La m¨²sica tradicional en la m¨²sica de consumo
La tercera edici¨®n de la Trobada de M¨²sica del Mediterrani comenz¨® ayer en Valencia, donde hasta el pr¨®ximo viernes se van a encontrar m¨²sicas y m¨²sicos de los pa¨ªses mediterr¨¢neos. La mayor¨ªa de los conjuntos de m¨²sica popular son desconocidos en Espa?a, por lo que se intenta ampliar una plataforma cultural que ampl¨ªe la difusi¨®n de unas m¨²sicas que tienen dificultades para su desarrollo.
Si enfocamos el objetivo de nuestra mirada y encuadrarnos el ¨¢mbito de los pa¨ªses que bordean el Mediterr¨¢neo, veremos c¨®mo el mapa presenta una perspectiva, bicolor: todo el Norte de un color, de un sofisticado y poderoso carm¨ªn, por ejemplo, y el Sur de un real y seco color de tierra. De Norte a Surjas tonalidades van fundi¨¦ndose y se da el predominio de uno u otro polo, creando zonas gradualmente intermedias.Esta panor¨¢mica crom¨¢tica sirve para traducir cantidad de situaciones que -en todos los terrenos alejan entre s¨ª o acercan, seg¨²n se mire, a los pa¨ªses mediterr¨¢neos. El aspecto que me interesa comentar -la m¨²sica de consumo- se ajusta perfectamente a ese esquema. Mientras que en los pa¨ªses del sur la m¨²sica aut¨®ctona, o mejor dicho, la forma aut¨®ctona de hacer m¨²sica es la m¨²sica del consumo y de la creaci¨®n, de una manera plena, en el Norte esta autoctona ha desaparecido y lo que se consume es la m¨²sica est¨¢ndar, bien sean producciones extranjeras o nacionales. En el Norte, la m¨²sica aut¨®ctona ha pasado a ocupar un recinto cerrado, sin renovaci¨®n creadora y en v¨ªas de desaparici¨®n vertiginosa. En los pa¨ªses menos. Norte o menos Sur, la sociedad es permeable en el consumo a las formas musicales est¨¢ndar, pero se mantiene viva la creaci¨®n y el consumo de la autoctona musical. Ejemplo de Sur son, en general, los pa¨ªses ¨¢rabes. Ejemplo de Norte, buenas partes de Francia, Italia y Espa?a. Ejemplos de zona intermedia pueden ser Andaluc¨ªa y Grecia.
La sociedad de consumo y las presiones de las multinacionales .han sido los principales factores que han desbancado el uso de las m¨²sicas, propias.,
Las multinacionales luchan por la estandarizaci¨®n de la m¨²sica y, en conseguencia van contra la variedad de los lenguajes musicales.
Pero no s¨®lo ha sido esto lo que ha conducido a los norte?os al olvido de sus ra¨ªces. El cambio que ha sufrido la sociedad -de rural a urbana, de agr¨ªcola a industrial- ha hecho perder la funcionalidad a muchos sonidos y toques tradicionales. Despu¨¦s, ya ha sido la propia actitud de los m¨²sicos que han cultivado la m¨²sica tradicional otro de los factores agravantes de esta decadencia: el hermetismo con que han tratado su folklore y el purismo que han aplicado a sus arreglos e interpretaciones. Han sido actitudes -naturales, por otra parte- de quien est¨¢ intentando conservar en un museo aquello que se est¨¢ desvaneciendo, que se est¨¢ convirtiendo en polvo.
Pero, claro, si los pa¨ªses del Norte queremos restablecer nuestro lenguaje musical, han de triunfar otras actitudes muy distintas a las que animan a los folkloristas y cultivadores de la tradici¨®n. No menosprecio el trabajo de estas personas. ?Que no falten! Gracias a ellos no se han perdido muchos sonidos, melod¨ªas, ritmos... No obstante, lo que hace falta es una riproposta, como dicen los italianos, en toda regla.
