Ni segundas ni primeras
Seg¨²n rezan las estad¨ªsticas europeas, un ciudadano medio acude regularmente al cine durante su adolescencia y deja de hacerlo con igual frecuencia cuando, ya casado, hacia los 30 a?os se encuentra con problemas de hijos y horarios y prefiere otras formas de ocio; m¨¢s tarde, al seguir creciendo, vuelve a reencontrarse con el cine. Esta teor¨ªa. podr¨ªa justificar el reciente af¨¢n de Hollywood por acercar sus pel¨ªculas a lo que entiende como problem¨¢tica juvenil o, al menos, a lo que considera son sus gustos m¨¢s inmediatos. Una simple canci¨®n de discoteca puede inspirarles una pel¨ªcula si logran que cualquier bailar¨ªn de segunda la dance con originales movimientos en la pista. El mundo de las motos y los autom¨®viles tiene tambi¨¦n su prioridad en estos productos, seduciendo a los j¨®venes espectadores con modelos enloquecidos que bramen por las carreteras. Finalmente, la fantas¨ªa cient¨ªfica, el terror y, lateralmente, la droga y algo de sexo, son los restantes aspectos que este cine toca con mayor regularidad.Nada que objetar, salvo que casi todas estas recientes pel¨ªculas est¨¢n improvisadas sin ideas, fabricadas con molde, sin un m¨ªnimo planteamiento de nuevas ofertas. Suelen ser pel¨ªculas conservadoras que repiten hasta el hast¨ªo las f¨®rmulas narrativas inspiradas en los telefilmes, junto a algunas de sus constantes moralistas. En cualquier caso, si el primer t¨ªtulo de cada una de las series que ahora se produce tuvo alguna originalidad, ¨¦sta desaparece cuando, contra reloj, Hollywood realiza otra pel¨ªcula id¨¦ntica en la pretensi¨®n de lograr el mismo ¨¦xito de taquilla. El discutible Porky's fue seguido por una nueva entrega, ya insufrible; el primitivo Tibur¨®n ha dado pie a un calco destemplado en su tercera parte; los terrores del Viernes 13 reaparecen cada a?o con m¨¢s mec¨¢nica que ingenio asustando m¨¢s por el aburrimiento que por la sangre o el relieve. Id¨¦ntica decadencia se advierte en las series de Rocky, Superman, James Bond o La pantera rosa...
Los locos de Cannonball (2? parte)
Director: Hall Needham. Gui¨®n: Needham, Albert S. Ruddy y Harvey Miller. Fotograf¨ªa: Nick McLean. M¨²sica: Al Capps. Int¨¦rpretes: Burt Reynolds, Dom de Luise, Dean Martin, Sammy Davis Junior, Janie Farr, Shirley McLaine, Frank Sinatra y Telly Savalas. Comedia. Norteamericana, 1983. Locales de estreno: Amaya, Gayarre, Pompeya y Sainz de Baranda.
Bromas privadas
Ni siquiera se advierte esa decadencia en Los locos de Cannonball. Esta segunda parte repite con tal escrupulosidad el esquema de la primera, que m¨¢s parece la misma pel¨ªcula que un avance sobre aquella pretendidamente loca carrera de coches de Los ?ngeles a Nueva York. Los mismos personajes, y hasta los mismos actores (faltan aqu¨ª Roger Moore, Peter Fonda y Farrah Fawcett, remplazados por Frank Sinatra, Telly Savalas y Shirley McLaine), los mismos chistes (?son realmente chistes estas bromas privadas?) y, en definitiva, cuanto sorprendentemente interes¨® a tantos espectadores como para plantearse ahora su repetici¨®n, pero sin que el cr¨ªtico pueda saber por qu¨¦ hubo quien ri¨® tanta soser¨ªa previsible, tan viejo esquema de carreras con ca¨ªdas y encontronazos, rodados con la torpeza de un principiante negado para el cine.Se repite aqu¨ª tambi¨¦n lo ¨²nico aceptable de la primera parte: aquella antolog¨ªa final de las tomas que se eliminaron porque los actores rieron al interpretarlas, alguno de ellos olvid¨® el texto u ocurri¨® alg¨²n divertido accidente. De cualquier forma, la repetici¨®n de la f¨®rmula no tiene ya la sorpresa de la primera vez y hasta cabe preguntarse por qu¨¦ no se han incluido, asimismo, en esta antolog¨ªa del disparate, algunos de los momentos dados por buenos en el montaje definitivo.
Da la impresi¨®n, con todo esto, de un ligero suicidio en algunas compa?¨ªas norteamericanas, deseosas de ingresos de urgencia, aunque para ello maten a la gallina de los huevos de oro. El p¨²blico, joven o no, es menos simple de lo que creen.
Babelia
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