Teodora Gabriel
Espa?ola, casada con un pediatra liban¨¦s, vive en la zona de Tr¨ªpoli m¨¢s castigada por los bombardeos
"No, no tengo miedo", contesta con voz pausada cuando se le pregunta por qu¨¦ no ha huido de la ciudad Teodora Gabriel, una de las dos ciudadanas espa?olas que permanecen a¨²n en Tr¨ªpoli, donde, desde hace cuatro semanas, algunos palestinos rebeldes apoyados por tropas sirias y libias sitian a Yasir Arafat, l¨ªder de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP).
ENVIADO ESPECIALLa casa de Teodora Gabriel, quien acaba de cumplir 52 a?os de edad, est¨¢ situada a tan s¨®lo medio kil¨®metro del barrio de Zahrieh, donde Arafat ha instalado su cuartel general, y en una zona donde las bombas disparadas por los ca?ones del Ej¨¦rcito sirio han ca¨ªdo como granizo.
La mayor¨ªa de los inquilinos del edificio moderno de cinco plantas han aprovechado el fr¨¢gil alto el fuego vigente desde el 22 de noviembre para abandonar la ciudad cercada, pero Teodora se resiste a irse, a pesar de que dos proyectiles han estallado en el ¨¢tico-piscina, lanzando cascotes hasta la terraza de su piso en la tercera planta, desde donde se divisa su calle, la amplia avenida de Tari Mitain, completamente desierta a pesar de la tregua.
"Me siento m¨¢s tranquila aqu¨ª que deambulando en busca de un lugar seguro", insiste, al tiempo que ense?a a sus visitantes una especie de vest¨ªbulo interior alejado de cualquier ventana por la que pudiesen entrar trozos de metralla, donde hace la vida con su marido y una hija de 12 a?os de edad.
"Lo peor", recuerda en un perfecto castellano, a pesar de llevar 20 a?os fuera de Espa?a, "fueron los bombardeos de las noches del pen¨²ltimo fin de semana de noviembre", a los que respond¨ªan los partidarios de Arafat disparando a su vez con un ¨®rgano de Stalin instalado en un descampado cerca de su casa y que hac¨ªa un ruido infernal. "Pero ahora", prosigue con alivio, "s¨®lo se oyen r¨¢fagas de armas autom¨¢ticas".
A las largas horas de insomnio causado por los intensos duelos de artiller¨ªa -"Mi hija Andrea", puntualiza, "sigue durmiendo como un tronco"- hay que a?adir las privaciones de agua y luz el¨¦ctrica durante cinco d¨ªas y las dificultades para abastecerse de comida, "porque, aunque no falten alimentos, todas las tiendas permanecen cerradas".
Natural de Sanzoles del Vino, localidad situada a 17 kil¨®metros al sureste de Zamora, Teodora estudi¨® filosof¨ªa y letras en Salamanca antes de conocer en Montpellier, en el sureste de Francia, a un joven pediatra tripolitano, el doctor Raif Koulaimah, con quien se cas¨® y se vino a vivir a la segunda ciudad de L¨ªbano, situada a 80 kil¨®metros al norte de Beirut, en 1966.
Daba clases de espa?ol
Madre de un hijo y dos hijas -una de ellas, Naima, estudia Medicina en Madrid-, Teodora daba clases de espa?ol en el liceo franc¨¦s de Tr¨ªpoli, ahora transformado en hospital, hasta que los militantes integristas del Movimiento de Unificaci¨®n Isl¨¢mica (MUI) expulsaron en octubre, con la ayuda de los hombres de Arafat, a las milicias de la izquierda para permitir despu¨¦s al l¨ªder palestino refugiarse en la capital del norte de L¨ªbano y resistir desde all¨ª los asaltos de sus enemigos.Tambi¨¦n su marido, que hab¨ªa renunciado provisionalmente a ejercer la pediatr¨ªa para dedicarse a atender a los heridos, tuvo que dejar de trabajar cuando una bomba alcanz¨® de lleno la peque?a cl¨ªnica Moula, a cuya plantilla m¨¦dica pertenece, obligando a interrumpir una intervenci¨®n quir¨²rg¨ªca y a evacuar a los enfermos al hospital isl¨¢mico.
Ante el deterioro de la situaci¨®n, Raif Koulaimah fue entonces m¨¢s propenso que su mujer a huir de Tr¨ªpoli para refugiarse en casa de sus padres, a 15 kil¨®metros m¨¢s al Norte, y evitar as¨ª a su hija el trauma de la guerra. "Pero Andrea no parece perturbada por lo que ocurre, y como no puede salir a la calle, se pasa el d¨ªa leyendo o haciendo solitarios", explica Teodora, antes de que su hija insista: "Yo tampoco tengo miedo".
Teodora, que vuelve con frecuencia a Espa?a de vacaciones, asegura que la toma del poder en la ciudad por la milicia isl¨¢mica aliada de los palestinos "no ha supuesto ning¨²n problema para su familia", a pesar de que su marido sea de confesi¨®n greco-cat¨®lica. "Lo ¨²nico que es una lata", recalca, "es que ahora, los viernes -d¨ªa festivo musulm¨¢n-, el comercio cierra a las 11 de la ma?ana, y las mujeres, incluso j¨®venes, se tapan cada vez m¨¢s al vestir".
Cuando se le pregunta qu¨¦ opina del conflicto interpalestino, Teodora no duda en calificar de "escandalosas las batallas que se libran, y m¨¢s en un territorio que no les pertenece". "Pero", a?ade, "Arafat me cae bien, y la culpa de lo que aqu¨ª pasa la tienen los pa¨ªses ¨¢rabes, que, lejos de ayudarle, intentan utilizarle".
Y ahora, ?qu¨¦ va a pasar? ?Evacuar¨¢n los palestinos pac¨ªficamente la ciudad o, como vaticina Arafat a diario, desencadenar¨¢n los disidentes y sus aliados la ofensiva generalizada contra Tr¨ªpoli? "No lo s¨¦", contesta, "no me atrevo a hacer pron¨®sticos. Nos hemos equivocado tantas veces... Pero, en todo caso, yo me quedo".
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