Imaginaci¨®n y osad¨ªa
Lo primero es que los nuevos grupos e int¨¦rpretes de m¨²sica popular sepan encontrar funcionalidades a la m¨²sica que hacen. Que le tiren imaginaci¨®n y osad¨ªa al asunto, que se expresen; no que descorran con timidez la cortina de las urnas que ocultan sagrados y sonidos intocables. Por otra parte, no se ha de sucumbir a la tentaci¨®n de sustituir sonidos aut¨®ctonos por sonidos rockeros o est¨¢ndar. No es ese el camino de la riproposta. Hay que conocer a fondo la tradici¨®n: el repertorio antiguo, los. ritmos, los modos, las cadencias, la interv¨¢lica, el sistema de adornos.
Si todo esto se conoce poco, la imaginaci¨®n y la osad¨ªa de que estaba hablando conduce a los j¨®venes creadores a sonidos que las multinacionales han instalado ya en sus cerebros. El folk-rock -seg¨²n cu¨¢l, no todo es lo mismo no sirve para la riproposta si se utiliza elementos tradicionales desvinculados y descafeinados como recursos para hacer su m¨²sica. As¨ª no consiguen un sonido aut¨®ctono, sino una posibilidad m¨¢s de supervivencia e implantaci¨®n de la m¨²sica est¨¢ndar.
Otro paso fundamental que de atraer la atenci¨®n de m¨²sicos y p¨²blico hacia la creaci¨®n y el consumo del sonido tradicional es de contextualizar los sonidos folkl¨®ricos de la tierra. Hay que encontrar las coordenadas amplias de nuestros sonidos locales, promocionar ese conocimiento y hacer subir esa onda: en nuestro caso, sea desde Valencia, desde Marsella, desde Sevilla, desde Atenas, desde Eivissa, desde Estambul o desde Girona, que conectemos y cobremos conciencia de que somos una regi¨®n mundial con un lenguaje musical com¨²n. La conciencia de nuestra mediterraneidad puede represtigiar esos sonidos nuestros menospreciados, y semiignorados por unos o adorados por otros como la quintaesencia intocable de nuestra aldea o de nuestro pa¨ªs.
Escalas comunes
C¨®mo hacer funcionar esta movida es ya otro tema. He hablado de elementos subjetivos para la onda, como es la conciencia de mediterraneidad y el represtigio con los sonidos locales. Los elementos objetivos son ya harina de otro costal y tema para rato: los modos o escalas que son comunes a tantas zonas del Mediterr¨¢neo lejanas entre s¨ª; la interv¨¢lica que, semip¨¦rdida en algunos lugares, es vigente. en otros; el microtonalismo que, despreciado por nuestros te¨®ricos cuando sale de la garganta de un labrador de aqu¨ª, es ley de las gargantas de los ¨¢rabes, andaluces o cretenses.
Por otra parte, el comportamiento agresivo de los m¨²sicos que cultiven la m¨²sica popular, interviniendo los sonidos, creando y haci¨¦ndolos evolucionar a base de utilizar claves, estructuras, instrumentos que sean del mismo mundo sonoro del propio pa¨ªs aunque en ¨¦l no est¨¦n en uso, es preciso que los cuerpos musicales regionales pierdan la virginidad.
Preparar esta onda es tambi¨¦n pensar en la formaci¨®n de circcuitos de actuaciones y mercado interno de y para el Mediterr¨¢neo. Qu¨¦ duda cabe que, en la medida en que se invierta en este terreno la onda subir¨¢. Luchar contra las multinacionales y su estandarizaci¨®n, de momento no es m¨¢s que abrir un hueco para que de una manera m¨¢s o menos fuerte, las empresas discogr¨¢ficas puedan ganar alg¨²n duro m¨¢s o menos marginal, como lo han ganado con la m¨²sica suramericana, o, en menor medida, con la m¨²sica celta.
El sur mediterr¨¢neo, con su servidumbre econ¨®mica y social respecto al Norte, se constituye as¨ª como color dominante en aquel panorama crom¨¢tico. Y ser¨ªa deseable que ese Sur, as¨ª como ha subir hacia arriba corrientes de vecinos que emigran en busca de trabajo, hiciera tambi¨¦n subir en el mapa la tonalidad color tierra de los sonidos, que en tantos casoos conserva vivos, y el uso predominante de la ardiente m¨²sica de Mediterr¨¢neo.
Vicent Torrent es miembro de Al Tall, grupo valenciano que ha organizado la Trobada de M¨²sica del Mediterr¨¢neo.
Babelia
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