Iglesias y Santiago Carrillo dudan de sus respectivas posibilidades de triunfo en el pr¨®ximo congreso del PCE
Las v¨ªsperas del XI Congreso Nacional del Partido Comunista de Espa?a, que se inaugura ma?ana en Madrid, han sido tensas: no se ha producido ni un solo encuentro, formal o informal, entre los seguidores de Gerardo Iglesias y los de Santiago Carrillo, lo que indica la pr¨¢ctica imposibilidad de que se d¨¦ un entendimiento de ¨²ltima hora entre ambas fracciones. Los dos sectores mantienen las espadas en alto, afirmando que ganar¨¢n el congreso. Pero, al tiempo, ni Iglesias ni Carrillo parecen excesivamente confiados en sus propias posibilidades de victoria.
Gerardo Iglesias permaneci¨® ayer en la sede central de su partido, dando los ¨²ltimos toques al informe que presentar¨¢ ma?ana ante los 8 10 delegados asistentes al und¨¦cimo congreso del PCE, sin duda el m¨¢s incierto, tenso y decisivo que haya celebrado este partido jam¨¢s.La sombra de la ruptura planea sobre este congreso, que se celebrar¨¢ en un marco de enfrentamientos personales dif¨ªcilmente salvables y que se sobreponen incluso a las diferencias por cuestiones pol¨ªticas de fondo.
Tanto Gerardo Iglesias como Santiago Carrillo aseguran que en caso de obtener una victoria: sus respectivos grupos ofrecer¨¢n una direcci¨®n integrada; pero el primero acusa abiertamente al otro bando de "falta de talante democr¨¢tico", mientras Carrillo se?ala que "a Iglesias le gusta el cargo (de secretario general) m¨¢s que un pastel a un chico", y deja entender que no aceptar¨¢ la continuaci¨®n en el puesto de su sucesor.
No obstante, el veterano ex secretario general asegura que, sea cual sea el resultado del congreso que empieza ma?ana, permanecer¨¢ en el PCE, aunque no aceptando "ser la guinda del pastel". Otra cosa es, amenaza, que, si gana Iglesias, no pocos militantes de base se plante en pasar al grupo prosovi¨¦tico que prepara, para el mes de enero, el escindido Ignacio Gallego.
Las sesiones del Comit¨¦ Central del PCE, que se reuni¨® por ¨²ltima vez en su composici¨®n actual a finales de la pasada semana, mostraron ya la extrema dificultad de un acuerdo entre lo que se ha dado en llamar gerardistas y carrillistas. El actual secretario general present¨® ante el m¨¢ximo ¨®rgano dirigente de su partido un informe inacabado, en el que se hab¨ªan dejado abiertas varias posibilidades de conciliaci¨®n respecto a los temas m¨¢s pol¨¦micos con los partidarios de su ex mentor y antecesor, Santiago Carrillo: los asistentes a las sesiones del ¨²ltimo comit¨¦ central escucharon c¨®mo Iglesias atenuaba las cr¨ªticas a la gesti¨®n que Carrillo realiz¨® al frente del partido, corresponsabilizando a todos en una gesti¨®n que hizo perder al PCE cientos de miles de votos y decenas de miles de militantes.
Los miembros del comit¨¦ central escucharon tambi¨¦n un endurecimiento en el tono utilizado por Gerardo Iglesias a la hora de referirse a la pol¨ªtica del Gobierno socialista y a los peligros del imperialismo norteamericano. Oyeron hablar a Iglesias de la necesidad de un "giro a la izquierda" y de practicar una pol¨ªtica "m¨¢s comunista".
