Julio Gonz¨¢lez, escultor universal
El reconocimiento internacional del artista espa?ol, fallecido en 1942, fue el acontecimiento art¨ªstico del a?o pasado
Es dif¨ªcil sintetizar la actividad art¨ªstica mundial en un solo acontecimiento. Convertido el arte, cada vez m¨¢s, en un art¨ªculo cultural de consumo de masas, las iniciativas de importancia se suceden con aceleraci¨®n vertiginosa que, adem¨¢s, resulta secundada por una tecnolog¨ªa de la difusi¨®n informativa capaz de hacer part¨ªcipes simult¨¢neos de cualquier hecho puntual a los centros m¨¢s alejado entre s¨ª.?C¨®mo entonces podemos valorar lo m¨¢s significativo, desde el punto de vista de las artes, duran te 1983, un a?o en el que, por poner unos cuantos ejemplos sonados, la milenaria civilizaci¨®n china ha sido objeto de una apasionante exposici¨®n en Venecia, la mejor pintura veneciana del siglo XVI est¨¢ siendo exhibida en Londres una retrospectiva de Manet recorre el mundo tras haberse visitado en Par¨ªs o, en fin, una sorprenden te colecci¨®n de obras maestras de Goya, pertenecientes a colecciones privadas, ha podido ser visita da en Madr¨ªd?
Ciertamente, atendiendo criterios m¨²ltiples de inter¨¦s, el recuento de lo art¨ªsticamente excepcional, a lo largo del pasado a?o, nos obligar¨ªa a una cr¨®nica impensablemente larga para el espacio d un art¨ªculo period¨ªstico. M¨¢s vale pues, afrontar aqu¨ª la discriminaci¨®n de un acontecimiento que sea particularmente aleccionador.
Desde esta perspectiva, y hechas todas las salvedades que se quiera, yo personalmente lo tengo claro: he de centrarme en una sola exposici¨®n, la antol¨®gica de Julio Gonz¨¢lez, que, organizada por el Museo Guggenheim, de Nueva York, se ha exhibido en la ciudad americana y posteriormente ha sido tambi¨¦n abierta en la Rep¨²blica Federal de Alemania. Huelga, por lo dem¨¢s, el comentario sobre la tristeza y el bochorno que nos ha producido el que, desmintiendo lo que en un principio estaba previsto, esta magna muestra, la m¨¢s importante retrospectiva que se ha ideado hasta el momento sobre el escultor espa?ol Julio Gonz¨¢lez, no haya visitado nuestro pa¨ªs.
?Me mueven m¨®viles patri¨®ticos solamente cuando elevo esta exposici¨®n individual a la categor¨ªa de primer acontecimiento art¨ªstico mundial de 1983? En absoluto. La ¨²nica raz¨®n que avala mi elecci¨®n es simplemente que considero que esta antol¨®gica constituye el punto culminante en el proceso de revalorizaci¨®n cr¨ªtica de Julio Gonz¨¢lez dentro de la escultura contempor¨¢nea, y que, por tanto, a partir de ella, esta ¨²ltima va a ser pensada de forma distinta. Exageradamente modesto y retra¨ªdo, Julio Gonz¨¢lez vivi¨® y muri¨® pr¨¢cticamente en la miseria, retras¨¢ndose de manera especial en su caso el an¨¢lisis de su aportaci¨®n trascendental a la escultura art¨ªstica de vanguardia.
Huella fecunda
Su influencia p¨®stuma se dej¨® sentir, por otra parte, de forma vigorosa, sobre todo despu¨¦s de la segunda guerra mundial, lo cual supuso que si por una parte su obra ha estado en la mente de los creadores m¨¢s cercanos a nosotros, su difusi¨®n entre los no especialistas ha tardado tambi¨¦n m¨¢s en acreditarse en justa importancia. Desde David Smith a Chillida, por citar un par de casos c¨¦lebres, la huella fecunda de Julio Gonz¨¢lez ha sido efectivamente decisiva en las ¨²ltimas d¨¦cadas y todo parece indicar que seguir¨¢ a¨²n operativa por mucho tiempo.Julio Gonz¨¢lez (Barcelona, 1876-Arcueil,1942), residente en Par¨ªs desde 1900, artesano antes que artista, pintor antes que escultor, es un caso de maduraci¨®n tard¨ªa. Aunque muri¨® a los 66 a?os, no se encontr¨® a s¨ª mismo, art¨ªsticamente hablando, hasta haber superado el medio siglo de existencia, cuando comprende que su verdadera vocaci¨®n es escult¨®rica y, m¨¢s exactamente, la de escultor en hierro, material que hasta entonces nadie se hab¨ªa atrevido a usar fuera de la artesan¨ªa.
El dominio virtuoso que Julio Gonz¨¢lez pose¨ªa del soplete de aceliteno, con el que era capaz de modular l¨ªneas sutiles y encrespar las superficies con agudas virutas met¨¢licas, le facult¨® para el tratamiento ins¨®lito del hierro, transformado en sus manos en un material d¨²ctil, aprovechando su aspereza para resaltar el talante tr¨¢gico de sus figuras esquel¨¦ticas y abiertas.
Colecci¨®n completa
Citar a Julio Gonz¨¢lez obliga a recordar a Picasso y Gargallo, otros dos espa?oles protagonistas de la vanguardia hist¨®rica y muy involucrados en la evoluci¨®n final de nuestro escultor. Las relaciones de mutua influencia que en concreto mantuvo con Picasso han sido objeto de discusi¨®n cr¨ªtica a¨²n no suficientemente aclarada. Se sabe que Gonz¨¢lez ayud¨® a resolver ciertas dificultades t¨¦cnicas en escultura de? hierro al artista malague?o, pero tambi¨¦n que ¨¦ste supuso un revulsivo para aqu¨¦l desde una perspectiva de renovaci¨®n en la concepci¨®n de las im¨¢genes. Sea como sea, este asunto no afecta a lo fundamental: el valor que para la escultura contempor¨¢nea ha tenido la obra de Julio Gonz¨¢lez entre 1926 y 1942, fecha de su muerte.Como reconocimiento de este valor fue concebida la magna exposici¨®n del Guggenheim, que lleg¨® a reunir 254 obras de Julio Gonz¨¢lez, la colecci¨®n m¨¢s completa entre todas las que se hab¨ªan montado hasta el momento. Margit Rowell, que hab¨ªa tenido la oportunidad de comprender comparativamente la significaci¨®n hist¨®rica de Julio Gonz¨¢lez a trav¨¦s de su experiencia en esa otra muestra de escultura que organiz¨® previamente The Planar Dimension, fue la encargada de llevar a cabo la antol¨®gica, en cuya presentaci¨®n afirma que el escultor espa?ol ha sido, junto a Brancusi, uno de los dos pilares fundamentales de la pl¨¢stica de vanguardia.
Esto mismo es lo que, durante el pasado 1983, al hilo de la exposici¨®n, no se ha dejado de repetir en todos los medios de informaci¨®n y cr¨ªtica art¨ªsticos. Por eso mismo ha sido una l¨¢stima que los espa?oles no hayan podido comprobar por s¨ª mismos este acontecimiento trascendental y guarden s¨®lo el recuerdo de la muestra m¨¢s modesta que mont¨® en Madrid la Fundaci¨®n March, en 1980.
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