"Nunca m¨¢s volveremos a los Gobiernos militares"
Hay que entender que Ra¨²l Alfons¨ªn es algo m¨¢s que el nuevo presidente democr¨¢tico de la naci¨®n argentina. Desde hace 10 a?os, ha venido librando una trabajosa batalla dentro del radicalismo para regenerar sus or¨ªgenes y superar el desconcierto hist¨®rico que supuso la irrupci¨®n del peronismo en la vida pol¨ªtica argentina. Con su movimiento interno Renovaci¨®n y Cambio, pretendi¨® que los radicales entendieran finalmente que el peronismo no era una maldici¨®n divina a cuenta de alg¨²n pecado original, sino la utilizaci¨®n inteligente de un proletariado industrial ignorado por el radicalismo primigenio.Es uno de los pocos pol¨ªticos radicales que revelaron los acercamientos claudicantes del radicalismo hacia el peronismo y advirtieron claramente todos los aspectos herrumbrosos de uno y otro. Pr¨¢cticamente desde la rendici¨®n argentina en las Malvinas, inici¨® una campa?a pol¨ªtica extenuante, que le ha hecho recorrer varias veces su pa¨ªs. Derrot¨® a sus adversarios de la derecha de su partido, representados por el actual senador federal Fernando de la R¨²a, sin lesionar por ello la unidad interna de los radicales. Tanto es as¨ª, que el propio De la R¨²a, su m¨¢s firme contrincante partidario, le sirvi¨® posteriormente de telonero en los grandes m¨ªtines de la renovada UCR.
La campa?a presidencial de Alfons¨ªn fue ejemplar en su formato y toc¨® el coraz¨®n dolorido de los argentinos; mientras los peronistas alzaban los crespones de sus muertos ilustres y recordaban continuamente el pasado con triunfalismo, Ra¨²l Alfons¨ªn sac¨® de su ba¨²l electoral las banderas regeneracionistas: la esperanza, la justicia y el futuro. Denunci¨® abiertamente el pacto entre las Fuerzas Armadas y un sector mafioso de la direcci¨®n sindical peronista y prometi¨® acabar de una vez por todas con el poder militar en Argentina.
Seguro de su victoria mucho antes del 30 de octubre, arrambl¨® con cientos de miles de votos no radicales e incluso peronistas. Fuera de su partido logr¨® captar los sufragios de muchos hijos de peronistas y de sus madres, que optaron por votar con sus hijos y con el futuro antes que por sus maridos y el pasado. Es un hombre reposado pero dotado de gran energ¨ªa para el mitin-, que inspira confianza y credibilidad naturales. Carece de bienes de fortuna y permanece fiel a la vieja tradici¨®n radical de cumplir lo que se promete. Y viene desde hace meses prometiendo que en la Rep¨²blica Argentina se van a acabar la corrupci¨®n, la inmoralidad, la prepotencia y la barbarie militar. Su mirada, sus gestos, las inflexiones de su voz son particularmente expresivos cuando alude al problema militar argentino. No har¨¢ ninguna concesi¨®n al principio de que ¨¦l, como presidente, ser¨¢ el jefe de las Fuerzas Armadas. Hace pocos d¨ªas fueron a visitarle a un retiro campestre los secretarios generales de las tres armas: los recibi¨® vestido con una cazadora, en zapatillas y sin calcetines, y a ninguno le acompa?¨® hasta la puerta. Media hora despu¨¦s, se vest¨ªa socialmente de pies a cabeza para recibir al ex presidente espa?ol Adolfo Su¨¢rez, a quien atendi¨® con las mayores deferencias. Sus allegados se?alan que fueron gestos deliberados.
En la ma?ana de su proclama a EL PAIS en el ¨²ltimo piso de un hotel c¨¦ntrico de Buenos Aires pr¨¢cticamente ocupado por su Gobierno in p¨¦ctore y en el que trabaja esperando su asunci¨®n del s¨¢bado. Pese a la marat¨®n electoral, su aspecto es magn¨ªfico: ha nadado en la piscina del hotel y sonr¨ªe ante las dificultades que el todav¨ªa vigente Gobierno plantea a su petici¨®n de reforma de la ley de Ministerios, que eliminar¨¢ los cargos de comandantes en jefe del Ej¨¦rcito de Tierra, la Armada y la Fuerza A¨¦rea. "Es una resistencia mezquina e in¨²til", afirma: "el ¨²nico jefe de las Fuerzas Armadas argentinas es el presidente de la naci¨®n, yo".
