Argentina redescubre a sus desaparecidos
En el nombre de la defensa de Occidente y de los valores cristianos, generales argentinos dieron ¨®rdenes a mediados de los a?os setenta para que se abrieran centros de detenci¨®n, tortura y eliminaci¨®n de los adversarios pol¨ªticos y de sus simpatizantes o sospechosos de serlo.( ... ) Se crearon grupos especiales en los tres ej¨¦rcitos, empezando por la Marina. Oficiales y suboficiales vestidos de paisano, circulando en coches sin matr¨ªcula, se llevaban de su domicilio, de los centros de trabajo, de la calle, a hombres y a mujeres que figuraban en listas secretas y los conduc¨ªan a centros de detenci¨®n no menos secretos, en donde ten¨ªan una cita con atroces psic¨®patas, como el capit¨¢n Astiz o el doctor Alberto, alias Mengele, nombre del siniestro m¨¦dico nazi. De all¨ª no sal¨ªan sino para ser inhumados en el sector de las tumbas sin nombre
Los almirantes, generales, jefes de Estado galonados, ( ... ) hab¨ªan olvidado sencillamente un detalle: el pesar del duelo al que se entrega toda conciencia humana ante la desaparici¨®n de un ser pr¨®ximo no comienza verdaderamente m¨¢s que en presencia del cad¨¢ver. As¨ª, la sombra de esos 6.000, 15.000, 30.000 -a¨²n no se sabe cu¨¢ntos- muertos vivientes que son los desapar9cidos argentinos ha seguido cerni¨¦ndose sobre la escena p¨²blica durante largo tiempo, despu¨¦s de haber sido vencida y aniquilada la subversi¨®n. Unas cuantas madres y abuelas coraje han contribuido a ello en medio del abatimiento general. Ellas han preparado la ca¨ªda de los militares de Buenos Aires ( )
, 7 de enero
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