El 'caso Mor¨¢n'
En el mercado clandestino de los mitos antifranquistas, la secci¨®n de diplom¨¢ticos estaba escasamente surtida, no tan escasamente como la secci¨®n militar, pero casi. En las catacumbas se hablaba de diplom¨¢ticos dem¨®cratas como Julio Cer¨®n o Juan Gerona, del FLP, detenidos, encarcelados, condenados, degradados hasta la condici¨®n de no-diplom¨¢ticos; tambi¨¦n de Vicente Girbau, un personaje parasocialista que, protagoniz¨® uno de los primeros alzamientos de la inteligencia universitaria de la postguerra y luego se convirti¨® en un embajador volante del antifranquismo internacional, y, c¨®mo no, de Fernando Mor¨¢n, un diplom¨¢tico escritor que hab¨ªa publicado novelas en la Biblioteca Formentor, propiciada por Carlos Barral a comienzos de la d¨¦cada de los sesenta. D¨ªme con qui¨¦n andas y te dir¨¦ qui¨¦n eres: Barral, Castellet, los tres Goytisolos, Jaime Gil de Biedma, Garc¨ªa Hortelano... Fern¨¢ndo Mor¨¢n.Mor¨¢n supo conservar la carrera y la dignidad resistencial, y as¨ª presenci¨® desde la primera fila el inicio de la transici¨®n, cuando Fraga estuvo a punto de ser Fragamanlis y Mor¨¢n era nada menos que ayudante de su embajada. en Londres e introductor de conspiraciones en su despacho. Bajo las banderas del socialismo tiernista, Fernando Mor¨¢n lleg¨® al momento ¨¢lgido de la transici¨®n con el aval de lo intelectual, lo pol¨ªtico y lo ¨¦tico. Adem¨¢s ten¨ªa lazos de parentesco con la derecha civilizada, lo que le daba ese toqu¨¦ de emocionalidad equilibrada que suaviza los colores, incluso el rojo. Nadie se extra?¨®, pues, cuando Fernando Mor¨¢n fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores del primer gobierno socialista, y lo asombroso es precisamente que un a?o despu¨¦s de su nombramiento sea Mor¨¢n el ministro aparentemente m¨¢s afectado por el desgaste de gobernar.
Contra Fernando Mor¨¢n act¨²an sus propios errores y la astucia de la derecha, que ha descubierto en ¨¦l un posible tal¨®n de Aquiles de la coherencia del Gobierno y han ido a por ese tal¨®n de Aquiles como si fuera el mism¨ªsimo y apetitoso tal¨®n de Maradona. Fernando Mor¨¢n ha cometido el error gen¨¦rico de asumir el continente y el contenido de un ministro de Asuntos Exteriores convencional, que hace del no parpadear cuando no dice toda la verdad y del no decir cuando habla las principales habilidades del oficio. Cuando el se?or Mor¨¢n informa sobre lo que hace en beneficio del pueblo espa?ol, consigue que el pueblo espa?ol no se sienta beneficiado por lo que hace el se?or Mor¨¢n. Otro error, y muy grave, de nuestro ministro de Asuntos Exteriores es crearse mala prensa por el procedimiento de la irritaci¨®n contra un profesional, irritaci¨®n que no puede permitirse un ministro dem¨®crata aunque le pregunten por mil¨¦sima vez si fue justo el resultado o si no se equivoc¨® al insistir en el cuatro, cuatro, dos. La dial¨¦ctica del amo y el esclavo se plasma en la relaci¨®n entre el pol¨ªtico y el periodista y el intercambio de papeles es inevitable y compensador.
