El general, el beb¨¦ y don Jaime
Dos ministros, el alcalde de Barcelona, medio centenar de periodistas, varios subsecretarios y otros tantos directores generales, una quincena de generales y un largo n¨¢niero de jefes, oficiales y suboficiales del Ej¨¦rcito y de la Guardia civil, la plana mayor de los Ministerios de Defensa e Interior, un cura, se?oras con abrigos de pieles y hasta un beb¨¦, que no llor¨® en toda la ceremonia, se dieron cita ayer en la toma de posesi¨®n de Jos¨¦ Antonio S¨¢enz de Santa Mar¨ªa.Nunca la Direcci¨®n de la Guardia Civil hab¨ªa dado cobijo a tanta gente en un acto semejante. Desde las ventanas de las viviendas de los guardias se segu¨ªa el acontecimiento con gran expectaci¨®n. Y es que, adem¨¢s del beb¨¦, los abrigos de pieles, el cura, los tricornios y todas las personalidades citadas, se encontraba all¨ª un importante representante de la llamada jet set espa?ola: el mism¨ªsimo Jaime de Mora y Arag¨®n.
El hermano de la reina Fabiola del B¨¦lgica tambi¨¦n asisti¨® a la copa de vino espa?ol que se ofreci¨® terminado el acto en uno de los salones de la direcci¨®n. Entre bandejas con croquetas y vasos de cerveza, Jaime de Mora estrech¨® la mano del ministro de Defensa, Narc¨ªs Serra, con quien estuvo dialogando por lo menos diez minutos, salud¨® a los principales responsables policiales de este pa¨ªs, e hizo cumplidos a las se?oras, que prefer¨ªan sus galanter¨ªas a las de los generales.
Mientras tanto, el nuevo director general de la Guardia civil, casi tan popular como don Jaime, iba de corrillo en corrillo, seguido de su corpulento ayudante, a quien se le escapaba en todo momento. S¨¢ez de Santa Mar¨ªa, con una capacidad de despliegue ins¨®lita, lo mismo estaba en una esquina conversando con el alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, que haciendo declaraciones a los periodistas en la otra punta del sal¨®n o charlando con Barrionuevo a mitad de camino.
Consigui¨® S¨¢enz de Santa Mar¨ªa hasta prolongar por unos minutos m¨¢s la estancia del ministro Serra, cuando ya se marchaba. Y es que en ese mismo instante le sorprendi¨® el nuevo director de la Guardia civil con unas cazuelitas de fabada asturiana, manjar que, el ministro no pudo resistirse a probar. En un rinc¨®n un alto cargo ministerial comentaba en voz baja: "Con este Santa Mar¨ªa no hay quien pueda".
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