Pregunta. Se?or presidente: ?qu¨¦ mensaje transmitir¨¢ usted a los hombres y mujeres del exilio argentino?
Respuesta. Que regresen a este pa¨ªs, y lo pido aun sabiendo que hay argentinos que ya han soportado hasta dos exilios; que tengan confianza en esta etapa de nuestra vida pol¨ªtica; que sepan que no va a haber m¨¢s problemas en Argentina y que los necesitamos aqu¨ª. Desde luego, no quiero dejar de recordar que lo que me parece inoportuno a este respecto es la intenci¨®n de regresar que albergan algunos jefes de la guerrilla subversiva, aunque s¨¦ que han proclamado muy firmemente su decisi¨®n de actuar en el futuro de otra manera. Pienso que el pueblo argentino, sin distinci¨®n de credos pol¨ªticos, estima que la contribuci¨®n m¨¢s importante que ahora pueden prestar es no regresar al pa¨ªs.
Todo lo contrario de la contribuci¨®n que yo pido a decenas de miles de argentinos que, con su inteligencia y su preparaci¨®n, est¨¢n enriqueciendo a los pa¨ªses m¨¢s desarrollados de la Tierra. A todos ellos tenemos que hacerlos regresar, pero no mediante est¨ªmulos materiales, sino convenci¨¦ndoles de que pueden llevar a cabo en su pa¨ªs el trabajo que ahora desarrollan brillantemente en beneficio de otros pueblos.
P. ?Cu¨¢l es su reflexi¨®n sobre la decadencia argentina?
R. Est¨¢ muy claro que los argentinos no vamos a ser considerados como un pa¨ªs de primera mientras no se cumpla la regla de oro de cualquier pa¨ªs civilizado, que reside en la supeditaci¨®n de los poderes militares a los poderes institucionales. Creo, en consecuencia, que en buena medida nuestra decadencia obedece a que no se ha cumplido esta regla y a que hemos sido v¨ªctimas de un proceso que nos ha llevado fatalmente a una suerte de destrucci¨®n de nuestro propios valores. Cay¨® sobre este pa¨ªs una corrupci¨®n que ha hecho suponer que para nada sirve la actividad de cada uno fuera de para el medro personal, que para nada importa la actitud que pueda tenerse para con el propio pa¨ªs. Tan es as¨ª, que hemos estado al borde de la disgregaci¨®n nacional. Y esto lo hemos observado a todos los niveles de la sociedad argentina. En consecuencia, se ha producido una tremenda falta de solidaridad. Nadie ha cre¨ªdo en nada, mientras distintos Gobiernos dictatoriales o militares han pretendido encontrar todas las soluciones. Y cada Gobierno militar que llegaba no hac¨ªa otra cosa que profundizar a¨²n m¨¢s en la crisis, llev¨¢ndonos a una situaci¨®n tan extrema, que se ha producido un envi¨®n del p¨¦ndulo hacia el otro lado. Ahora tenemos que tomar las riendas de la situaci¨®n. Yo creo que las tomamos. Yo creo que nunca, nunca m¨¢s volveremos a los Gobiernos militares: ya nos hemos dado cuenta todos de que esto es la decadencia.
