El caso de Carolina de M¨®naco abre un debate sobre la anulaci¨®n de los matrimonios can¨®nicos
Anulaci¨®n, s¨ª; anulaci¨®n, no. ?sta es la gran comidilla estos d¨ªas en Roma y en el Vaticano. El caso de la princesa Carolina de M¨®naco -que el pr¨®ximo d¨ªa 29 se volver¨¢ a casar, por lo civil, sin que a¨²n se le haya anulado su primer matrimonio- ha puesto en el tapete el debate sobre si es m¨¢s f¨¢cil o m¨¢s dificil a los grandes personajes obtener la benevolencia del Tribunal de la Rota a la hora de decidir la anulaci¨®n de un matrimonio. El tema es complejo; basta dar una ojeada a la historia: desde Napole¨®n, que oblig¨® al Papa, secuestr¨¢ndole, a darle la anulaci¨®n, hasta Bonifacio VIII, que, no habiendo obtenido dicho privilegio, provoc¨® un cisma.M¨¢s recientemente, la hermana de Jacqueline Kennedy obtuvo en 1964 la anulaci¨®n de su matrimonio para casarse con el pr¨ªncipe polaco Stanislas Lee Radziwill, quien, a su vez, consigui¨® tambi¨¦n, al parecer, la anulaci¨®n de su primer matrimonio can¨®nico. En cambio, Carlo Ponti, que hab¨ªa pedido que se disolviera su matrimonio para poder casarse con Sof¨ªa Loren, recibi¨® calabazas del Vaticano y tuvo que recurrir al subterfugio de hacerse ciudadano franc¨¦s para poder casar se por lo civil cuando a¨²n no hab¨ªa divorcio en Italia. En general, se puede decir que, antes de que existiera la ley del Divorcio -y con personajes, sobre todo del mundo de la nobleza, que siendo religiosos quer¨ªan volver a casarse por la Iglesia-, el Tribunal de la Rota ten¨ªa mayor consideraci¨®n; y adem¨¢s, contando con dinero para pagar buenos abogados, les era m¨¢s f¨¢cil a estos nobles llegar a la anulaci¨®n que no a un pobre campesino de Calabria, que ni siquiera sab¨ªa por d¨®nde empezar. Pero era f¨¢cil, sobre todo, para estas personas que, aun siendo nobles y ricas, no eran personajes de primera p¨¢gina de la cr¨®nica mundana. Porque en estos casos el Vaticano ha estado siempre m¨¢s atento, por temor a las cr¨ªticas de la opini¨®n p¨²blica. Por eso, a quienes les conced¨ªa la anulaci¨®n les ped¨ªa despu¨¦s mucha reserva y poca publicidad en la celebraci¨®n del nuevo matrimonio religioso.
Cuando, en cambio, el personaje es uno de los favoritos de la Prensa del coraz¨®n, como es el caso de Carolina, el problema es m¨¢s dificil. Ya Pablo VI hab¨ªa exhortado a los jueces para que fueran "imparciales" y que se movieran con pies de plomo cuando se tratara de personajes importantes para no dar la sensaci¨®n de injusticia. Y tambi¨¦n ahora el nuevo C¨®digo de Derecho Can¨®nico pide mayor severidad en los procesos, aunque, al mismo tiempo, ha abierto la mano en lo referente a los motivos por los cuales un cat¨®lico puede pedir la anulaci¨®n.
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