Otra cat¨¢strofe en Madrid
LA NUEVA tragedia ocurrida en Madrid durante la madrugada de ayer, con 78 personas fallecidas y m¨¢s de una veintena de heridos a consecuencia del incendio de la sala de fiestas Alcal¨¢ 20, mueve inicialmente a un comentario fatalista en torno al eslabonamiento de accidentes sucedidos durante las ¨²ltimas semanas e invita a una conclusi¨®n desesperanzada sobre las oportunidades de cat¨¢strofes colectivas que la muerte recibe gratuitamente del progreso tecnol¨®gico y las grandes concentraciones urbanas. Se dir¨ªa que la mala suerte se ha cebado con especial sa?a en estos d¨ªas con los vecinos o visitantes de la capital de Espa?a, escenario de pat¨¦ticas estampas que transmiten el horror de las muertes absurdas, el espanto de los supervivientes y el dolor de los familiares y amigos de las v¨ªctimas. Sin embargo, es preciso superar esa paralizaci¨®n de la reflexi¨®n que implica siempre la atribuci¨®n de los accidentes imprevistos a la ceguera del destino y esforzarse por intentar alguna forma de an¨¢lisis de esos terribles acontecimientos.Las diligencias iniciadas, en la misma madrugada del s¨¢bado, por el juez de instrucci¨®n -se?alemos, de paso, que resulta incomprensible. que una gran ciudad como Madrid disponga s¨®lo de un juzgado de guardia- permitir¨¢n elucidar las eventuales responsabilidades culposas del accidente. En ese sentido es de destacar la decisi¨®n del juez de decretar, en la misma tarde de ayer, la detenci¨®n preventiva de cuatro personas relacionadas con la propiedad y la direcci¨®n del local, aunque las primeras declaraciones de las autoridades de la Comunidad Aut¨®n6ina, el Ayuntamiento y el Gobierno Civil hayan descartado que la discoteca no tuviera en regla sus instalaciones. Quedan, en cualquier caso, por aclarar las causas del incendio, atribuido en principio a un cortocircuito de un foco, las razones de que la verja que separa a la discoteca del teatro colindante estuviera cerrada, el mal funcionamiento de los extintores y la adecuaci¨®n entre el n¨²mero de clientes y el aforo autorizado.
Aunque el cumplimienta de los reglamentos eximiera de cualquier responsabilidad penal y administrativa al establecimiento, resulta necesario plantearse, sin embargo, la suficiencia de esas disposiciones legales para hacer razonablemente imposibles cast¨¢strofes como la producida en Alcal¨¢ 20. Cualquier visitante asiduo o espor¨¢dico de muchas salas de fiestas y discotecas instaladas en los s¨®tanos de edificios ha podido sentir, sin necesidad de padecer ansiedades nacidas de una claustrofobia patol¨®gica, la inquietante impresi¨®n de que esos espacios subterr¨¢neos, comunicados con el exterior a trav¨¦s de complicadas escaleras, estrechos pasillos y escasas puertas normales o de emergencia, corren el peligro de transformarse en trampas mortales como consecuencia de un incendio. El dise?o arquitect¨®nico de locales de ese g¨¦nero los condena a una evacuaci¨®n enormemente dificultosa, que lleva aparejados -como sucedi¨® ayer- el p¨¢nico, las avalanchas y las oclusiones. Pese a los respetables intereses creados por esos centros de diversi¨®n, y pese a que los clientes que los frecuentan lo hacen de manera libre y voluntaria, quiz¨¢ sea indispensable, tras la tragedia de ayer, plantearse la necesidad de una nueva reglamentaci¨®n que eleve considerablemente los niveles de seguridad de esas instalaciones, especialmente en lo que concierne a su r¨¢pida y f¨¢cil evacuaci¨®n en caso de alarma. A este respecto, la circunstancia de que buena parte de los fallecimientos se haya debido a la asfixia por humos t¨®xicos obliga tambi¨¦n a un examen riguroso de los materiales de construcci¨®n, que contrarrestan dram¨¢ticamente su menor combustibilidad con su capacidad para producir gases letales. En un plano mucho m¨¢s general, los visitantes extranjeros suelen asombrarse de la casi completa ausencia de medidas preventivas contra siniestros en los edificios espa?oles, que carecen de escaleras de incendios incluso en aquellas construcciones a las que, por su altura, no pueden llegar los servicios de los bomberos.
Las primeras impresiones llevan a la conclusi¨®n provisional de que los servicios de ayuda y rescate funcionaron en la madrugada del s¨¢bado con apreciable eficacia. La cobertura dada por Televisi¨®n Espa?ola a la tragedia muestra que la pesadez administrativa del monopolio estatal y las insensateces doctrinarias de sus directivos no son capaces todav¨ªa de impedir a un informador responsable llevar a cabo su tarea. Los nexos entre la esfera pol¨ªtica y las cat¨¢strofes ocurridas en la sociedad s¨®lo resultan relevantes cuando los accidentes pueden imputarse de forma causal a las negligencias o a los errores de la Administraci¨®n. No hay raz¨®n alguna, a la vista de los datos disponibles, para establecer tal relaci¨®n en la tragedia de Alcal¨¢ 20.
Digamos, finalmente, que la inmediata aparici¨®n en el escenario de la tragedia de Enrique Tierno muestra la sensibilidad del alcalde de Madrid, que se ha ganado a pulso, sin demagogias y sin providencialismos, el afecto de los vecinos. Confiemos en que su promesa de revisar las ordenanzas municipales para hacerlas m¨¢s r¨ªgidas en todo lo que concierne a la seguridad de los locales p¨²blicos pueda ser llevada r¨¢pidamente a la pr¨¢ctica.
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