Una expedici¨®n militar recorre Galicia en homenaje al general Moore
Sir John Moore, del que por cierto desciende el escritor Grahan Greene, muri¨® v¨ªctima de un ca?onazo a las puertas de la ciudad atl¨¢ntica, donde est¨¢ su tumba, pero la mayor¨ªa de sus soldados consiguieron salvarse y embarcar rumbo al Reino Unido. Por eso el joven oficial de los Royal Green Jackets (Reales Chaquetas Verdes), Charles Blackmore, no tiene dudas: "La obligaci¨®n de un general es evitar que su ej¨¦rcito sea destruido, existiendo otra alternativa".La misma ruta, las mismas jornadas, semejantes los uniformes. Diez militares brit¨¢nicos, dos oficiales y ocho soldados, pertenecientes al legendario regimiento de los Reales Chaquetas Verdes, se acercan, paso a paso, a La Coru?a, tras revivir por montes y caminos de Le¨®n y Galicia la gesta de un general que te¨®ricamente perdi¨® la batalla, hasta el punto de morir cubriendo la retirada de sus hombres.
Embarcaron en Plymouth el pasado 21 de diciembre. Llegaron en ferry a Santander al d¨ªa siguiente y la v¨ªspera de Nochebuena estaban ya en tierras leonesas desempolvando los antiguos uniformes verdes. La expedici¨®n, formada por el capit¨¢n Blackmore (Boss para sus compa?eros y subordinados), el teniente Bowden, el sargento Fitzpatrick, los cabos East y O'Meara y los rifleman Pearce, O'Donnell, Hayword, Lee y McNish, inici¨® la marcha el d¨ªa de Navidad, al pie de unas ruinas, a ocho kil¨®metros de Sahag¨²n, tal como hicieron hace 175 a?os las tropas al mando de Moore, unos 20.000 hombres, adem¨¢s de refuerzos espa?oles, que hab¨ªan venido a medirse con los invasores napole¨®nicos. Moore cay¨® pronto en la cuenta de que los primeros informes hab¨ªan sido err¨®neos y de que el enfrentamiento con los franceses significaba el suicidio.
La primera 'queimada'
Con el mariscal Soult pis¨¢ndole los talones, Moore se adentra en Galicia buscando el horizonte salvador de la flota brit¨¢nica en La Coru?a. Seg¨²n las memorias, fue a?o de impiadosas nieves el de 1809. La mayor¨ªa de los muertos de aquel ej¨¦rcito que caminaba desesperadamente hacia el mar, instigado en las espaldas, lo fueron de fr¨ªo y hambre. Ahora, la ruta para Blackmore y los suyos es una fiesta.En Cacabelos bebieron la primera queimada y bailaron al son de la gaita. Hasta el tiempo les ha sorprendido: "Esper¨¢bamos m¨¢s fr¨ªo en el clima y m¨¢s pobreza y distanciamiento en la gente". Automovilistas que saludan con el claxon e incluso se paran y ofrecen in¨²tilmente asiento a la ins¨®lita expedici¨®n, agasajos en cada esquina, ayuda entusiasta ante cualquier contratiempo, sea por las vecindades o por la Guardia Civil. Y tambi¨¦n recuerdos inesperados. "Pienso volver", dice el capit¨¢n Blackmore, "porque he encontrado testimonios que ampl¨ªan totalmente la visi¨®n de lo que fue aquella retirada: ancianos que conocen historias transmitidas a lo largo de los a?os; gentes, como nos sucedi¨® en Lugo, que incluso conservan documentos de la ¨¦poca".
Todos se ofrecieron voluntarios: el mayor tiene 29 a?os, y el menor, 18. A simple vista, en un ambiente de total camarader¨ªa, es muy dif¨ªcil distinguir qui¨¦n ordena y qui¨¦n obedece. "Un oficial", sentencia el teniente Bowden, "ha de saber hacer todas las tareas de un soldado". El jovenc¨ªsimo oficial, que actualmente sirve en las fuerzas de la OTAN en la Rep¨²blica Federal de Alemania, conoci¨® al capit¨¢n Blackmore -inspirador de este proyecto, que encontr¨® patrocinio en el ej¨¦rcito de su pa¨ªs y en la C¨¢mara de Comercio brit¨¢nica en Espa?a-, hace tres a?os, en Chipre, formando parte de las fuerzas de pacificaci¨®n de la ONU.
En La Coru?a les espera un gran recibimiento, con presencia de militares de alta graduaci¨®n de Espa?a y el Reino Unido.
En el jard¨ªn de San Carlos, en la ciudad vieja, al lado de la tumba de Moore, la expedici¨®n tendr¨¢ hoy la oportunidad de leer los versos en gallego dedicados a aquel joven y discutido general por Rosal¨ªa de Castro: "Tumba mejor que la que aqu¨ª encontr¨® no hallara".
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