El d¨®Iar
EL SALDO de la balanza de pagos por cuenta corriente de Estados Unidos est¨¢ en n¨²meros rojos. Las perspectivas para el a?o pr¨®ximo apuntan a un mayor d¨¦ficit, es decir, los ingresos por exportaciones de bienes y servicios crecer¨¢n a un ritmo inferior a la corriente de pagos por importaciones. Y, sin embargo, el d¨®lar contin¨²a su ascensi¨®n frente a las monedas europeas e incluso frente al yen japon¨¦s. No hace mucho, un d¨®lar val¨ªa algo menos de dos marcos alemanes; ahora son precisos casi 2,75 marcos para adquirir un d¨®lar norteamericano; algunos pronosticadores anticipan un tipo de cambio de un d¨®lar equivalente a tres marcos. Pero la moneda alemana es, sin duda, la m¨¢s s¨®lida entre las europeas, y las cuentas exteriores de la Rep¨²blica Federal de Alemania presentan un ligero super¨¢vit.La primera explicaci¨®n de este aparente rompecabezas se limita a echar mano de los acontecimientos pol¨ªticos: los continuos fracasos de los pa¨ªses del Mercado Com¨²n por constituir una aut¨¦ntica comunidad econ¨®mica, la instalaci¨®n de los misiles en Europa, el deterioro de la guerra de L¨ªbano, el temor al cierre del estrecho de Ormuz. En definitiva, la incertidumbre internacional servir¨ªa para justificar el por qu¨¦ inversionistas y ahorradores buscan refugio para sus capitales en el santuario norteamericano, a pesar de que las cuentas exteriores parecen demostrar la realidad de un d¨®lar sobrevalorado.
En la ¨¦poca todav¨ªa reciente de la guerra de Corea, los riesgos de un fuerte deterioro de las relaciones internacionales no eran menores, y la evoluci¨®n de los tipos de cambio de las principales monedas sigui¨® un proceso inverso. El d¨®lar se depreci¨® y el marco alem¨¢n capitane¨® una apreciaci¨®n de las monedas europeas. Tambi¨¦n entonces las cuentas con el exterior de Estados Unidos arrojaban un d¨¦ficit.
La gran diferencia consist¨ªa en que entonces las autoridades norteamericanas financiaron sus d¨¦ficit presupuestarios mediante la creaci¨®n de dinero y ahora, aunque los impuestos no equilibren los gastos, la diferencia se cubre con ahorro interno y externo. Cuando el aumento de d¨®lares inund¨® los mercados internacionales, la consecuencia fue su depreciaci¨®n frente a las restantes monedas. Pero cuando los efectos de una pol¨ªtica monetaria restrictiva elevan los tipos de inter¨¦s en el mercado norteamericano se produce una demanda de d¨®lares para ser invertidos, por ejemplo, en bonos del Tesoro de Estados Unidos.
La austeridad monetaria ha demostrado ser un arma eficaz contra la inflaci¨®n; los tipos de inter¨¦s nominales en Estados Unidos est¨¢n muy por encima de los niveles de precios y, en consecuencia, se obtiene un beneficio real. Adem¨¢s, la econom¨ªa crece en un marco de gran estabilidad monetaria. El paro ha descendido a causa, fundamentalmente, del incremento del empleo; pero los costes salariales totales se mantienen por debajo de las alzas de productividad y, de este modo, las empresas aumentan sus beneficios y su capacidad de autofinanciaci¨®n. En definitiva, los altos tipos de inter¨¦s no coartan la recuperaci¨®n de la actividad y, sin embargo, ejercen un poderoso atractivo para los ahorradores internacionales. As¨ª pues, una serie de factores econ¨®micos positivos, unidos a la incertidumbre b¨¦lica, ha realzado los atractivos del refugio norteamericano y, naturalmente, ha condicionado una fuerte apetencia de d¨®lares. El d¨®lar, pese al d¨¦ficit de las cuentas exteriores, se ha convertido en una moneda escasa y, por tanto, en continua apreciaci¨®n.
Sin embargo, esa apreciaci¨®n determina que las mercanc¨ªas norteamericanas se encarezcan en t¨¦rminos de las otras monedas y las de otras procedencias se abaraten, medidas en d¨®lares. En consecuencia, el d¨®lar estar¨ªa penalizando a las empresas norteamericanas y beneficiando a sus competidores extranjeros, lo que es, sin duda, cierto y, naturalmente, se?ala los peligros de invertir esta situaci¨®n. Una parte nada despreciable de la incipiente recuperaci¨®n europea se debe al sostenimiento, incluso aumento, de las exportaciones hacia Estados Unidos. Asimismo, la evoluci¨®n favorable de los vol¨²menes exportados y los mayores precios de las materias primas se deben a la recuperaci¨®n norteamericana. Los terceros pa¨ªses tendr¨ªan problemas si el d¨®lar iniciase una r¨¢pida depreciaci¨®n. Pero la apreciaci¨®n del d¨®lar tiene, por otra parte, efectos favorables para la propia recuperaci¨®n estadounidense, en la medida en que es un elemento poderoso para reducir la inflaci¨®n y aumentar el crecimiento real de la demanda interior, cuyos efectos sobre el nivel de actividad son bastante m¨¢s importantes que los que puedan derivarse de un alza de las exportaciones.
Naturalmente, un d¨®lar fuerte contribuye a financiar el d¨¦ficit p¨²blico de Estados Unidos con ahorro exterior, y los capitales seguir¨¢n esa ruta mientras no existan perspectivas equiparables, principalmente en la Europa industrial. Sin duda, el resplandor de las compa?¨ªas europeas se est¨¢ debilitando desde hace unos a?os, mientras aumenta la intensidad de los focos de atracci¨®n que se ofrecen al inversionista en Estados Unidos. La continuidad de las actuales circunstancias econ¨®micas y pol¨ªticas apunta a que el d¨®lar seguir¨¢ siendo escaso y su valor se mantendr¨¢ o incluso tender¨¢ a apreciarse.
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