Voces y voz de Luis Rius
El poeta y ensayista espa?ol Luis Rius, que falleci¨® recientemente en M¨¦xico, era un personaje simb¨®lico de la actitud de los espa?oles que tuvieron que vivir fuera de su ¨¢mbito a causa de la guerra civil y se adaptaron a su nuevo entorno hasta hacerlo suyo. En este art¨ªculo se glosa la personalidad del escritor muerto.
"Yo no podr¨ªa vivir ya fuera de M¨¦xico, pero ahora siento mucho m¨¢s que de joven la profunda tristeza de no haber podido vivir tambi¨¦n en Espa?a. Es una sensaci¨®n inc¨®moda, porque pienso que yo soy el otro; el yo/yo se qued¨® o me qued¨¦ en mi infancia en Espa?a, y ah¨ª ha vivido, en tanto que yo he vivido aqu¨ª una vida que no me correspond¨ªa, vida admirable por quienes han convivido conmigo y por mi amor a M¨¦xico, pero vida incompleta. Yo soy un doble ser, as¨ª me siento". El que habla es, con todo, un hombre joven, de pelo rubio, gafas y habla con cierta fatiga, pero animoso y algo sonriente, como si en realidad lo que dice que le ha pasado a ¨¦l le hubiera pasado al otro.La gente, sobre todo el corro de j¨®venes que se ha formado delante de esta pantalla, en la Exposici¨®n sobre el Exilio Espa?ol en M¨¦xico que ahora est¨¢ abierta en el Retiro, en Madrid, le escucha con muda emoci¨®n: est¨¢n descubriendo tambi¨¦n ellos una parte ingrata de su pasado, que muchos desconoc¨ªan. Estas im¨¢genes del poeta Luis Rius, que se repiten una y otra vez en la mec¨¢nica del v¨ªdeo a lo largo de las horas de la ma?ana y las de la tarde, fueron grabadas en su casa de M¨¦xico hace escasos meses. Pero ahora Luis ha muerto.
De ni?o lo llevaron all¨¢, y no volvi¨® hasta cumplidos los 40 a?os. Se hab¨ªa hecho interminable en toda clase de estaturas: versos, ensayos, clases de la Universidad de M¨¦xico, clases de literatura espa?ola. En Taranc¨®n, su pueblo natal, en Madrid, en cualquiera de las ciudades y pueblos espa?oles que recorrimos juntos en los ¨²ltimos 10 a?os, ¨¦l, por primera vez, reconoc¨ªa las calles, las esquinas, las casas y los paisajes donde ¨¦l hab¨ªa vivido durante todo aquel tiempo del destierro, y encontraba a las gentes con las que ¨¦l hab¨ªa vivido: disfrutaba y penaba con este fingimiento de apoderarse minuciosamente del pasado, del otro pasado, o del pasado del otro, como se quiera, para fundir su desdoblamiento en una unidad, en una identidad imposibles. S¨®lo al entrar de nuevo en la casa de su infancia y pasar su mano de hombre por los viejos muebles castellanos del despacho paterno, abandonados al fin unos y otros para quienes los hab¨ªan usurpado tantos a?os (todos los suyos), barridos yugados emblemas y dem¨¢s rastros, pudo sentir acoso Luis Rius el roce fugitivo del comienzo de aquel pasado, el suyo verdadero; para echar luego al olvido la larga usurpaci¨®n, no el vac¨ªo, con adem¨¢n de antigua elegancia, poco com¨²n ya entre espa?oles.
Asombro del paisaje
Ahora ha muerto, cumplidos lo 50, y sigue hablando en estas im¨¢ genes del pasado, tan emotivamen te pr¨®ximo. "No me asombr¨¦ m¨¢s de la grandeza del paisaje mexicano que de la peque?ez del paisaje de Taranc¨®n: todo era m¨ªo. Advert¨ªa la diferencia de paisajes, f¨ªsicos y humanos, pero estaba en la edad en que todo lo asimilaba; pensaba que el mundo era esa tremenda variedad, y yo formaba parte de ella de una manera leg¨ªtima, y me pertenec¨ªa. La sensaci¨®n de destierro no la tuve, porque nac¨ª desterrado; esa sensaci¨®n me la dio el tiempo, la reflexi¨®n, la madurez".
