El mensaje navide?o de Phyllis Taylor
Henry Kissinger gusta proclamarse devoto disc¨ªpulo del gran politic¨®logo rooseveltiano Hans Morgenthau. Quien m¨¢s me sorprender¨ªa ser¨ªa el ya desaparecido Morgenthau. Refiri¨¦ndose a la diplomacia de Estados Unidos, Morgenthau dijo: "Un inter¨¦s nacional bien entendido debe tener en cuenta por igual, en el mundo multinacional, el inter¨¦s de los otros: es una obligaci¨®n de moral pol¨ªtica y, en la era de la guerra total, la condici¨®n ineluctable de la supervivencia.En estos momentos, Heriry Kissinger encabeza la Comisi¨®n Presidencial sobre Centroam¨¦rica y proyecta recomendar, en nombre del inter¨¦s nacional de Estados Unidos, que no se exija al Gobierno de El Salvador eliminar los escuadrones de la muerte como condici¨®n para otorgarle ayuda econ¨®mica. Para que no hubiera dudas, como si quedara alguna, el Departamento de Estado acaba de vetar el conocimiento p¨²blico de un informe sobre el asesinato de cuatro religiosas norteamericanas en El Salvador, por militares de este pa¨ªs aliados a Estados Unidos, hace tres a?os. Para la moral pol¨ªtica de Kissinger, los escuadrones de la muerte son parte del inter¨¦s nacional de su pa¨ªs.
Tres presidentes dem¨®cratas intentaron elaborar una aproximaci¨®n a Latinoam¨¦rica: Franklin Roosevelt, con la pol¨ªtica del buen vecino; John Kennedy, con la alianza para el progreso, y Jimmy Carter, con los derechos humanos Los tres concedieron a Latinoam¨¦rica una importancia similar a la que otorgaban a otros aspectos de la pol¨ªtica exterior norteamericana. B¨¢sicamente intentaron probar que los Gobiernos democr¨¢ticos eran m¨¢s convenientes para Estados Unidos que los tradicionales dictadores militares. Quiz¨¢ quien1leg¨® m¨¢s lejos fue Jimmy Carter. Se atrevi¨® a ligar el inter¨¦s nacional de Estados Unidos al respeto a los derechos humanos, negando ayuda econ¨®mica y suministro de armas a sus violadores. Estableci¨® mecanismos diplom¨¢ticos que deb¨ªan llevar al restablecimiento de relaciones con Cuba. Firm¨® un tratado que restituye a Panam¨¢ la soberan¨ªa del canal, venciendo una cerrada oposici¨®n en el Senado.
En tres a?os, todos esos logros fueron barridos por el modo en que el presidente Reagan entiende el inter¨¦s nacional. El experto Abraham F. Loewenthal, escribiendo en la revista Foreign Policy Washington, se?al¨® que "la pol¨ªtica de Reagan no est¨¢ basada en la comprensi¨®n de la evoluci¨®n que experimenta Am¨¦rica Latina, sino en axiomas de otra ¨¦poca. Se nutre del miedo a perder hegemon¨ªa, y no de una visi¨®n del futuro de Am¨¦rica Latina".
Cada d¨ªa que pasa, el Gobierno de Washington imagina alguna nueva forma de estrangular econ¨®micamente a Nicaragua, y propone alguna nueva partida financiera en "ayuda" del r¨¦gimen criminal de El Salvador.
En una visita a Washington y Nueva York, hace unos meses, el l¨ªder democr¨¢tico, de la rebeli¨®n salvadore?a, Guillermo Ungo ofreci¨® algunas cifras sobre esta ayuda: "Alcanz¨® a 1.000 millones de d¨®lares en tres a?os. En un peque?o pa¨ªs ?como El Salvador donde la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n tiene un ingreso per c¨¢pita de menos de 250 d¨®lares por a?o, y donde se destinan anualmente nueve d¨®lares por persona para salud y 24 para educaci¨®n, mantener cada soldado salvadore?o insume 10.000 d¨®lares por a?o. Las sumas requeridas al Congreso para 1983 y 1984 doblar¨¢n el costo. Dicho de otro modo, y aceptando las estimaciones del Pent¨¢gono de que la guerrilla agrupa a s¨®lo 7.000 combatientes, Estados Unidos ha gastado m¨¢s de 135.000 d¨®lares por cada uno".
El gran columnista Anthony Lewis, escribiendo en The New York Times, afirm¨® que no habr¨¢ soluci¨®n en El Salvador hasta que Estados Unidos inicie un aut¨¦ntico di¨¢logo pol¨ªtico con Guillermo Ungo y lo que ¨¦ste representa. Kissinger aconsejar¨¢ lo contrario: continuar apoyando a los escuadrones de la muerte.
Soberan¨ªa y derechos humanos
La actual pol¨ªtica de Estados Unidos se basa en una permanente violaci¨®n de la soberan¨ªa y los derechos humanos de Latinoam¨¦rica, en un rechazo global de todo di¨¢logo pol¨ªtico que contemple las peculiaridades nacionales de los pa¨ªses de ra¨ªz ib¨¦rica o los principios ¨¦ticos del pluralismo.
Esta pol¨ªtica encontrar¨¢ cuatro serios obst¨¢culos: 1. La decisi¨®n del Gobierno nicarag¨¹ense de adelantar la apertura pol¨ªtica. 2. El plan que presentar¨¢ en enero de 1984 el grupo de Contadora (M¨¦xico, Venezuela, Colombia y Panam¨¢) para la pacificaci¨®n de Am¨¦rica Central. 3. El papel relevante que juega Espa?a al apoyar pol¨ªtica y diplom¨¢ticamente la democratizaci¨®n de Chile y Uruguay, as¨ª como el respeto a la integridad territorial en Centroam¨¦rica. 4. La incorporaci¨®n del Gobierno democr¨¢tico argentino a los principios del grupo de Contadora y el apoyo que dar¨¢ a su plan.
Habr¨¢ otros obst¨¢culos, ya que no todo es Kissinger en Estados Unidos. La se?ora Phyllis Taylor es otra cosa. Y lo son los 20 ciudadanos norteamericanos que junto con ella se instalaron en la ciudad nicarag¨¹ense de Jalapa, cerca de la frontera de Honduras. Su tesis es simple: si los mercenarios norteamericanos bombardean Nicaragua, tendr¨¢n tambi¨¦n que asesinar ciudadanos de EE UU.
En una visita previa descubrieron que los mercenarios no disparaban cuando sab¨ªan que hab¨ªa en la zona ciudadanos norteamericanos, ya que la opini¨®n p¨²blica de Estados Unidos se escandalizar¨ªa. Esto llev¨® a la se?ora Taylor y sus amigos, de la organizaci¨®n religiosa Testigos de la Paz, a imaginar la creaci¨®n de un escudo humano a lo largo de la frontera. Permanecen en el lugar dos semanas y luego son reemplazados por un nuevo grupo; pagan sus pasajes y expensas; colaboran en diversos servicios asistenciales.
La idea que la se?ora Taylor tiene del inter¨¦s nacional de Estados Unidos no es el de su Gobierno ni el de Kissinger y sus escuadrones de la muerte. Un escudo humano de ciudadanos norteamericanos. ?Hermoso mensaje navide?o! Quiz¨¢ los ciudadanos de Espa?a quieran unirse a la se?ora Phyllis Taylor, de 42 a?os, enfermera, con tres hijos adolescentes que esperan su retorno a Filadelfia.
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