n de cien mil pesetas sin fondos, por unas grabaciones que le hice sobre Garc¨ªa Lorca, para un documental acerca del poeta. Lorca, hijo del duende, la gracia y el ¨¢ngel, muri¨® a manos de los hijos de la otra ira porque hay, cuando menos, dos iras nacionales, y la ira de derechas es la que, aparte de llevar la iniciativa, suele causar m¨¢s damnificados.
Carol Maier me escribe una de sus claras e inteligentes cartas, donde est¨¢ lo mejor de USA, unas generaciones que no han sido hijas de la ira, sino de la libertad. ?C¨®mo llevarle la contraria a esta sosegada criatura? The Kinks en Rock/Ola. He aqu¨ª unas hijos de la ira, los rockeros, que van quedando ya prefabricados y como llenos de una rebeld¨ªa multinacional y teledirigida. O cambia pronto la movida juvenil o se va a tomar por retambufa. No se puede vivir del consumo contra el consumo. Los hijos de la ira, en Espa?a, dieron el comunismo de la clandestinidad y el socialismo de la paz. Mirando hacia atr¨¢s sin ira, los Curiel/Guerra se aclaran de qu¨¦ va la historia de Espa?a. Es quiz¨¢ el ¨²nico t¨ªtulo no ret¨®rico de toda la poes¨ªa espa?ola de postguerra. La ira representaba el conductor de la electricidad subversiva de unas generaciones perdidas antes de ganar un duro.
La ira est¨¢ en Pascual Duarte, en Jos¨¦ Hierro, en el citado Blas, en Delibes, en los enga?ados, en los masacrados y en todos aquellos j¨®venes entre universitarios y obreros que, no yendo de m¨¢rtires de nada, como Isidoro, iban de testigos de todo. M¨¢rtir/testigo parece que son la misma palabra en su origen, seg¨²n todas las etimolog¨ªas. Hab¨ªa, s¨ª, entre las mocedades espa?olas, que quiz¨¢ s¨®lo intuyeron D¨¢maso y Aranguren unos hijos de la ira, que, antes de leer a Osborne, se ve que la palabra "ira" estaba muy de actualidad en los 40, ellos sabr¨¢n por qu¨¦, unos comunistas incesantes y unos socialistas comulgantes que al fin nos trajeron la democracia. La democracia es una cosa que se establece sola, cuando los f¨¢cticos vuelven a los cuarteles, como ahora en Argentina.
Aquellos "hijos de la ira", de D¨¢maso, son quienes hoy, sin ira, reorganizan Espa?a. Todo sali¨® de un libro.
Jacinto ?valos, de 30 a?os, libertario, se ahorca en su celda de Carabanchel. Son los hijos de los hijos de la ira. Quiere decirse que hay que seguir haciendo la reforma -ya que no la revoluci¨®n- permanente. D¨¢maso, como un novel, triunfando en el extrarradio.
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