Los terroristas 'arrepentidos'
El legado terrorista est¨¢ formado por un pu?ado de muertos, una sociedad aterrorizada y un Estado con m¨¢s defectos y menos virtudes que antes. El autor del art¨ªculo, al referirse al fen¨®meno de los arrepentidos, asegura, al igual que el fil¨®sofo italiano Rambaldi, que nada o casi nada hay de aut¨¦ntico arrepentimiento, ya que ¨¦ste exigir¨ªa la voluntad de expiar la culpa. No obstante, reconoce que es un sistema eficaz contra el terrorismo y se plantea la cuesti¨®n que ninguna democracia ha sabido resolver: el equilibrio entre la represi¨®n y la libertad.
Parece ser que, de un tiempo a esta parte, un cierto n¨²mero de terroristas est¨¢n abjurando de su pasado de violencia. Santo y bueno, pero pudieron haberlo pensado antes.De todos sus planes para la redenci¨®n del g¨¦nero humano s¨®lo nos han legado un pu?ado de muertos, una sociedad aterrorizada y un Estado que no ha mejorado en sus defectos y ha perdido alguna de sus virtudes.
Estos arc¨¢ngeles vengadores, que se han ca¨ªdo de sus limbos sangrientos de pistolas y Goma 2, gozan ahora del noble sobrenombre de arrepentidos. Como la palabra tiene ciertas connotaciones religiosas hay que poner las cosas en su punto, porque el verdadero arrepentimiento implica tanto el reconocimiento de un error y el deseo de reintegrarse a la sociedad, como el tratar en lo posible de remediar el da?o causado a terceras personas, y, muy especialmente, lo que se?alaba el fil¨®sofo italiano Rambaldi al referirse a los terroristas italianos encarcelados que quieren redimir sus penas por la delaci¨®n o la simple colaboraci¨®n con la polic¨ªa: "En este fen¨®meno no hay nada o casi nada de verdadero arrepentimiento. Porque si alguno estuviera seriamente arrepentido no deber¨ªa pedir su excarcelaci¨®n inmediata, sino por el contrario, proponerse expiar su culpa hasta el fando". ?ste s¨ª que ser¨ªa un aut¨¦ntico arrepentido. Los otros, o son meramente desilusionados de la lucha armada, o son simples colaboradores con la polic¨ªa, cuando no delatores que s¨®lo buscan salir de la c¨¢rcel, e incluso hacerse con un capital y una nueva vida, que de todo hay en la vi?a del Se?or.
Arma eficaz contra el terrorismo
Lo que es indudable es que la colaboraci¨®n de estos arrepentidos se ha vuelto como el arma m¨¢s eficaz contra el terrorismo. El fen¨®meno, en nuestro caso particular de la ETA, ofrece caracter¨ªsticas algo diferentes. De todos modos, el t¨¦rmino es relativamente poco conocido del gran p¨²blico.
Hay casi una ignorancia general sobre los descalabros que las Brigadas Rojas han sufrido por causa de sus habladores militantes en fuga ideol¨®gica, y mucha m¨¢s en cuanto al desmantelamiento que est¨¢ soportando el IRA irland¨¦s por los delatores habidos en sus filas, que venden a peso de oro sus confidencias.
En Italia, hasta finales de 1982, se registraban 389 detenidos que colaboraban con la polic¨ªa en mayor o menor grado. Desde confesiones que implican el descubrimiento y arresto de grupos terroristas hasta simples deseos de abandonar la lucha armada y retornar a la vida normal.
En cuanto al terrorismo irland¨¦s, los arrepentidos dificilmente pueden recibir tal nombre. Realmente, su colaboraci¨®n con el Gobierno la hacen por dinero y, ciertamente, tienen mucho que vender. Porque, hace muy poco, un tal Robert Lean, n¨²mero tres del IRA de Belfast, ha permitido con sus confesiones la detenci¨®n de 16 compa?eros de armas, entre ellos, dos de los m¨¢s importantes jefes de la llamada Brigada Belfast.
Otro arrepentido, Cristopher Black, ha sido causa determinante de la detenci¨®n y condena de 35 terroristas, para los que se han dictado casi 4.000 a?os de c¨¢rcel.
Patrick Grimsley, otro terrorista, huido del Irish National Liberation Army, fracci¨®n marxista escindida del IRA, ha empezado a contar sus secretos a los tribunales ingleses, y para el a?o pr¨®ximo se esperan nuevas y ¨²tiles confesiones.
Para el Gobierno ingl¨¦s, al que ni tropas, ni espionaje electr¨®nico, ni sutiles infiltraciones han ayudado en su lucha contra el terrorismo norirland¨¦s, los nuevos arrepentidos han sido regalo celestial. Nada tiene de raro, por tanto, que se facilite a estos colaboradores -si no est¨¢n convictos de asesinato- una r¨¢pida libertad, una cuantiosa suma que puede alcanzar las 100.000 libras y una nueva identidad que les permita rehacer su vida en el pa¨ªs o fuera de ¨¦l, en Australia, Canad¨¢, Sur¨¢frica e incluso Am¨¦rica del Sur.
Para un Gobierno como el del Reino Unido, que ha soportado ya 10.000 muertos causados por el terrorismo, o como el de Italia, que ha suffido grav¨ªsimas crisis por el mismo motivo -recu¨¦rdese el rapto y posterior asesinato de Aldo Moro- es muy f¨¢cil, y casi disculpable, pasar del uso de los arrepentidos al abuso. A esto se est¨¢ llegando en Italia.
Agravio comparativo
?ltimamente, la colaboraci¨®n con la polic¨ªa del terrorista Marco Barbone, autor del asesinato de un periodista del Corriere della Sera, Walter Tobagi, que puede llevarle en breve a la libertad pese a su delito de sangre, ha suscitado una viva pol¨¦mica, y no s¨®lo entre los profesionales del derecho, sino a nivel del hombre de la calle. Existe indudablemente un agravio comparativo entre terroristas que pueden comprar su libertad mediante la delaci¨®n y otros detenidos por las mismas leyes, como periodistas acusados de apolog¨ªa del terrorismo, que tienen que padecer varios a?os de prisi¨®n por no disponer de confidencias a canjear por su libertad.
Adem¨¢s, esta lenidad que est¨¢n mostrando los jueces, aun amparada por la ley, est¨¢ haciendo un flaco favor a ?ajusticia. Al buen hombre del pueblo le parece que ya todo es negociable y que a veces rinde m¨¢s el delito que el respeto a la ley.
Esta corrupci¨®n de los poderes del Estado es una de las m¨¢s lamentables secuelas del terrorismo. Dec¨ªa al efecto uno de los diputados liberales del Parlamento italiano, Paolo Battistuzzi, que "ninguna democracia sale indemne del contacto con el terrorismo", y, respecto a la ley de los arrepentidos, a?ad¨ªa: "Es una ley ¨²til, pero ¨¦ticamente repugnante".
Ardua tarea es para la matrona de los ojos vendados que mantiene en sus manos la balanza de la justicia el determinar qu¨¦ platillo debe pesar m¨¢s: si el de la defensa de la seguridad ciudadana y del Estado o el de los principios democr¨¢ticos. En realidad, ninguna democracia ha sabido hasta ahora encontrar el justo equilibrio entre represi¨®n y libertad.
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