P. Pero en Argentina, m¨¢s que en ning¨²n otro pa¨ªs, han existido tras las Fuerzas Armadas poderosos intereses civiles.
R. Es el problema de la oligarqu¨ªa, que para m¨ª no es una clase social, sino un comportamiento, que entre nosotros se refugia preponderantemente en la especulaci¨®n financiera y que hasta combate la producci¨®n. Antes era la oligarqu¨ªa vacuna, en la ¨¦poca de la colonia, durante las guerras por la independencia. Ahora, aquella oligarqu¨ªa de rastacueros que gastaban grandes fortunas en Par¨ªs degener¨® en otra oligarqu¨ªa de base financiera e inescrupulosa. Esto es dif¨ªcil de entender en Europa, donde, a la postre, el poder financiero es responsable de alg¨²n proyecto de desarrollo capitalista que al menos procura un mejor desarrollo del pa¨ªs y existen partidos conservadores que impulsan esos proyectos. Esto no tiene reflejo en Argentina. Su ¨²nica tabla de salvaci¨®n es influir sobre los militares para ocupar el poder y convertirlos en un brazo armado de dominaci¨®n social y econ¨®mico. Esto es lo que nos ha venido sucediendo hasta ahora, y lo que se ha terminado para siempre en el pa¨ªs. Porque las propias Fuerzas Armadas han advertido que su propio prestigio requiere antes el prestigio de las instituciones de la Rep¨²blica.
P. ?Exigir¨¢ su Gobierno responsabilidades a las Fuerzas Armadas por el genocidio de los desaparecidos?
R. Todos lo ver¨¢n la semana que viene. El lunes comprender¨¢ la modificaci¨®n sustancial que propongo en las fuerzas armadas. F¨ªjese en las leyes que voy a mandar al Congreso el lunes y el martes. No se fije tanto en lo que diga en el Congreso en mi mensaje a la naci¨®n, aunque vamos a reiterar nuestra posici¨®n, desde luego, sobre el tema de los derechos humanos. Nosotros hemos establecido tres niveles de responsalbilidad: quienes dieron las ¨®rdenes, quienes se limitaron a cumplirlas y quienes llegaron a excederse en el cumplimiento de dichas ¨®rdenes.
P. ?Se apoya usted en la jurisprudencia francesa tras la batalla de Argel?
R. Me va a interesar conocer mejor la legislaci¨®n francesa sobre este problema, aunque despu¨¦s de la designaci¨®n del canciller Dante Caputo ya nos est¨¢n diciendo que somos medio afrancesados. Conozco una suerte de amnist¨ªa que se produjo en Francia sobre militares responsables de excesos y que, entre otros, firm¨® Mitterrand. Mi posici¨®n es otra. Yo voy a llevar adelante un sistema m¨¢s complicado, porque me voy a atener escrupulosamente a la legalidad actual. Entonces, yo voy a mandar procesar a unos generales al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, pero tambi¨¦n mandar¨¦ una ley al Congreso donde abro un recurso ante la jurisdicci¨®n ordinaria. Porque mi compromiso no es con la justicia militar, exclusivamente, aunque ahora estoy obligado a seguir en ella. Entonces, yo ahora mando una ley para que exista una posibilidad de apelaci¨®n de la justicia ordinaria sobre los tribunales militares. Esto, con respecto a las c¨²pulas militares, a quienes dieron las ¨®rdenes. Respecto a los oficiales, s¨®lo concedo el recurso para aquellos que no cumplieron estrictamente sus ¨®rdenes o se excedieron en sus cometidos, para eliminar el desastre que se me producir¨ªa si me llevan a todos los tenientes, todos los capitanes, etc¨¦tera, y lo mismo vamos a hacer con los cabecillas de la subversi¨®n, y tambi¨¦n se abrir¨¢n
"Nunca m¨¢s volveremos a los gobiernos militares"
Viene de la p¨¢gina anteriorrecursos de revisi¨®n para los condenados por los tribunales militares. La idea que yo tengo es terminar con esta pesadilla nacional sobre la base de la justicia, la verdad y la libertad, lo hemos dicho durante nuestra campa?a. Y hay que exigir sus responsabilidades a los cabecillas de las dos partes, de la subversi¨®n y de la represi¨®n, y por abajo, a todos los que cometieron abusos y desmanes por su propia cuenta. Y manga ancha para tantos que se vieron desbordados por los acontecimientos o carecieron de valor moral para resistirlos.
P. Teniendo en cuenta que el Ej¨¦rcito permanece intacto en sus cuarteles, parece la soluci¨®n m¨¢s posibilista, pero no va a contentar probablemente a nadie.
