Polifon¨ªa
?Es el poema consecuencia inevitable del recuerdo doloroso y, a la vez, b¨¢lsamo para ese mismo dolor? Tal parece ser el mensaje de Alhambra, la primera de las piezas interpretadas por Cesc Gelabert y Lydia Azzopardi en el ciclo Dansa a Catalunya, que se viene ofreciendo en el Condal. Salvo el primer y el ¨²ltimo cuadro, en el que bailan solos, ella y ¨¦l, respectivamente, el resto es un conjunto de d¨²os, en los que se oscila entre el paso conjunto, con ligeras variantes, y la polifon¨ªa de los cuerpos, como un concierto a dos voces.Se trata de una historia de amor, lenta, minuciosa, tierna y geom¨¦trica, pero de una geometr¨ªa no euclidiana, en la que la l¨ªnea m¨¢s corta entre dos puntos puede muy bien, no ser la recta. Una historia que se inicia en la mirada, abalanzada sobre el escenario negro y desierto en el que s¨®lo hay cabida para una mujer y su deseo. Este primer movimiento culmina en un gesto realista en el que la int¨¦rprete abre la puerta al misterio, dando entrada al hombre. Juntos ofrecen una serie de cuadros superpuestos e hilvanados, que culminan en la marcha de ella y el poema, as¨ª se llama el ¨²ltimo cuadro, de? hombre solo, pero capaz de construir el recuerdo, erigi¨¦ndose en vencedor de su soledad.
Alhambra y Five to two
Int¨¦rpretes y core¨®grafos: Cesc Gelabert y Lydia Azzopardi. Teatro Condal, Barcelona, 20, 21 y 22 de enero.
La soledad tr¨¢gica
Five to two, pese a tener cierto aire de familia con el n¨²mero anterior, y con buena parte de los creados por el d¨²o Gelabert-Azzopardi, tiene un tono muy distinto. Es menor el uso de la geometr¨ªa y mayor el juego de ritmos, incluyendo mutis y solos. Ambos n¨²meros se hab¨ªan estrenado ya en la sala Villarroel, en condiciones nada favorables para los bailarines. Ahora ganan ambos, tanto por las modificaciones introducidas, como por el mayor espacio de que disponen. La soledad es m¨¢s tr¨¢gica en un espacio amplio que, a mayor abundancia, ha sido decorado en negro prescindiendo de los dibujos que anta?o suger¨ªan el contenido general de las piezas. En cambio, la mayor profundidad del espacio y la casi ausencia de diablas frontales ha hecho que se pierda el juego de sombras, reducido a un ¨²nico cuadro de Five to two, en el que interviene sola Lydia Azzopardi.Hay espect¨¢culos en los que la t¨¦cnica de los int¨¦rpretes es un elemento de compa?¨ªa, cuya bondad se agradece o se lamenta. En el caso de Gelabert y, en menor medida, en el de Azzopardi, la t¨¦cnica es un elemento determinante; la coreograf¨ªa se pone a su servicio, o lo parece, aprovechando las innovaciones que cada vez presentan, fruto del estudio de los cuerpos. Gelabert mostr¨® ayer las dotes habituales que de un bailar¨ªn se esperan y un dominio de las piernas, rodillas y tobillos, sobre todo, que son un elemento destacable. Algunos de los movimientos de aproximaci¨®n y expresi¨®n de sentimientos que ¨¦l ofreci¨® ser¨ªan rid¨ªculos en cualquier otro. Es un baile diferente, hecho de gesto brusco pero no agresivo, que sin embargo liga perfectamente con los momentos de ternura. En definitiva, volver a ver a Gelabert y Azzopardi, resulta un ejercicio saludable.
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