La ley de Plantillas, clave de la modernizaci¨®n del Ej¨¦rcito de Tierra
Empiezan a trascender las cifras del proyecto de ley de Plantillas del Ej¨¦rcito de Tierra, aprobado por el Consejo de Ministros en su ¨²ltima reuni¨®n de 1983. Algunas noticias aisladas dan cuenta de intentos de protesta o plante de mandos militares que temen ver afectadas sus expectativas profesionales.El titular de Defensa, Narc¨ªs Serra, en sus escasas comparecencias p¨²blicas, al eludir las cr¨ªticas a su gesti¨®n, ha reiterado que la reforma de la ley org¨¢nica de la Defensa, recientemente sancionada por el Congreso de los Diputados, y las leyes de plantillas y de retribuciones constituyen el n¨²cleo de sus prop¨®sitos, a tenor de los cuales quiere ser juzgado. Ha sonado, en definitiva, la hora de la verdad.
El problema medular del Ej¨¦rcito de Tierra es la hipertrofia del cuerpo de oficiales. Como explica Gabriel Cardona en su libro El poder militar en la Espa?a contempor¨¢nea hasta la guerra civil, en los ej¨¦rcitos de masas europeos eran necesarios numerosos oficiales inferiores de poca edad y much¨ªsimos menos altos mandos. La soluci¨®n adoptada consisti¨® en j¨®venes oficiales de complemento para los primeros escalones, mientras la escala profesional se reduc¨ªa, ag¨ªlizaba y permit¨ªa contar con sufic¨ªentes -no demasiados- coroneles y generales.
En Espa?a, el servicio militar conserv¨® un car¨¢cter clasista que imposibilit¨® la formaci¨®n de oficiales de complemento, capaces de ser movilizados con la tropa de su edad. En compensaci¨®n, las promociones de profesionales fueron tan nutridas que taponaron cualquier posibilidad de reforma. El mal se acumul¨® a los vicios pol¨ªticos del siglo XIX. Y entre guerras civiles, pronunciamientos y campa?as coloniales, el n¨²mero de oficiales profesionales se ha mantenido en los l¨ªmites del disparate.
El ministro de Defensa, al dar cuenta escueta de la aprobaci¨®n del proyecto de ley de Plantillas, no ha proporcionado referencias capaces de ilustrar a la opini¨®n p¨²blica sobre la pertinencia de la reforma. En espera de esos datos comparativos, que sin duda han manejado los servicios competentes del departamento y del Cuartel General del Ej¨¦rcito, cabe recordar la situaci¨®n reflejada en el Anuario de la Sociedad de Naciones correspondiente a 1929-1930, donde s¨®lo Portugal ten¨ªa peor proporci¨®n oficial/soldado.
Mando y burocracia
En aquella situaci¨®n que describe Cardona, el exceso de oficiales les privaba de poder mandar tropa efectiva, hab¨ªa m¨¢s oficiales que unidades, se inventaban puestos ficticios para colocarlos, aumentaba la burocracia y se perd¨ªa en soldados y recursos lo que se malograba en eficacia. En Francia, 19.000 oficiales encuadraban a 525.000 soldados, mientras en Espa?a hab¨ªa 15,000 oficiales para unos efectivos de tropa de 192.397.
Por ejemplo, s¨®lo la cuarta parte de los oficiales de Infanter¨ªa prestaban servicio en unidad armada, y ese exiguo n¨²mero se dispersaba en cargos burocr¨¢ticos de los cuerpos. De modo que de 1.730 comandantes, s¨®lo 400 estaban en un cuerpo armado, y s¨®lo 200 mandaban un batall¨®n, que jam¨¢s estaba completo, seg¨²n datos t¨®mados del Anuario Militar de Espa?a de 1930. Algunos atisbos permiten pronosticar que no hay gran distancia desde estas descripciones del pret¨¦rito hasta el presente.
La reducci¨®n del n¨²mero de gen¨¦rales, jefes, oficiales y suboficiales representa, seg¨²n datos oficiales ya publicados, el 47% de los tenientes generales, el 3 1 %, de los generales de divisi¨®n, el 25% de los generales de brigada, el 37% de los coroneles, el 25% de los tenientes coroneles, el 18,5% de los comandantes, el 17% de los capitanes, el 27% de los tenientes y alf¨¦reces y el 5,7% de los suboficiales.
El Ministerio de Defensa, al facilitar los anteriores porcentajes, no ha especificado en qu¨¦ proporci¨®n se ver¨¢n afectadas las armas combatientes -Infanter¨ªa, Caballer¨ªa, Artiller¨ªa e Ingenieros- y los cuerpos de Intendencia, Intervenci¨®n, Jur¨ªdico, Sanidad, Farmacia, Veterinaria, Eclesi¨¢stico, M¨²sicos y de Oficinas.
En cuanto a algunos de los cuerpos, su existencia independiente en el Ej¨¦rcito, la Armada y la Aviaci¨®n ha sido muy criticada como una dispersi¨®n por triplicado de esfuerzos y una multiplicaci¨®n consiguiente de gastos, pero no hay indicaci¨®n alguna sobre los planes futuros de unificaci¨®n que pudieran trazarse.
En sus a?os de oposici¨®n, los socialistas reclamaron la supresi¨®n del cuerpo Eclesi¨¢stico, sin oponerse a que las Fuerzas Armadas contrataran el personal necesario para la atenci¨®n religiosa de los efectivos en filas. El ejercicio del poder ha eliminado esas propuestas, capaces de suscitar muy fuerte oposici¨®n, como ya sucedi¨® con Aza?a cuando trasvas¨® la cr¨ªa caballar, que absorb¨ªa a 203 jefes y oficiales del arma, a la competencia civil. El cuadro adjunto se limita a ofrecer la situaci¨®n de conjunto de los generales, jefes y oficiales de las armas combatientes -Infanter¨ªa, Caballer¨ªa, Artiller¨ªa e Ingenieros- que se encuentran en la situaci¨®n de actividad denominada grupo de mando de armas. Las cifras que lo componen permiten algunas consideraciones que completan el diagn¨®stico inicial de la hipertrofia del cuerpo de oficiales con la constataci¨®n de la inadecuaci¨®n de sus edades, muy superiores a las m¨¢ximas estimadas convenientes en los sucesivos empleos.
Los 38,8 a?os de edad media de los tenientes de las armas pesan demasiado para las funciones que les corresponden en el mando de una secci¨®n de acuerdo con la doctrina vigente. Y la media de permanencia en los empleos del generalato, apenas superior a un a?o, da idea de una movilidad acelerada m¨¢s en funci¨®n de premiar las carreras que de asegurar la eficacia en los destinos. En la c¨²pula, las edades resultan muy superiores a las de otros ej¨¦rcitos.
La segunda columna del cuadro adjunto, donde se reflejan las existencias en,cada uno de los empleos, requerir¨ªa un comentario sobre el perfil que ofrece la pir¨¢mide de mando de las armas en el Ej¨¦rcito de Tierra. Por ejemplo, en principio sorprende que, si el mando de compa?¨ªa corresponde a un capit¨¢n, y si cada compa?¨ªa consta de tres secciones, mandada cada una por un teniente, existan 5.214 tenientes y s¨®lo 900 capitanes menos.
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