R. Pienso designar una comisi¨®n investigadora que me asesore, donde quiero que est¨¦n desde monse?or Nevares a Adolfo P¨¦rez Esquivel, pasando por dirigentes de todos los partidos pol¨ªticos. Queremos que se sepa la verdad de lo ocurrido. Que aparezcan con vida habr¨¢ muy pocos. S¨¦ que las madres piden tribunales populares o juicios por jurados. Yo s¨¦ lo que voy a hacer, y mi conciencia est¨¢ tranquila. S¨¦ que no voy a quedar bien con nadie, aunque estoy seguro de que la mayor¨ªa silenciosa estar¨¢ de acuerdo conmigo. Los que tienen capacidad de movilizaci¨®n ' por un lado o por otro, se pondr¨¢n furiosos. Pero yo s¨¦ que voy a abrir una posibilidad de soluci¨®n a este problema.
P. ?Se dejar¨¢n juzgar las Fuerzas Armadas, siquiera sea selectivamente?
R. Lo soportar¨¢n, porque tendr¨¢n otras autoridades y porque adem¨¢s ellos mismos quieren otra cosa. Yo le aseguro a usted que vamos a prestigiar a las Fuerzas Armadas argentinas. Yo voy a trabajar personalmente por el prestigio de nuestros ej¨¦rcitos. Estoy persuadido de que no tendremos problemas.
P. ?Qu¨¦ ayuda puede prestar Espa?a en estos momentos al pueblo argentino?
R. Es muy importante lo que puede hacer Espa?a. Los distintos pol¨ªticos espa?oles, por sus contactos permanentes con sus colegas europeos, pueden procurar una solidaridad y una comprensi¨®n que en estos momentos son muy importantes para Argentina. Sobre todo, en dos aspectos: la refinanciaci¨®n de la deuda externa -el 35% la tenemos con Europa- y la posibilidad de colocar m¨¢s productos nuestros all¨¢. No pienso en la posibilidad de cambiar la filosof¨ªa del Mercado Com¨²n, pienso que existen dificultades dentro de la propia CEE en el campo agropecuario, y problemas financieros muy agudos. Pero todav¨ªa creemos que Europa es algo m¨¢s que un mercado. Espa?a tambi¨¦n puede cooperar muy positivamente en la relaci¨®n econ¨®mica bilateral, en temas de cultura, en la ayuda al regreso de nuestros exiliados.
P. ?Qu¨¦ opini¨®n le merece la presencia de pesqueros espa?oles en la zona brit¨¢nica de exclusi¨®n en torno a las Malvinas?
R. Es algo muy delicado para nosotros. Esto es algo que nos abre un agujero muy grande. No tengo dudas de que el presidente Gonz¨¢lez tiene que estar hondamente preocupado por este asunto. Aqu¨ª es donde ahora nos es precisa la solidaridad de las democracias del mundo, porque esto es un hecho muy grave para nosotros y para toda Am¨¦rica Latina. E muy grave consolidar una gran base militar en el Atl¨¢ntico sur.
P. ?"Se plantea su Gobierno la posibilidad de una paz con el Re? no Unido?
R. Eso depende m¨¢s del Remo Unido que de nosotros. Estamos preocupados porque existe la intenci¨®n de ubicar el problema de las Malvinas, por parte del ministro brit¨¢nico de Defensa, dentro del conflicto Este-Oeste y como una posibilidad de apoyo estrat¨¦gico a la OTAN. Esto es realmente absurdo.
P. Tras su autosuficiencia en uranio enriquecido, ?fabricar¨¢ su Gobierno una bomba at¨®mica?
R. Estamos absolutamente resueltos a que el desarrollo tecnol¨®gico y cient¨ªfico argentino en materia nuclear se vincule exclusivamente a finalidades pac¨ªficas. Un Gobierno presidido por m¨ª jam¨¢s fabricar¨¢ armamento nuclear ni contribuir¨¢ a la nuclearizaci¨®n del subcontinente.
P. ?Conf¨ªa en un r¨¢pido entendimiento con Chile sobre el canal de Beagle?
R. En poco tiempo podremos darle una buena noticia al mundo, porque resolver pac¨ªficamente este problema con Chile ser¨¢ una tranquilidad para todos. Y adem¨¢s, es intolerable que se desarrolle una carrera armamentista en pa¨ªses que a¨²n no hemos solucionado el problema del hambre de nuestros pueblos. Hay que terminar con esta inmoralidad.
P.?Cree, se?or presidente, que la Administraci¨®n Reagan ser¨¢ comprensiva con los problemas econ¨®micos argentinos?
