Polic¨ªa y sociedad
Si bien la politeia griega no era exactamente lo que en la actualidad conocemos como polic¨ªa, este vocablo, bajo el que se comprend¨ªa en la antigua Grecia al conjunto de instituciones b¨¢sicas de la polis, es. el que ha dado nombre a la instituci¨®n encargada de la protecci¨®n y buen orden de la comunidad. La etimolog¨ªa de la palabra subraya la relaci¨®n entre la instituci¨®n policial y el resto de la sociedad, que se agrupa bajo la denominaci¨®n de politeia. Desde un punto de vista pol¨ªtico, hay pocos conceptos tan interdependientes: la Polic¨ªa no es algo extra?o o a?adido a la sociedad, sino la expresi¨®n y la forma de autoprotecci¨®n de la propia comunidad.Hist¨®ricamente, la Polic¨ªa como tal nace cuando los pueblos empiezan a articularse con los esquemas sociales y ordenamientos jur¨ªdicos que servir¨¢n de base a la sociedad, moderna. El precedente m¨¢s inmediato de la Polic¨ªa como instituci¨®n fueron las agrupaciones de ciudadanos que se encargaban de la vigilancia y protecci¨®n de personas y bienes, que luego impulsar¨ªan los gremios. Aquella participaci¨®n desapareci¨® al surgir la Polic¨ªa como instituci¨®n. Este trasvase de competencias y responsabilidad inici¨® un largo proceso de l¨ªneas divergentes entre la comunidad y su Polic¨ªa. Reconducir esta situaci¨®n si no a su origen al menos a la fase de concienciaci¨®n y de creaci¨®n de un estado de opini¨®n, es el reto m¨¢s importante que tiene, en nuestros d¨ªas, cualquier organizaci¨®n policial y, desde luego, la propia sociedad.
La disociaci¨®n entre Polic¨ªa y sociedad se manifiesta, en nuestros d¨ªas, de diversas formas: inhibici¨®n del ciudadano a la hora de colaborar en la prevenci¨®n del delito, falta del sentido de autoprotecci¨®n, consideraci¨®n de que los agentes son personas extra?as a la comunidad y, a veces, un enemigo fiscalizador de las actividades del individuo y represor de sus libertades... Este proceso de disociaci¨®n, que provoca desde actitudes de inhibici¨®n popular hasta una relaci¨®n de enemistad, no pueden mantenerse en una sociedad en la que tantos factores generan delincuencia e inseguridad. La Polic¨ªa no puede afrontar s¨®la su misi¨®n, y menos a¨²n con la actitud negativa u hostil de los ciudadanos.
Hay otro aspecto importante en la relaci¨®n entre la Polic¨ªa y el resto de la Sociedad: creo que el dilema o seguridad o libertades p¨²blicas carece de sentido dentro de un clima de colaboraci¨®n ciudadana. Los niveles de seguridad se pueden mantener -y a¨²n mejorar- en cualquier sociedad sin necesidad de aumentar los mecanismos de control que puedan hacer resentir la libertad individual. Y no existe otra alternativa. Ante la tendencia ascendente que muestran las gr¨¢ficas de delincuencia y, en general, de incumplimiento de las normas (que es una tendencia que se ve empujada por las situaciones de marginaci¨®n, masificaci¨®n, de p¨¦rdida de identidad, de desvinculaci¨®n familiar, de ruptura de valores ¨¦ticos y religiosos, y por el car¨¢cter competitivo de la sociedad, por la filosof¨ªa de la tolerancia y la permisividad ... ), es imprescindible contar con elementos de correcci¨®n, De ah¨ª que sea imprescindible una organizaci¨®n policial adecuada, en preparaci¨®n y medios, ayudada por los ciudadanos.
Sin participaci¨®n popular y colaboraci¨®n ciudadana, ninguna organizaci¨®n policial puede evitar un crecimiento permanente de los ¨ªndices de inseguridad, con el riesgo que eso tiene de que se llegue a provocar una reacci¨®n de corte totalitario y una limitaci¨®n o supresi¨®n de derechos y libertades.
