Un puesto merecido en Madrid
"Encontrar¨¢n en M¨¦xico su segunda patria, podr¨¢n ejercer sus profesiones m¨¦dicos, abogados, ingenieros, arquitectos, como si hubieran obtenido sus t¨ªtulos en nuestras universidades, y la Universidad mexicana se honrar¨¢ abriendo sus puertas a los catedr¨¢ticos que por amar la libertad y la independencia de su pa¨ªs les sea imposible vivir en Espa?a". Con estas palabras el general L¨¢zaro C¨¢rdenas, presidente de M¨¦xico, contestaba en 1937 a la petici¨®n de ayuda formulada por Juan-Sime¨®n Vidarte, diputado socialista y secretario del PSOE durante dos a?os, cuando por encargo del doctor Negr¨ªn le fue a solicitar asilo para los republicanos espa?oles ante la posibilidad de perder la guerra (*).Esta promesa la cumpli¨® puntualmente el presidente C¨¢rdenas y su rasgo, desgraciadamente, sigue teniendo valor simb¨®lico hoy. En efecto, de los espa?oles arrojados a la di¨¢spora al acabar la guerra civil, aquellos que escogieron, o hubieron de quedarse en Europa, conocieron en su mayor¨ªa los campos de concentraci¨®n: desde Argeles-sur-Mer hasta los campos de exterminio nazis, o aquellos que tuvieron que hacer la resistencia y, pudieron sobrevivir. La historia de la humanidad sigue plagada de ejemplos repetidos de hombres y de pueblos que han tenido que huir, que desgarrarse por razones pol¨ªticas. Desde los jud¨ªos apilados en barcos, los palestinos, hasta los vietnamitas abandonados a la deriva, son millones los seres humanos que han tenido que exiliarse, consagrando la cruel expresi¨®n de los boat people, jirones de la historia abandonados a su suerte. En ning¨²n caso, han sido objeto de tan generosa acogida.
El gesto del presidente C¨¢rdenas con los exiliados espa?oles adquiere en este contexto una dimensi¨®n a¨²n mayor. Hay que conocer la justificaci¨®n y hasta enfermiza suspicacia de un pueblo criollo frente a la prepotencia peninsular, que lleg¨® a consagrar en su Constituci¨®n la mexicanidad para evitar la perpetuaci¨®n de los espa?oles en el poder, para comprender la ruptura consciente de esta regla en relaci¨®n con hombres y mujeres que hab¨ªan visto frustradas todas sus esperanzas pol¨ªticas y humanas en su propia patria. En un momento en el que los espa?oles hemos superado hist¨®ricamente la divisi¨®n de la guerra civil, es de bien nacidos reconocer el valor de aquel noble gesto que, repetido luego por otros representantes de pueblos hermanos de Latinoam¨¦rica, permiti¨® rehacer su vida a miles de nuestros compatriotas.
Hijo de la revoluci¨®n mexicana
Pero, aun sin esta decisi¨®n, si existiera un pante¨®n de hombres hist¨®ricos hisp¨¢nico, C¨¢rdenas hubiera entrado por derecho propio. Figura pol¨¦mica como todos los grandes hombres, fue un hombre que, llegado a la presidencia de M¨¦xico en 1934, supo culminar la dificil y peliaguda tarea de consolidar el sistema pol¨ªtico nacido de los 15 a?os de revoluci¨®n mexicana. Primero, en el Estado donde naci¨®, Michoac¨¢n, y despu¨¦s en la presidencia de la Rep¨²blica, su acci¨®n pol¨ªtica tuvo como ejes esenciales la preocupaci¨®n por los campesinos y la lucha contra el analfabetismo. Adem¨¢s, fue el precursor de la lucha por el control de las riquezas nacionales frente a la explotaci¨®n colonial petrolera con la nacionalizaci¨®n de estas. industrias y la creaci¨®n de Petr¨®leos Mexicanos (Pemex).
Hijo de la revoluci¨®n mexicana y forjador de sus modernas instituciones, la obra del general C¨¢rdenas es clave en la configuraci¨®n del M¨¦xico moderno. En su haber figura el saber combinar y aunar en una fuerza pol¨ªtica estable las facciones que hab¨ªan resultado vencedoras de la revoluci¨®n,- articunl¨¢ndolas con un ej¨¦rcito nuevo y defensor de sus valores, y una preocupaci¨®n sostenida por las transformaciones sociales que exig¨ªa el pa¨ªs. En gran medida, los Estados Unidos Mexicanos de hoy, el pa¨ªs m¨¢s poblado de habla espa?ola, es fruto de la obra de C¨¢rdenas. El haber sabido acoger a miles de nuestros compatriotas fue una medida generosa e inteligente que incorpor¨® a esta tarea una elite formada que ayud¨® positivamente al mestizaje de un complejo y admirable pueblo.
La presencia del Rey de Espa?a en los actos del bicentenario del nacimiento de Sim¨®n Bol¨ªvar expresa la voluntad de reencuentros entre pueblos de la misma familia.
Tras casi dos siglos de alejamiento entre los pueblos emancipados y el viejo imperio, la Espa?a democr¨¢tica ha acogido como suyos a los que lucharon por la independencia. Entre los monumentos que ya existen de San Mart¨ªn, de Hidalgo y de Bol¨ªvar, la figura de C¨¢rdenas, un hombre que abri¨® sus brazos a miles de espa?oles, viene a ocupar su merecido puesto en Madrid, ciudad que tuvieron que abandonar muchos de los que encontraron, gracias a ¨¦l, una nueva vida allende el Atl¨¢ntico.
Todos fuimos culpables. Juan-Sime¨®n Vidarte. Volumen 2, p¨¢gina 791. Editorial Grijalbo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.