Rosa
Don Miguel de Unamuno habl¨® de amor y pedagog¨ªa. Rosa Montero me dedica su ¨²ltima novela (Seix Barral), Te tratar¨¦ como una reina, y, por derechos adquiridos de la vieja amistad, me llama "mi ni?o". Pero vengamos a. la pedagog¨ªa. "Era una tarde quieta y sofocante, la casa estaba en orden y Antonia no sab¨ªa qu¨¦ hacer con su persona". Uno cree, con los viejos estructuralistas (fueron nuestro parvulario), que se puede reconstruir un libro por una frase, como un diplodocus por una v¨¦rtebra, con edad y todo (edad biol¨®gica y edad hist¨®rica o prehist¨®rica). Si la tarde era "quieta y sofocante", dos adjetivos exactos, pero no sorprendentes, quiere decirse que Rosa ha optado por el realismo, con los toques literarios justos para que las cosas est¨¦n en, su sitio. Rosa Montero es la ¨²nica revelaci¨®n femenina importante de la literatura espa?ola, en los ¨²ltimos 10 a?os, digamos, as¨ª como Montserrat Roig lo es en la catalana. Ambas mujeres han optado por el realismo, cuando parece que el realismo no se lleva, y hasta los socialrealistas lo abandonan. Cuando alguien opta por el realismo urgente y directo, o casi, es porque, en efecto, tiene algo urgente que decir. Lo que Rosa tiene que decir lo sabemos por ella, por su persona, por sus otros libros, y es tan profundo y rico que no cabe en la mera denominaci¨®n de "feminismo" o cualquier otra. Asimismo, el tratamiento realista de la realidad es algo que exige graveza (por ser fieles a los cl¨¢sicos castellanos, tan de Rosa y tan m¨ªos, tan nuestros). Rosa, en fin, decidi¨® un d¨ªa dejar de ser la reportera bulliciosa, la loquita de la casa, y enfrentarse a s¨ª misma, o sea al mundo, o a la inversa. Para reporteros bulliciosos siempre sobran t¨ªas y t¨ªos. Rosa, por sus tres novelas, est¨¢ tratando de explicarse a s¨ª misma y, en tanto en cuanto, de explicarse el mundo. Ya dijo Michelet que "la vida es una lectura del. yo". Y digo yo, sin ser Michelet, que nuestro texto nos lee. Le han dado el S¨¦samo, de mi querido Tom¨¢s Cruz, a Ignacio Fontes, gal¨¢n de mi dama. A Fontes, periodista que me miraba de reojo, lo descubr¨ª como fino escritor por sus Cuentos del amor a la lumbre (Gaya Ciencia), y luego hice lo posible por una novela suya, sin ¨¦xito. No es que uno vaya de Carmen Balc¨¦lls por la vida, pero s¨ª de agente sentimental de quienes nos entran en la vida del sentimiento. Me alegro. "Era una tard¨¦ quieta y sofocante, la casa estaba en orden". Frente a todos los feminismos de Rosa Montero, aparece aqu¨ª, tiernamente, la condici¨®n femenina. "La casa estaba en orden". Esto nunca le hubiera inquietado tanto a un escritor masculino. Creo en el sexo de la literatura, y ah¨ª est¨¢ Virginia Woolf, sin la cual no tendr¨ªamos una ¨®ptica femenina del mundo, los machos. "Antonia no sab¨ªa qu¨¦ hacer con su persona". Esa disponibilidad de la hembra -"estando ya mi casa sosegada" (San Juan lo escribe desde el femenino)-, asoma aqu¨ª como disponibilidad del ser ante el vac¨ªo del mundo. El macho llena ese vac¨ªo con cosas, proyectos, inventos, guerras, campeonatos y, sobre todo, con. su propia imagen, con su "acontecimiento interior", como dijera soberanamente Jung. La hembra, a su vez, suele llenar el vac¨ªo con machos. Contra esa dependencia se alza muy justamente Rosa. Esa hembra espa?ola, nacional, desparejada incluso en el emparejamiento, que "no sabe qu¨¦ hacer con su persona", es el sempiterno personaje de Rosa.Realismo general de las j¨®venes escritoras espa?olas (o surrealismo hist¨¦rico): necesidad urgente de decir algo lo m¨¢s pronto posible o lo m¨¢s profundo posible. Revoluci¨®n de la mujer. Capitan¨ªa de Rosa Montera: es la que con m¨¢s graveza se ha tomado su actitud y su escritura. Autobiografismo: muy relativo, ya que RM se ha realizado, incluso con exceso, en todos los seres de su ser. Te tratar¨¦ como a una reina, Rosa.
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