El ¨¬ndice m¨¢s luminoso de la alegr¨ªa
Con el premio Cervantes, Rafael Alberti recibe no s¨®lo el reconocimiento oficial de las letras hisp¨¢nicas sino que corrobora adem¨¢s esa maravillosa unidad arm¨®nica de sentido que fue, que es, el grupo del 27. Tal vez, como generaci¨®n, la ¨²nica que verdaderamente enlaza con el pasado y que es compromiso de libertad y convivencia en sus m¨²ltiples y estupendos registros.En ese espacio de la palabra como respiraci¨®n habitable para todos, la de Alberti impone, tambi¨¦n el ¨ªndice m¨¢s luminoso de la alegr¨ªa. A pesar de esos momentos de transparentada tristeza y a¨²n de desolada amargura (Sobre los ?ngeles), a pesar de la di¨¢spora por tierras del Plata y de los a?os en Roma, a pesar de aquel querer volver siempre que es ahora volver a vivir. O precisamente por eso. Porque Rafael Alberti no renuncia y, en la medida en que no renuncia, afirma un ser po¨¦tico y humano irreductible al pesimismo. El saludado fervorosamente por Juan Ram¨®n Jim¨¦nez y premiado por un jurado del que formaban parte Gabriel Mir¨®, Antonio Machado y Jos¨¦ Moreno Villa (Marinero en tierra), el decidido emprendedor de un vuelo com¨²n con el pueblo como sentido y exigencia Gunto al constante son y duende defederico Garc¨ªa Lorca), el nost¨¢lgico y estremecido eleg¨ªaco de los Retornos de lo vivo lejano y Oda mar¨ªtima, el poeta de voz y afinado j¨²bilo celebrador de los hombres en el mundo ha podido ofrecer al jurado la fortuna de su premio que es a la vez retomo de una decisi¨®n que -en su fondo mental inagotable- a todos los lectores de este pa¨ªs alegra tambi¨¦n y justifica. Porque esa voz no se equivocaba, no se equivoc¨® nunca, pese a tantos vuelos francos de paloma.
Si antes hubo de pensar en las palabras como d¨¢diva y entrega ("Para ti, ni?a Aitana / en estos a?os tristes / mi m¨¢s bella esperanza"), hoy es ya en la palabra y gracias a la palabra donde mora, libre y enardecido, uno de esos andaluces interplanetarios que ignoran el desaliento. Recordando sus a?os y aquella arboleda perdida, en los corredores de un museo natural con uno,de los libros de m¨¢s segura inteligencia pl¨¢stica -y barroca tambi¨¦n cuando era menester, A la pintura-, Rafael Alberti reparar¨¢ hoy mis m¨¢s acendradas galer¨ªas, leyendo ante los estudiantes, haci¨¦ndole alg¨²n quiebro a Roma, pensando en las 13 bandas y las m¨¢s de 48 estrellas.
Andaluz, mediterr¨¢neo y unim versal, ¨ªndice de unas olas que -siempre vivas en su corriente m¨¢s honda- no han cesado de volver, el poeta asume hoy el sentido cenital de una ascensi¨®n serena y sonriente. Destino y sentido se dan en este Rafael Alberti que por todas las tierras de Espa?a ha sembrado la m¨²sica certera de tantas palabras verdaderas. Ante grandes aglomeraciories y frente a p¨²blicos igualmente recogidos -de fervor y asombro en su poes¨ªa- sentimos, o¨ªmos y escuchamos su acento y su voz entra?ables.
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