La izquierda chilena recupera su sitio
Hace m¨¢s de 13 a?os, el 4 de septiembre de 1970, el l¨ªder socialista chileno, Salvador Allende, fue elegido presidente de la Rep¨²blica. Ha sido la primera y ¨²nica vez que un pa¨ªs perteneciente al llamado mundo occidental ha elegido libremente a un marxista para el m¨¢s alto cargo pol¨ªtico del Estado.Allende hab¨ªa prometido encabezar un Gobierno de transici¨®n que sentara las bases materiales indispensables para la construcci¨®n en Chile de una sociedad socialista.
Esto fue lo que hizo exclamar a Henry Kissinger, en ese entonces consejero del presidente Nixon para asuntos de Seguridad Nacional, aquella frase memorable: "No veo por qu¨¦ hemos de quedamos quietos y contemplar, sin hacer nada, c¨®mo un pa¨ªs se hace comunista debido a la irresponsabilidad de su propio pueblo".
Los consejos de Kissinger cayeron en terreno abonado, y Washington hizo todo lo necesario para acabar con el experimento allendista. Surgi¨® as¨ª, de la mano de Estados Unidos, la dictadura de Augusto Pinochet, que desde el 11 de septiembre de 1.973, se ha convertido en uno de los reg¨ªmenes m¨¢s impresentables de esta parte del mundo.
Diez a?os despu¨¦s, pese a las torturas y asesinatos y la brutal represi¨®n, que llev¨® a la c¨¢rcel en un momento determinado a 125.000 personas -el 1,2% de la poblaci¨®n del pa¨ªs-, la lucha heroica de los dem¨®cratas y sus partidos ha desencadenado un proceso de desmoronamiento de la dictadura, que conoce en estos d¨ªas un acelerado e irrefrenable desgaste.
El r¨¦gimen habla ya de apertura y democratizaci¨®n, y hasta promete acortar los plazos fijados por Pinochet. ?ste, en su delirio, pretend¨ªa gobernar hasta 1989, para hacerse elegir en esa fecha para un segundo per¨ªodo de 10 a?os.
EE UU no quiere a Pinochet
Naturalmente, ya nadie cree que este proyecto sea realizable, y hasta se han efectuado discretas consultas a diversos Gobiernos para conseguir un asilo seguro a Pinochet.
Se sabe que el Departamento de Estado rechaz¨® de plano la concesi¨®n de asilo para que el dictador chileno se refugie en su territorio. A Pinochet s¨®lo le quedar¨ªan las alternativas de ir a vivir a Sur¨¢frica o a Israel.
Mientras tanto, la Alianza Democr¨¢tica chilena, bloque opositor que tiene como eje a la poderosa Democracia Cristiana, con el respaldo de sectores de la derecha econ¨®mica y de la socialdemocracia, acept¨® comenzar a negociar con Pinochet el ritmo de la transici¨®n hacia la democracia. El di¨¢logo se produce tras cinco jornadas de protesta, que costaron m¨¢s de 100 muertes y una cifra no precisada de detenidos.
La persecuci¨®n contra los partidos pol¨ªticos no es igual, naturalmente, si se trata de la DC o del PC, pese a lo cual este ¨²ltimo, sumido en la m¨¢s severa clandestinidad, mantiene una fuerte influencia en las masas trabajadoras. Todos sab¨ªan, en consecuencia, que la Democracia Cristiana aparec¨ªa p¨²blicamente, pero que negociaba teniendo detr¨¢s suyo a la fuerza de masas de la izquierda.
Sin embargo, la izquierda no acept¨® que la DC dialogara con la dictadura. No se puede negociar la transici¨®n hacia la democracia con los enemigos de la democracia.
Surgi¨® as¨ª, en estos d¨ªas, el Frente Democr¨¢tico y Popular, que tiene como eje a comunistas y socialistas (sector Almeyda), aliados con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), un sector del Movimiento de Acci¨®n Popular Unitaria (MAPU) y la Izquierda Cristiana.
No se trata en caso alguno de que la oposici¨®n a la dictadura se haya dividido. Se trata, simplemente, de que las condiciones pol¨ªticas de Chile han evolucionado al extremo de que la izquierda puede aparecer ahora como tal y servir de interlocutor a las otras fuerzas democr¨¢ticas del pa¨ªs.
En cierto modo, se ha vuelto a dise?ar en Chile el esquema pol¨ªtico de los a?os sesenta: la DC sirviendo de eje al bloque de centroderecha, y los partidos de izquierda representando sociol¨®gica y pol¨ªticamente a la clase trabajadora.
El proyecto de Allende
En s¨ªntesis, una d¨¦cada de fascismo no ha conseguido destruir el proyecto pol¨ªtico de Salvador Allende, quien luch¨® hasta la muerte por la unidad del pueblo, y las capas medias, representadas en 1970 por el tradicional Partido Radical. Esa alianza permiti¨® a la Unidad Popular ganar las elecciones de 1970.
La gran diferencia entre los a?os sesenta y los ochenta es la existencia de la dictadura y la actuaci¨®n pol¨ªtica de la ultraderecha fascista, representada por el partido de las Fuerzas Armadas.
La presencia del Frente Democr¨¢tico y Popular contribuir¨¢ a aclarar el panorama pol¨ªtico chileno y har¨¢ m¨¢s s¨®lido y seguro el camino hacia la democracia, superando los obst¨¢culos que pone el r¨¦gimen, ya sea mediante la represi¨®n masiva o la provocaci¨®n terrorista.
El pueblo es el ¨²nico que pierde con el derramamiento de sangre en las calles de Chile. El pueblo es el ¨²nico que gana con la unidad de los partidos que representan sus intereses y defienden la recuperaci¨®n de la democracia, que en Chile ha sido hist¨®ricamente conquistada por la lucha de los trabajadores y con el sacrificio de muchas vidas.
Las amplias alamedas de que hablaba Salvador Allende acabar¨¢n de abrirse por fin, "para que pase el hombre libre".
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