Las entradas del Real

Por desgracia, no son muy abundantes entre nosotros las ocasiones de asistir a conciertos de m¨²sica cl¨¢sica de calidad y condiciones f¨¢cilmente accesibles al gran p¨²blico. Por ello, es ciertamente elogiable la existencia de conciertos como los de la Orquesta Nacional en el teatro Real los domingos por la ma?ana.Lo que ya no resulta tan elogiable es que, tras horas de espera en la tradicional cola ante la taquilla, y provistos de un n¨²mero de los presumiblemente buenos, nos encontremos con la desagradable sorpresa de tener que optar entre la fila primera del patio de butacas, con la contemplaci¨®n exclusiva de los violoncelos de la orquesta, y el gallinero, sin posibilidad de contemplar, obviamente, casi nada. Aunque, desconocemos, el aforo exacto del Real, resulta dif¨ªcil aceptar la evaporaci¨®n de la casi totalidad de las entradas, cuando se afirma -tal vez con temeridad- que no hay abonos para los conciertos dominicales y que cada persona s¨®lo puede adquirir un m¨¢ximo de cuatro entradas. Desconocemos, igualmente, si la direcci¨®n del teatro Real practica una pol¨ªtica de extensi¨®n cultural, facilitando entradas a universidades, centros docentes, etc¨¦tera. Nos gustar¨ªa saberlo, porque, de lo contrario, habr¨ªa que pensar, para nuestra desgracia, en una manifestaci¨®n m¨¢s de la consabida picaresca espa?ola. /

y cinco firmas m¨¢s.