Dentro de este an¨¢lisis de las relaciones entre una sociedad y su Polic¨ªa no debemos olvidar, sin embargo, que paralelamente a la lucha contra el delito debe coexistir todo un sistema de prevenci¨®n de la delincuencia que incida y corrija aquellas causas y situaciones que favorecen u ocasionan las conductas delictivas o simplemente asociales. ?ste es otro tema sobre el que la Polic¨ªa tiene mucho que decir, pues se trata de la instituci¨®n m¨¢s en contacto con el mundo de la delincuencia y la que tiene acceso privilegiado al conocimiehto de la personalidad de los individuos situados al margen de la ley. Pero no olvidemos que no es ni a los ciudadanos particulares ni a la propia Polic¨ªa -porque escapa de su esfera de acci¨®n- a quienes corresponde la adopci¨®n de este otro sistema de prevenci¨®n, que es m¨¢s general y profundo.
La imagen de los agentes
Existe la necesidad de que la instituci¨®n policial gane y goce de una correcta imagen p¨²blica como corporaci¨®n. Y ¨¦ste es un aspecto nada superficial del problema porque el prestigio es para cualquier organizaci¨®n policial su mejor patrimonio, y sin prestigio muy dif¨ªcilmente -al menos dentro de un r¨¦gimen democr¨¢tico- la Polic¨ªa, podr¨¢ cumplir con eficacia y correcci¨®n su tarea de servicio al pueblo. Existe en ocasiones desco nexi¨®n de la sociedad con su Polic¨ªa, tambi¨¦n, a veces, ocurre lo contrario, como pasa cuando un agente es arbitrario, o parcial, o abusa de sus poderes en la aplia ci¨®n de la ley. ?C¨®mo se ha llegado a esta situaci¨®n?. Pues en la ¨¦poca del absolutismo y en las dictaduras, o en los reg¨ªmenes seudodemocr¨¢ticos, porque se ha utilizado el poder coactivo de la instituci¨®n policial para la defensa de los intereses personales o de la clase pol¨ªtica dominante, y el ciudadano ha personalizado en el polic¨ªa su rechazo a eso. En otros casos, la mala imagen es fruto del rechazo popular a leyes que han quedado obsoletas pero que los polic¨ªas se ven obligados a aplicar.
De todas maneras, tambi¨¦n en reg¨ªmenes constitucional y tradicionalmente democr¨¢ticos a veces se produce -aunque por razones bien distintas- una relaci¨®n negativa entre una Sociedad y su Polic¨ªa. En general, en estos casos el fondo de esta falta de relaci¨®n responde a dos razones: a un defecto de educaci¨®n ciudadana, y al autoaislamiento de la polic¨ªa. Vale la pena hacer una breve consideraci¨®n sobre el autoaislamiento. Es lamentable e in¨²til que un responsable policial se esfuerce en combatir cualquier tipo de delincuencia con s¨®lo sus medios y sus hombres, sin incluir en sus planes de prevenci¨®n la colaboraci¨®n de los ciudadanos. Esa colaboraci¨®n se debe previamente impulsar, y posteriormente debe saberse canalizar. Sin ello, la Polic¨ªa, por muchos medios humanos y materiales con que cuente, est¨¢ condenada al fracaso.
Otra causa es la educaci¨®n de los ciudadanos, pues la lucha por la seguridad y por la convivencia social es para muchos un asunto exclusivo de la Polic¨ªa. Si se sabe estimular la acci¨®n ciudadana, si el ciudadano conoce los resultados de su participaci¨®n en la lucha por la seguridad, si la Polic¨ªa se acerca al ciudadano como su servidor y defensor, si se tiene conciencia de que todos debemos compartir la obligaci¨®n de velar por la pac¨ªfica convivencia, estaremos en el camino de lograr una sociedad segura y libre. Para ello hemos de convencernos de que la Polic¨ªa no es algo ajeno al resto del cuerpo social.
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