Pero nunca se dejar¨ªa dominar por esa pasi¨®n, nunca llorar¨ªa; se extra?ar¨ªa, pero no llorar¨ªa. Tampoco sus versos iban a nacer ¨²nicamente "de la separaci¨®n y la nostalgia", como negaba Cernuda que nacieran los suyos: "Hablan en el poeta voces varias", tambi¨¦n No ten¨ªa Luis Rius los a?os ni los recuerdos de Cernuda, ni, por tanto, su nostalgia; ni los de otros grandes poetas del exilio en M¨¦xico. Max Aub, Domenchina, Garfias, Prados, Rejano, Le¨®n Felipe, de todos los cuales alcanz¨® a ser compa?ero y amigo y del ¨²ltimo adem¨¢s penetrante bi¨®grafo: Le¨®n Felipe, poeta de barro, un libro que debe ser reeditado en Espa?a al cumplirse en 1984 el centenario de Le¨®n. No ten¨ªa los recuerdos de sus padres, ni de sus maestros, ni de sus mayores, en una palabra, como le estamos oyendo decir a ¨¦l mismo: ni los buenos ni los malos recuerdos. Es cierto que habl¨® de su extra?eza en versos precisos y esenciales dispuestos bajo un lema tan certero y definitivo como Arte de extranjer¨ªa: "?l iba a otro mundo./ Lleg¨® aqu¨ª. Y ha muerto/ antes o despu¨¦s,/ pero no a su tiempo./ ?l iba a otro mundo./ Lo desvi¨® el viento..."; pero la extranjer¨ªa tiene en la fina sensibilidad y en el hondo pensar de un poeta y de un hombre como Luis Rius una dimensi¨®n trascendente que va m¨¢s all¨¢ del drama del exilio, con ser ¨¦ste tan evidente y tan duro. Cuando public¨® su primer libro de poemas, Canciones de vela, inocente, triste, mesurado hasta en la nostalgia, en la angustia, fue recibido all¨¢ con desagrado por quienes esperaban o¨ªr de los nuevos poetas espa?oles gritos de venganza o al menos agrias maldiciones.
Voces varias tambi¨¦n las de Luis Rius: voz apasionada para cantar al amor, cantarlo a veces en las formas m¨¢s desnudas y puras, voz altamente er¨®tica; voz serena para sentir por tanto el desamor, para sufrir la soledad, la ausencia; voz entregada a la celebraci¨®n de la m¨²sica y de la danza: Canciones a Pilar Rioja, que "podr¨ªa bailar/ en un tablado de agua/ sin que su pie la turbase/ sin que lastimara el agua". Voz de tributo a la muerte, que nunca temi¨®, ni nunca quiso, aunque a veces se estuviera matando, como todos nos estamos matando: "Toma las donaciones que te hago:/ la prisi¨®n que me diste y que recobras,/ las ausencias del bien, del mal las sobras;/ para tulacienda t¨®malo y tu halago". ?l mismo quiso, finalmente, que la selecci¨®n de todos sus poemas que ahora va a editarse en M¨¦xico (?y a¨²n no en Espa?a!), con pr¨®logo escrito por ?ngel Gonz¨¢lez -incluyendo la obra in¨¦dita, la de la plena madurez-, lleve por t¨ªtulo el que condensa de forma n¨ªtida y justa lo que fue su vida: Cuesti¨®n de amor y otros poemas, lo que ¨¦l quiso que fuera.
?ngel humano
Voces, voz de Luis Rius. Ha muerto y hemos venido a o¨ªrle, a verlo una vez m¨¢s. Habla y hablan sus manos, como siempre hablaron; hablan sus ojos tras las gafas y hablan sus gafas, de las que le hemos visto desprenderse cuando ya no hab¨ªa m¨¢s que ver y tirarlas a los pies de Pilar Rioja como supremo y alegre homenaje a aquel ¨¢ngel humano que baila... ?ngel humano ¨¦l tambi¨¦n. Quer¨ªa a todas las mujeres y se enamor¨® de algunas; todas se enamoraron de ¨¦l, todas le quer¨ªan. Conquistaba a los hombres, salvo a los que pretend¨ªan competir con ¨¦l, y los quer¨ªa igual. Nosotros le quer¨ªamos, no un poco o por un poco tiempo, sino para siempre, por todo el tiempo, y del todo. Era as¨ª y consigui¨® hacernos as¨ª.
Ah¨ª, frente a ¨¦l, muy. cerca, hay una mujer que parece sollozar; est¨¢ de espaldas y s¨®lo vemos agitarse sus hombros. Nos volvemos, no queremos verla llorar. Nosotros no lloramos, ya no lloramos; ya hemos llorado. Ahora nos vamos juntos algunos de los amigos de Luis Rius a tomar una copa, otra: no ser¨¢ ¨¦l quien nos mire con malos ojos.
es escritor y periodista. Su ¨²ltimo libro es La flota es roja.
Babelia
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