Diferente concepci¨®n del partido
Al actual secretario general no le sirvi¨® de nada esa actitud. Carrillo, en respuesta a su sucesor, reiter¨® sus acusaciones de que la actual direcci¨®n practica una pol¨ªtica de derechas, neg¨®, en la pr¨¢ctica, validez a las movilizaciones auspiciadas por el PCE en Sagunto, y se lament¨® de que se hubiera apoyado m¨¢s al PSOE que a un Adolfo Su¨¢rez que "no se hubiese atrevido a dar algunos de los pasos que han dado los socialistas" en materia laboral y econ¨®mica. A continuaci¨®n, los carrillistas iniciaron una contraofensiva, acusando a la actual direcci¨®n de propiciar un acercamiento meramente t¨¢ctico hacia el otro sector, pero manteniendo inalterable el punto sustancial: una concepci¨®n diferente de partido.Ah¨ª parece radicar la esencia de un enfrentamiento que, en no pocas ocasiones, resulta dif¨ªcil de entender, dado que ambos sectores emplean pr¨¢cticamente el mismo lenguaje. Los carrillistas acusan una y otra vez a la otra fracci¨®n de pretender convertir al partido en un movimiento amplio, alejado de la disciplina tradicional y abierto a la recuperaci¨®n de los renovadores expulsados por Carrillo a finales de 1981, con motivo de la crisis planteada en el PC de Euskadi por Roberto Lertxundi. Las conversaciones abiertas por Iglesias con algunos sectores de estos renovadores son vistas como una "traici¨®n" por los carrillistas, que consideran a los expulsados "socialdem¨®cratas entregados al PSOE" o "liquidadores del partido". Por su lado, el actual equipo dirigente en torno a Gerardo Iglesias acusa a los carrillistas de mantenerse en posiciones excesivamente duras e inflexibles con respecto a la necesaria renovaci¨®n del partido, as¨ª como de moverse, en parte, por resentimientos personales.
Estos resentimientos, de uno y otro lado, parecen dificultar no poco cualquier salida pactada a la crisis interna que vive el partido, crisis que, paralelamente, ha estancado la ligera recuperaci¨®n que comenz¨® a experimentar el PCE a ra¨ªz de las pasadas elecciones municipales y que puede significar una recomposici¨®n de todas las formaciones a la izquierda del PSOE.
Recuentos de delegados
El enfrentamiento es tan evidente que cuando, hace dos d¨ªas, la delegaci¨®n norcoreana que asistir¨¢ al congreso lleg¨® a Madrid, se encontr¨® con dos comit¨¦s de recepci¨®n aguardando en el aeropuerto de Barajas: por un lado, en representaci¨®n oficial, concurrieron Santiago ?lvarez y Francisco Romero Mar¨ªn; la representaci¨®n extraoficial, que finalmente logr¨® llevarse al jefe de la delegaci¨®n coreana, estaba compuesta por Jorge Carrillo, hijo del ex secretario general y, aparentemente, uno de los encargados de los relaciones del PCE con los pa¨ªses del Este, y el vicesecretario general, Jaime Ballesteros. Este marco de hostilidad albergar¨¢, a partir de ma?ana y hasta el domingo, a los 810 delegados que concurrir¨¢n al congreso, y que llegan a Madrid reflejando, aunque con algunas variantes regionales, las divergencias existentes en la direcci¨®n.Andaluc¨ªa, Arag¨®n, Asturias, Catalu?a, Extremadura, Murcia, la emigraci¨®n, las comisiones de garant¨ªas y finanzas, as¨ª como el comit¨¦ central, defender¨¢n mayoritariamente las posiciones gerardistas. Baleares, Castilla-Le¨®n, Castilla-La Mancha, Cantabria, Euskadi, Galicia, Madrid, Comunidad Valenciana y la Rioja -que s¨®lo cuenta con un delegado- se decintan por el carrillismo. La cifra total de delegados que seguir¨¢n una u otra corriente a la hora de votar, el jueves, s¨ª o no al informe de Iglesias, y, sobre todo, a la hora de votar una lista para el comit¨¦ central, resulta a¨²n una inc¨®gnita; ambos afirman tener mayor¨ªa, pero lo cierto es que existen delegaciones, como Canarias o Galicia, que podr¨ªan significar sorpresas de ¨²ltima hora. E incluso delegaciones que apoyan las tesis de la mayor¨ªa del comit¨¦ central -gerardista- plantean enmiendas significativas.
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