Los triunfos de Craxi
ACABAN DE celebrarse elecciones regionales y municipales en una parte de Italia, con la participaci¨®n de cerca de dos millones de ciudadanos (el 20% aproximadamente del electorado total). Las principales consultas tuvieron lugar en una regi¨®n (Trento-Alto Adigio) y en dos ciudades (N¨¢poles y Reggio Calabria) con rasgos muy espec¨ªficos. En la primera, la minor¨ªa de lengua alemana, con su propio partido cat¨®lico, el Sudtiroler Vol kspartei (SVP), que conserva en Bolzano una mayor¨ªa del 60%; en Reggio Calabria y N¨¢poles, la problem¨¢tica aguda del subdesarrollo meridional y las consecuencias de calamidades naturales. Las elecciones han constituido una prueba, seguida con extraordinaria atenci¨®n por los partidos pol¨ªticos y por los observadores, para descubrir, a trav¨¦s de sus cifras, en qu¨¦ sentido evolucionan el pensamiento y las actitudes de los electores italianos.El punto de referencia obligado para juzgar lo ocurrido en las urnas el domingo y lunes pasados eran las elecciones parlamentarias de junio anterior, que dieron lugar a la formaci¨®n del Gobierno Craxi, ya que por primera vez en la historia italiana un socialista ocupaba la jefatura del Consejo de Ministros. Este ascenso de Craxi fue posible no tanto por un triunfo propio (el avance socialista fue modesto), sino por un inicio de desmoronamiento de la Democracia Cristiana, el partido-elefante que viene ocupando un ampl¨ªsimo centro en la escena pol¨ªtica italiana desde la segunda guerra mundial. S¨®lo una Democracia Cristiana que empezaba a sentir que el suelo le fallaba bajo los pies pod¨ªa aceptar que Craxi, con poco m¨¢s del 10% de los votos, encabezase el nuevo Gobierno con su colaboraci¨®n y la de otros tres partidos laicos (republicano, socialdem¨®crata y liberal). Otro factor que abri¨® a Craxi las puertas del poder fue la sorpresa dada por el partido comunista al conservar su elevad¨ªsimo porcentaje del 30%, lo que justificaba la conveniencia de una nueva f¨®rmula de gobierno con mayor capacidad de influir sobre los sectores obreros y populares.
Por otra parte, desde junio, el Gobierno Craxi hab¨ªa demostrado escasa capacidad para hacer frente a la crisis econ¨®mica, hab¨ªa adoptado medidas sociales antipopulares y hab¨ªa aceptado, en medio de fuertes protestas en la calle, sobre todo en los ¨²ltimos d¨ªas, la instalaci¨®n en Sicilia de los misiles de crucero norteamericanos. ?C¨®mo iban a reaccionar los ciudadanos italianos a los que correspond¨ªa votar? Descartando el margen de influencia que l¨®gicamente ejercen las condiciones locales, cabe decir que los electores italianos han dado ciertas respuestas bastante claras: en primer lugar, una afirmaci¨®n de permanencia; no se manifiesta ning¨²n cambio serio; ninguna corriente fuerte. Los misiles han sido, a nivel de manifestaciones y de Prensa, tema trascendental; electoralmente, poca cosa. Permanencia incluso en el sentido de que parecen volver al cauce anterior algunas desviaciones que se apuntaron en junio, concretamente, la Democracia Cristiana est¨¢ poniendo fin a su curva descendente; pierde en Reggio Calabria, pero ha subido tres puntos en N¨¢poles. El partido socialista, y sobre todo los tres partidos laicos que participan en el Gobierno Craxi, son los que han obtenido, proporcionalmente, los mayores avances. En N¨¢poles, un lugar siempre dif¨ªcil para los socialistas, ¨¦stos han obtenido un resultado positivo para ellos, superando el 10%.
En conjunto, las elecciones significan la consolidaci¨®n de la experiencia del Gobierno de Craxi. A pesar de las duras condiciones de paro y crisis, de tensiones internacionales, el poder ha resultado electoralmente rentable. En la oposici¨®n, el partido comunista ha sufrido un descenso apreciable: 4,5% menos de votos en N¨¢poles, donde ha ocupado la alcald¨ªa en los ¨²ltimos a?os y donde sigue siendo el primer partido. Sus p¨¦rdidas son mayores en Reggio Calabria. Pero ser¨ªa absurdo deducir de datos tan parciales que Craxi est¨¢ ya logrando su proyecto de reequilibrar a la izquierda italiana desde la jefatura del Gobierno. La superioridad comunista sigue siendo enorme. Entre los comunistas, las ¨²ltimas elecciones van a estimular el debate interno entre una interpretaci¨®n muy t¨¢ctica de la pol¨ªtica de alternativa que representa Napolitano, obsesionada por agarrarse a cualquier acuerdo con Craxi, y una interpretaci¨®n m¨¢s estrat¨¦gica, la de Pietro Ingrao, que tiende a preparar, al lado de otras fuerzas sociales, en particular el movimiento pacifista, una respuesta nueva, de fondo, a los problemas contempor¨¢neos.
N¨¢poles es el lugar de Italia donde el MSI tiene mayor fuerza: ha heredado el espacio del antiguo alcalde mon¨¢rquico, Lauro, donde est¨¢ el peso tradicional de fuerzas ocultas (la Camorra). En este caso, los misinos se lanzaron a una campa?a demag¨®gica con- todas sus energ¨ªas; su m¨¢ximo dirigente, Almirante, se emple¨® a fondo; anunciaron que se convertir¨ªan en el segundo partido de la ciudad. Han fracasado. No han progresado. Han retrocedido asimismo en Reggio Calabria. Es un hecho de suma importancia si se tienen en cuenta las zonas de miseria y desesperaci¨®n que existen en dichas ciudades; tambi¨¦n es una confirmaci¨®n de la sensatez y sentido democr¨¢tico del electorado italiano. Sin extrapolar en exceso unos resultados electorales parciales, parece l¨®gico que con ellos Craxi se sienta estimulado a proseguir la pol¨ªtica que viene desarrollando, incluidas ciertas iniciativas en pol¨ªtica exterior, en la OTAN, en el Mediterr¨¢neo (el presidente argelino, Chadli Benyedid, acaba de visitar Roma) y en Oriente Pr¨®ximo para dar a Italia una colocaci¨®n particular.
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