Sin acierto comunicativo propio y v¨ªctima de un cierto bloqueo period¨ªstico, el se?or Mor¨¢n se ha quedado s¨®lo ante una interesada campa?a de desprestigio que trata de convertirle en el culpable de la ambigua pol¨ªtica exterior del gobierno socialista. Astutamente, la derecha separa las intenciones de Felipe Gonz¨¢-
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lez de las de Mor¨¢n, y al primero le atribuye la lucidez del occidentalismo y al segundo la r¨¦mora testimonialista del neutralismo. La campa?a trata de hacer de Mor¨¢n un obst¨¢culo salvable para que el partido socialista haga la pol¨ªtica exterior que har¨ªa la derecha reformada o por reformar. Tampoco est¨¢ claro si los poderes f¨¢cticos del PSOE mantienen una pol¨ªtica exterior bic¨¦fala, Gonz¨¢lez-Mor¨¢n, porque no quieren asumir una crisis de coherencia o por la rentabilidad de una doble imagen occidentalista-neutralista que se corresponde a la escisi¨®n de la conciencia de las bases y de los potenciales votantes. Lo cierto es que la campa?a anti-Mor¨¢n arrecia, y un nuevo periodismo de confidencias publicables se ceba en ¨¦l hasta los m¨¢ximos l¨ªmites del desprestigio. Incluso le llaman desordenado y poco trabajador, como si le telecontrolaran su mesa de despacho y el marcapasos de su ocio.
Tampoco el destemplado balance de la gesti¨®n socialista que ha hecho Ram¨®n Tamames en la revista Tiempo puede considerarse un capotazo de quite en esta corrida en la que Mor¨¢n tiene palidez y Ojeras de presunta cornada. Los otros diplom¨¢ticos del PSOE se hacen las Am¨¦ricas o las Europas por su cuenta, y ante la opini¨®n p¨²blica Mor¨¢n s¨®lo se ha hecho Guinea y Cuba, un fracaso y una servidumbre, claman y reclaman los que en el pasado tuvieron cuanto tiempo quisieron para estropear Guinea y para no reclamar a Castro lo que al parecer hab¨ªa que reclamarle. Desde la posici¨®n te¨®rica de espectadores de esta juerga celt¨ªbera y algo cainesca, no se controlan datos suficientes para saber hasta qu¨¦ punto Mor¨¢n se mueve o es movido. He aqu¨ª una duda existencial radical que ya ten¨ªan los personajes de Samuel Becket y que Mor¨¢n encarna enigm¨¢ticamente.
Toda pol¨ªtica exterior pasa preferentemente por las relaciones de dependencia en lo econ¨®mico y lo militar. Espa?a no es una excepci¨®n. Tal vez el drama de Mor¨¢n, y en su lugar el de cualquier otro posible ministro de Asuntos Exteriores, es que los ministerios de Defensa y Econom¨ªa sean los que reajusten las relaciones de dependencia de Espa?a dentro del sistema, bajo la supervisi¨®n directa del Jefe de Gobierno. Mor¨¢n mantiene la liturgia de las Relaciones Exteriores y las verdaderas relaciones exteriores son la reconversi¨®n industrial, el reajuste de la producci¨®n agr¨ªcola y la toma de partido a la hora de hacer pedidos de material b¨¦lico y contraer compromisos de alineamiento defensivo.
Mercado Com¨²n y OTAN son procesos con l¨®gica interna que, una vez desencadenada, para muy poco necesita el esfuerzo de racionalizaci¨®n de un ministro de asuntos que cada vez son menos exteriores, que cada vez son m¨¢s asuntos interiores de un sistema mundial de interdependencias. Esta es la impresi¨®n que da la imagen de un ministro que parece un jugador de squash sometido al sadismo de que lo achiquen o le agranden las dimensiones de la habitaci¨®n de juego sin previo aviso.
?Le queda a un hombre p¨²blico la capacidad de recuperar el control de su imagen, rescat¨¢ndola de debajo de un mont¨®n de caricaturas? Sin duda, previo acto de sinceraci¨®n p¨²blica que pasa por la recuperaci¨®n de un lenguaje comunicacional que explique a la comunidad qu¨¦ hace, por qu¨¦, para qu¨¦ y c¨®mo lo hace. Lo peor que le puede ocurrir a alguien que asuma la condici¨®n de arca repleta de razones y secretos de Estado es que se pueda comprobar que el arca existe pero est¨¢ vac¨ªa de razones y secretos de Estado. Las arcas vac¨ªas son animales tan deshabitados que incluso han perdido la memoria.
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