R. Al menos, la banca estadounidense estar¨¢ obligada a ser comprensiva. Nosotros somos buenos deudores, porque queremos pagar nuestras deudas. Pero no podremos hacerlo si nos cobran con usura o si pretenden imponemos recetas econ¨®micas recesivas. No vamos a pagar m¨¢s all¨¢ de nuestras exportaciones. Y dadas las caracter¨ªsticas de mi pa¨ªs, no creo que tengamos problemas para una adecuada refinanciaci¨®n de nuestras deudas.
P. ?Ser¨ªa usted proclive a la creaci¨®n de un club de deudores en Am¨¦rica Latina?
R. Todos hemos de ayudarnos para no ser v¨ªctimas de una de las manifestaciones m¨¢s groseras del imperialismo, que es la sumisi¨®n econ¨®mica. Pero creo que, tal como est¨¢n las cosas, no se puede hablar de un club de deudores, porque todos los pa¨ªses est¨¢n interesados en soluciones indepen
P. ?Cree que el pueblo argentino soportar¨¢ la inevitable disciplina econ¨®mica que se avecina?
R. Estamos persuadidos de que, por encima de todo, aqu¨ª empieza una etapa nueva, realmente distinta. El problema m¨¢s grande que vamos a tener es el de manejar las expectativas. Cuando nos encontramos con una situaci¨®n tan dura como la nuestra no estamos en condiciones de poner en el bolsillo del trabajador todo lo que quisi¨¦ramos. Pero el pueblo argentino va a advertir de inmediato algo que es fundamental en mi criterio, y es un sentido de justicia presidiendo la acci¨®n del Gobierno. Y daremos una respuesta in mediata a los requerimientos ele mentales de la justicia social, aun que no podamos solucionar todos los problemas de inmediato. Tenemos una inflaci¨®n, que usted conoce, que es galopante, que calculamos que en noviembre estuvo por el 20% o por el 22% y que acabaremos el a?o en un 400% o en un 600%. si proyectamos este mes. Es una tarea herc¨²lea la que tenemos por delante.
P. ?Qu¨¦ l¨ªneas maestras trazar¨¢ para salir de este pozo?
R. Vamos a combatir la inflaci¨®n y la recesi¨®n. Usted dir¨¢ que son metodolog¨ªas enfrentadas y que para combatir la inflaci¨®n hay que ir a la recesi¨®n. Nosotros vamos a probar otra cosa. Tenemos el 13% del producto nacional bruto de d¨¦ficit presupuestario y queremos dejarlo en un 5%. Esto supone recortes presupuestarios muy duros. Y van a ser muy duros para las Fuerzas Armadas. Pero van a colaborar, porque desde el 30 de octubre ya son nuestras Fuerzas Armadas. Vamos a introducir cambios importantes en nuestro sistema impositivo, que es uno de los m¨¢s regresivos de la Tierra y que recae fundamentalmente en los consumos populares. Aumentaremos, con un sentido de justicia distributiva, la presi¨®n tributaria, pero sin exageraciones, que tambi¨¦n ser¨ªan regresivas. Y potenciaremos la producci¨®n industrial reformando la pol¨ªtica crediticia para acabar con esta historia de que sean las finanzas las destinatarias casi exclusivas de todos los esfuerzos del trabajo y la producci¨®n. Mejoraremos nuestra protecci¨®n arancelaria y elevaremos el consumo b¨¢sico con un salario m¨ªnimo vital m¨®vil.
P. Se?or presidente, muchos de sus compatriotas estiman que su trabajo desde la Casa Rosada ser¨¢ in¨²til mientras la plaza de Mayo se la ocupen los sindicatos peronistas.
R. Vamos a tener problemas, desde luego, pero estar¨¢n vinculados a los problemas econ¨®micos y profesionales de los trabajado res. Nosotros vamos a propiciar un ordenamiento sindical que permitir¨¢ la democratizaci¨®n de los sindicatos, y cuando los sindicatos sean democr¨¢ticos, pelear¨¢n contra mi Gobierno, pero aceptando la arena de la discusi¨®n leg¨ªtima y leal. Ser¨¢ el desorden de superficie de toda democracia.
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